jueves, abril 28, 2011

imba spain limpia fija y da esplendor../fuera de la ley



IMBA, Asociación Internacional de Ciclismo de Montaña en España, va a realizar una jornada de trabajo voluntario, concienciación y educación ambiental, consistente en la limpieza de basura en una vía pecuaria en el término municipal de San Sebastián de los Reyes el domingo 8 de Mayo de 2011, desde las 10:30 de la mañana.



IMBA a nivel internacional, es la mayor asociación del mundo de bicicleta de montaña, promueve el respeto y el uso adecuado de la bici de montaña, la concienciación del colectivo en problemas medioambientales, así como la regulación, uso, conservación, creación y mantenimiento de senderos y caminos.



El uso de la bicicleta en general y de la de montaña en particular, como actividad de ocio y deporte, es una actividad ampliamente practicada por los habitantes, no solo de la localidad de San Sebastián de los Reyes, sino además, de los grandes núcleos de población cercanos, experimentando una gran expansión en los últimos años. En concreto la zona objeto de actuación es la vía pecuaria denominada "Colada del Arroyo de Viñuelas" vital para completar la conexión de una ruta ampliamente utilizada por los ciclistas de montaña; la vuelta al soto de Viñuelas. Se trata de un corto tramo de la vía pecuaria, que es ampliamente utilizada además por senderistas y paseantes.



La jornada de voluntariado se iniciará a las 10:30h en el puente de madera de la Colada del Arroyo de Viñuelas, a la que se accede desde el Km 21,6 de la antigua carretera nacional 1 y durante 3 horas se recogerá la abundante basura que se encuentra en la zona, para que posteriormente, los servicios municipales la retiren a un vertedero, que es el lugar donde debería estar.



IMBA España anima a ciclistas, senderistas y público en general, a participar para reclamar de las administraciones atención, a la vez que se conciencia a la sociedad de los problemas y se educa en el respeto a la naturaleza y su conservación.



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Un 'fuera de la ley'

Por: Pablo León
Diez kilómetros. Esa es la distancia que, como mínimo, recorro cada día por las calles de Madrid. En ese trayecto me encuentro con peatones que atraviesan la Castellana sin ningún decoro; con decenas de coches que aparcan en doble fila en la calle Alcalá y colapsan el carril bus; con camiones cargados de mercancías que, al no poder estacionar en el espacio reservado para ellos, taponan pasos de cebra; con motos que circulan por la acera y que se incorporan a la circulación por lugares inesperados o con parejas que cruzan la Gran Vía por cualquier lugar. Todo eso ocurre una incívica mañana en Madrid.

“Cuando los ciclistas acaten las normas podrán exigir un espacio para circular”. “Todavía no ha llegado el día que haya visto a alguien en bici respetar un semáforo”. “Lo primero que tienen que pedir los usuarios de la bicicleta es civismo”. No paro de oír, y leer, comentarios de este tipo. Tanto que a veces me siento un poco un fuera de la ley. Se ha establecido una perversa asociación entre ciclismo urbano y quebrantamiento de las normas. Y es cierto que el sillín tiene una cierta tendencia a reinterpretar las leyes de circulación pero no es ni mayor ni diferente que las inclinaciones de muchos conductores y peatones con los que me cruzo cada mañana. Los pedaleantes no delinquimos por encima de la media.

Ciclistas_Recoletos. Álvaro García
Un total de 13,5 millones de conductores españoles admiten que no respetan los límites de velocidad en la autopista, según el estudio Driving Behaviour Questionnaire, realizado por el RACC Automóvil Club y el Instituto Universitario de Tráfico y Seguridad Vial. En el entorno urbano, además, un 25 por ciento de los conductores no respeta los pasos de cebra y un 30,3 por ciento de los peatones cruza semáforos en rojo.

Todo eso pasa en las ciudades españolas y no oigo a la gente hablar sobre el incivismo de los automovilistas o la irresponsabilidad del caminante. En cambio en el mundo de las bicis el buen comportamiento es un tema recurrente. En España ocurrieron, en 2009, 88.250 accidentes con víctimas; 48.000 de ellos provocaron en las ciudades 60.279 heridos leves, 5.175 graves y 543 muertos. Ninguno implicaba a ciclistas que en ese mismo año fueron responsables de 1.947 heridos leves, 221 graves y 13 muertos, según la DGT. La percepción engaña; los datos, un poco menos. Y si la diferencia de accidentes y víctimas es abismal, ¿por qué se asocia de manera recurrente ciclismo con inseguridad o malas artes conductoras?

Las ciudades españolas han incorporado la bicicleta a su entramado urbano tarde. Al ser un elemento nuevo es inevitable que genere el rechazo de los otros usuarios de las vías públicas. Es como cuando llega alguién nuevo al pueblo. Si además se tiene en cuenta que ni calles, ni avenidas, ni normas están diseñadas para ellas, el conflicto (ficticio) adquiere una mayor envergadura. Cuando las motos invadieron Madrid se adaptaron normativas para permitirles aparcar en la acera o avanzar medio metro en los semáforos y así arrancar antes. Esos cambios respondían a las diferencias entre los coches y las motos y se basaban en el concepto de ciudad eficiente. Favorecer la circulación para que el tráfico en la ciudad sea más fluido. Ese dinamismo implica menos atascos y una urbe más rápida que, al perder menos tiempo en sus desplazamientos, se vuelve más productiva (y amable). Como contrapartida, se generan una serie de molestias, como el secuestro de espacio de las aceras, que se asumen en aras del bien común.

Mientras la bicicleta fomenta ese modelo de ciudad más equlibrada y efectiva, su uso se ve limitado y restringido. En algunos lugares no se les permite circular por las zonas peatonalizadas bajo ningún concepto, en otros se sanciona a los ciclistas por aparcar en el mobiliario urbano y en Nueva York la Policía ha impuesto un regimen de sanciones draconianas a los bicicleteros. En estos casos los argumentos del bienestar global, la polución o la fluidez son sustituídos por seguridad, control y prohibición.

Legislar y ordenar el tráfico de bicis es una obligación de los Ayuntamientos en la que la Dirección General de Tráfico puede (y debe) participar. Nadie reclama un estatus alegal e independiente para las bicicletas sino una legislación mesurada y acorde con la realidad que representan. Es decir, valorando los beneficios que generan frente a los inconvenientes y los problemas (reales) que suponen. Si se tiene en cuenta todos esos factores, por mucho que les pese a ciertas personas, ir en bicicleta es un ejemplar comportamiento ciudadano.
http://blogs.elpais.com/love-bicis/2011/04/inc%C3%ADvico.html

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