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sábado, octubre 22, 2011
eta,comunicados para besugos
Comunicados para besugos
20 de Octubre de 2011 - 23:26:39 - Federico Jiménez Losantos
La notita de la ETA perdonándoles la vida –de momento– a Francia y España, proclamándose la única instancia política y moral del País Vasco y marcando el camino que todas las fuerzas deben seguir para que no se enfade es uno de los papeluchos más infectos y eficaces que cabe recordar en las últimas décadas.
Dicen que ETA deja las armas. Nada más falso. Dicen que deja la actividad armada. Mentira. Dicen que deja de matar. Lo mismo que en las once treguas anteriores: mientras le convenga. Dicen que esta vez la tregua es definitiva. ¿Y cuándo no lo ha sido? ¿Qué tregua no se ha presentado como sincera? ¿Qué alto el fuego no se ha disfrazado de definitivo e irrevocable?
Ofende a la inteligencia que casi nadie quiera reparar en la literalidad de esta parte del comunicado con dos frases absolutamente contradictorias:
ETA ha decidido el cese definitivo de su actividad armada. ETA hace un llamamiento a los gobiernos de España y Francia para abrir un proceso de diálogo directo que tenga por objetivo la resolución de las consecuencias del conflicto y, así, la superación de la confrontación armada.
O sea, que ETA ha abandonado la "actividad armada", pero sólo si Francia y España hacen lo que deben, o sea, lo que mande la ETA, llegará "la superación de la confrontación armada". ¿Pero cómo puede "cesar la confrontación armada" si ya no hay actividad armada? Pues muy sencillo: porque todo es mentira: sigue la confrontación, la actividad armada, el terror, el chantaje y el proyecto totalitario de la ETA. Vamos, que el papelito etarra es una trola con la que se consolará Rubalcaba pero a la que nunca, por mero cálculo electoral, debería haberse plegado Mariano Rajoy.
Es mentira lo que dice la ETA, es mentira lo que dicen el PSOE y el PP, es una vergüenza que Rajoy elogie a jueces y fiscales que como Garzón, Cándido y demás pandilla trataron con mimo y excarcelaron a criminales como De Juana Chaos. El comunicado se burla de las víctimas de sus atentados hablando sólo de sus muertos (pocos, al lado de los que mataron); pero PSOE y PP se burlan de las víctimas y de toda la nación española diciendo que la ETA dice lo que no dice y que va a hacer lo que no va a hacer. Es un día de vergüenza para los españoles que aspiramos a no vivir de prestado por la gracia de la ETA ni en una burbuja de mentiras por embeleco del PSOE y del PP. Parodiando a Churchill diríamos: por no enfrentaros de verdad al terrorismo habéis creado la mentira de la paz. Tendréis una paz de mentira y, por supuesto, no os libraréis del terrorismo.
http://blogs.libertaddigital.com/blog-de-federico/comunicados-para-besugos-10517/
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22-X-2011 2011-10-21
Las condiciones las pone el Estado de Derecho
Las víctimas son quienes han sufrido de verdad, en primera persona, el zarpazo del terror, y son ellas las únicas legitimadas, en última instancia, para perdonar a sus verdugos.
No es la primera vez que un comunicado de ETA es recibido con irreflexivo alborozo. TVE llegó a retransmitir las doce campanadas con las que los relojes del País Vasco marcaban el inicio de aquel "alto el fuego permanente" que acabó con el atentado de Barajas. Ahora muchos han escuchado "cese definitivo de la violencia" y se han parado ahí: prefieren olvidar cómo han acabado comunicados anteriores que en su día les parecieron igualmente terminantes y, sobre todo, prefieren obviar las condiciones que pone en su comunicado, que incluyen esa negociación con España y Francia.
En muchos casos esa ceguera está producida por la comprensible esperanza de vivir en una España libre de la amenaza del terrorismo independentista vasco. Pero no cabe poner esa excusa cuando se tiene un mínimo de responsabilidad pública. Hemos pasado por demasiadas treguas que no eran más que una trampa como para no exigir algo más que este comunicado para hablar del fin de ETA. Sólo cuando la banda anuncie su disolución y su voluntad de entregar las armas debería la clase política española expresarse como lo han hecho Zapatero, Rajoy, Rubalcaba o Patxi López. No antes.
No es la banda terrorista la que impone condiciones para su desaparición al Estado español, democrático y de Derecho, sino al revés. Aunque se decidiera cometer la injusticia de ser generosos con los verdugos y, por tanto, crueles con las víctimas, nunca se debería plantear siquiera esa posibilidad antes de que ETA anunciara su disolución y la entrega de las armas. Se entiende que los socialistas, siempre tan comprometidos con la "salida negociada al conflicto", hayan preferido pasar ese detalle por alto, pero del líder del PP cabría esperar que al menos explicara que ETA no ha puesto fin al terrorismo este 20 de octubre.
Con todo, quizá lo peor de la reacción política al comunicado ha sido la falta de respeto con que han tratado a las víctimas. No olvidemos que han sido ellas quienes han sufrido de verdad, en primera persona, el zarpazo del terror, y son ellas las únicas legitimadas, en última instancia, para perdonar a sus verdugos. Ese es el trato implícito en todo Estado de Derecho: renunciamos a tomarnos la justicia por su mano porque las instituciones se comprometen a castigar al delincuente. El Estado no tiene derecho a romper ese compromiso. De ahí que la opinión de las víctimas sea la más importante.
Sin embargo, los políticos han optado por dedicarles un cariñoso recuerdo, darles una palmada en la espalda e ignorar por completo lo que tengan que decir. Su voz ha sido ignorada, cuando es su voz la única que debería ser escuchada. Por eso debería ser obligado acudir a la concentración del próximo sábado 29 de octubre. Es una obligación ciudadana ayudar a que la voz de las víctimas se escuche allí donde quieren silenciarla.
http://www.libertaddigital.com/opinion/editorial/las-condiciones-las-pone-el-estado-de-derecho-61559/
culpables
"Culpables" es un libro publicado bajo seudónimo en Inglaterra, en plena Segunda Guerra Mundial. Sus autores eran tres periodistas de muy distintas tendencias ideológicas: Michael Foot, Frank Owen y Peter Howard, que decidieron escribirlo tras la evacuación de Dunkerke y la caída de Francia en manos de Hitler. Los tres se repartieron los 24 capítulos del libro y escribieron la obra en sólo cuatro días.
El libro salió a la calle en julio de 1940, siendo ya primer ministro Winston Churchill, y constituye una crítica durísima de quince políticos ingleses, todos los cuales habían jugado un papel relevante en los gobiernos anteriores. El libro acusaba directamente a esos gobernantes de haber conducido a Europa a la guerra por su política suicida de apaciguamiento ante Hitler.
Las dos mayores cadenas de librerías del país y la principal distribuidora editorial se negaron a vender la obra, de modo que al final el libro se terminó comercializando fundamentalmente en los quioscos de prensa. Pero, a pesar de los intentos de boicot, se imprimieron doce ediciones en un mes y se vendieron más de 200.000 ejemplares.
Aunque Inglaterra - y todo Occidente - mostró una ceguera aterradora desde el mismo momento en que Hitler accedió al poder, el término "política de apaciguamiento" suele utilizarse para hacer referencia a la política exterior inglesa durante el mandato de Neville Chamberlain, el predecesor de Winston Churchill.
El 28 de mayo de 1937 dimitía Stanley Baldwin como primer ministro, para ser sustituido inmediatamente por Neville Chamberlain. Las humillaciones del régimen hitleriano al nuevo gobierno inglés comenzaron de manera casi instantánea. Una visita del ministro alemán de Asuntos Exteriores a Inglaterra, prevista para julio de 1937, fue cancelada por Hitler, que no tenía prisa ninguna por hablar con Chamberlain. Cinco meses después, en noviembre de 1937, fue el propio Chamberlain el que envió a Alemania a Lord Halifax para entrevistarse con el líder nazi, a pesar de la oposición de los funcionarios del Foreign Office y del propio ministro de Asuntos Exteriores británico. Tanto Chamberlain como su embajador en Berlín declararon que la visita a Hitler había sido un éxito.
Apenas dos meses después de esa visita tan "exitosa", en enero de 1938, una serie de simpatizantes nazis eran encarcelados en Austria después de intentar dar un golpe de estado. A lo largo de los dos meses siguientes, la agitación en las calles de Viena y las presiones al gobierno austriaco por parte de los nazis fueron in crescendo. El gobierno inglés emitió una nota de protesta, pero ni Francia ni Inglaterra se comprometieron a apoyar al canciller austriaco, por lo que Hitler terminó invadiendo y anexándose Austria el 12 de marzo de 1938.
Aquella anexión violaba directamente el Tratado de Versalles que había puesto fin a la Primera Guerra Mundial, pero daba igual: ni Inglaterra ni Francia estaban dispuestas a recurrir a la fuerza para salvar a los austriacos. Tampoco Estados Unidos estaba dispuesta a involucrarse en ninguna disputa fronteriza o étnica en Europa.
Gracias a esa actitud, Hitler entendió perfectamente que podía continuar tirando de la cuerda, porque no iba a encontrar oposición ninguna por parte de las potencias occidentales.
Así que al mes siguiente, los miembros del partido nazi en la región de los Sudetes, perteneciente a Checoslovaquia, comenzaron a reclamar autonomía para su región, de mayoría alemana.
El primer ministro inglés, Chamberlain, advirtió a Hitler que otra invasión podría provocar la intervención británica, pero Hitler le tenía tomada la medida, así que ordenó a sus tropas que se prepararan para entrar en Checoslovaquia e instruyó a los miembros del partido nazi de los Sudetes para que incrementaran la presión sobre el gobierno checo. Chamberlain mandó en agosto de 1938 un enviado a Checoslovaquia para tratar de negociar con el gobierno y con el partido nazi de los Sudetes una solución. Las cuatro salidas posibles que propuso eran: incorporación de los Sudetes a Alemania, celebración de un referéndum para decidir sobre esa incorporación, celebración de una conferencia de paz sobre la materia o creación de una Checoslovaquia federal. Ninguna de las propuestas salió adelante.
El 15 de septiembre, Chamberlain se reunía con Hitler en Berchtesgaden y acordaba entregar los Sudetes a Alemania. Tres días después, Francia mostraba su acuerdo con la medida. Nadie preguntó su opinión al gobierno checoslovaco.
El 22 de septiembre, Chamberlain se volvía a reunir con Hitler para comunicarle el acuerdo de las potencias occidentales en que los Sudetes se incorporaran a Alemania de manera ordenada, pero Hitler reclamó que la anexión fuera inmediata. Una semana después, Hitler, Chamberlain, Mussolini y el presidente francés Dalladier se reunían en Munich y acordaban, al margen del gobierno checo, dar luz verde a Alemania para anexarse con carácter inmediato la región de los Sudetes.
Francia e Inglaterra le hicieron saber al gobierno checoslovaco que tenía dos opciones: aceptar el acuerdo, o resistir con sus solas fuerzas al ejército nazi. De modo que el gobierno checo se vio obligado a ceder y a firmar el acuerdo también, cosa que hizo el 30 de septiembre.
Ese mismo día, Chamberlain entregó a Hitler un tratado de paz que Hitler firmó sin apenas mirar. Chamberlain volvió con ese tratado a Inglaterra, donde la multitud le saludó en un principio como el estadista que había evitado la guerra. Chamberlain dijo: "El acuerdo que hemos alcanzado en torno al problema checoslovaco es, en mi opinión, tan solo el preludio de un acuerdo más amplio en el que toda Europa puede encontrar la paz".
Tampoco aquella traición de las potencias occidentales a los checoslovacos fue suficiente para Hitler. En los meses siguientes, los nazis comenzaron a agitar a sus partidarios dentro de Chequia y Eslovaquia, preparando el terreno para otra invasión.
El 12 de marzo de 1939, Eslovaquia declaró unilateralmente la secesión y pasó a convertirse en un estado títere de Alemania. Los alemanes, por su parte, se anexaron tres días después Chequia, convirtiéndola en un protectorado alemán. Ese mismo día, la otra provincia del país, Rutenia, declaraba también la secesión y era anexada a Hungría. Checoslovaquia desapareció como país, ante la inacción de las potencias occidentales.
Aquel mismo mes de marzo, Chamberlain todavía andaba dándole vueltas a la posibilidad de convocar una conferencia de paz a la que asistieran, además de él mismo, Hitler, Dalladier, Mussolini y Stalin. Su Ministro de Interior llegó a decir: "Estos cinco hombres, trabajando juntos en Europa y con sus esfuerzos bendecidos por el Presidente de los Estados Unidos, podrían convertirse en eternos benefactores de la raza humana". ¡Hitler, Stalin y Mussolini, benefactores de la raza humana!
Seis meses más tarde de que fueran pronunciadas aquellas palabras, estallaba la guerra, después de que Hitler diera una nueva vuelta de tuerca con la invasión de Polonia.
Anteayer se proyectó en España un nuevo capítulo de la política de apaciguamiento con el nacionalismo asesino puesta en práctica tras los atentados del 11-M y la llegada de Zapatero al poder. El gobierno español ha ido efectuando concesión tras concesión a un nacionalismo que se sabe crecido: abrió la puerta a la desmembración completa del estado, gracias a los estatutos de autonomía de segunda generación; volvió a legalizar al brazo político de ETA; le entregó la diputación de Guipúzcoa y decenas de ayuntamientos, con un presupuesto de 1500 millones de euros anuales...
Hoy como ayer, esas concesiones se han efectuado violentando la legalidad vigente, que entonces se llamaba Tratado de Versalles y hoy se denomina Constitución española.
Hoy como ayer, lo único que han tenido que hacer a cambio de esas concesiones quienes están dispuestos a ejercer cualquier violencia para alcanzar sus fines es firmar sucesivas declaraciones, sucesivos tratados de paz, que no importan nada, porque no hay ningún problema en romperlos.
Hoy como ayer, cada cesión ha implicado dejar en la estacada a alguien, sacrificar los derechos de numerosísimas personas. Y de la misma manera que los austriacos o los checoslovacos fueron dejados ignominiosamente a merced de Hitler, las víctimas del terrorismo o los vascos no nacionalistas han sido abandonados a su suerte por el Gobierno español.
Hoy como ayer, a esas personas directamente afectadas se les ha privado de voz, mientras que se convocaban negociaciones y conferencias internacionales para decidir sobre las vidas de la gente sin consultarla.
Y hoy como ayer, toda esa cobardía, toda esa ignominia, todo ese cálculo político no servirán para nada. Porque no hay nada que excite más al matón que ver que sus demandas son siempre satisfechas.
La única diferencia entre nuestra situación actual y aquellos terribles meses previos a la Segunda Guerra Mundial es que en Inglaterra al menos existía un Churchill para avergonzar a Chamberlain y, llegado el momento, sustituirlo. En España, por el contrario, el jefe de la oposición avala también con sus palabras la política de la traición.
El Winston Churchill español ni está, ni se le espera.
http://blogs.libertaddigital.com/enigmas-del-11-m/culpables-10525/
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