martes, diciembre 20, 2011

rajoy echa por fin a zp





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con 187 votos a favor
Rajoy, presidente del Gobierno
El sexto presidente de la democracia española ha sido investido con 187 votos a favor. La sorpresa: la abstención de Amaiur.

Rajoy, nuevo presidente del Gobierno


Se despide de Zapatero: "Acertó y se equivocó"
Zapatero ya no volverá hoy a Moncloa
Rosa Díez irrita a Rajoy con la "corrupción"

Pablo Montesinos 2011-12-20

Siete años después, por fin lo consiguió. Tras dos derrotas electorales y una turbulenta convivencia interna, Mariano Rajoy se vistió con el traje de sexto presidente de la democracia. Desde hace meses, mucho antes del veredicto de las urnas, él ya se consideraba el elegido. Nunca lo disimuló, con unas encuestas que no dejaban lugar a interpretaciones.



Sin embargo, Rajoy, hombre de Estado al que le gustan las cosas bien hechas, ansiaba ese momento en el que el Congreso de los Diputados le daba su plácet. Ese momento en el que se cierran las puertas del hemiciclo y sus señorías, en una votación pública por nombramiento, le llaman a ser jefe del Gobierno durante cuatro años. Así fue, no hubo sorpresas.



El ya presidente recibió el voto afirmativo de 187 diputados (los 185 del PP, el de UPN y el de FAC). Mayoría absoluta; el segundo candidato investido con más apoyo parlamentario de la historia, después después de Felipe González en 1982. En contra han votado PSOE, CiU, IU, UPyD, ERC, BNG, Compromís y Geroa Bai. La sorpresa estuvo en las abstenciones, ya que la proetarra Aamaiur se sumó al PNV y Coalición Canaria.



El candidato que fue presidente antes de tiempo lo consiguió, y ahora tendrá el difícil reto de ejecutar su plan de regeneración, con un país en depresión. Siempre pensó que la agonía debió durar menos tiempos, pero, sin echar la vista atrás y con un traspaso de poderes que se hizo eterno, llegó el día; un martes veinte de diciembre de 2012. Se abre una nueva etapa política.



Aún queda un último trámite, no menos importante: jurar ante el Rey, que lo hará el miércoles antes del mediodía. Tras ello, se trasladará al palacio de La Moncloa, que hoy desaloja su último inquilino, José Luis Rodríguez Zapatero. Según las fuentes consultadas, el presidente anunciará quienes serán los ministros de su gabinete en una rueda de prensa por la tarde; mantuvo finalmente la incógnita sobre cuál será la estructura del Ejecutivo, por lo que todas las opciones siguen abiertas.



Volviendo a la fotografía del momento, Rajoy recibió la esperada noticia al son de la tranquilidad que le caracteriza. El primero que le felicitó fue Zapatero, al que dedicó desde la tribuna cariñosas palabras de despedida. El segundo, Alfredo Pérez Rubalcaba, que se postula como su rival en la bancada socialista. Tras ellos, fueron desfilando los diferentes portavoces parlamentarios, mientras los dirigentes populares le seguían aplaudiendo convirtiendo el ruido en música de fondo. El particular besamanos se prolongó durante largos minutos.



Ya en los pasillos, hizo su primera valoración para insistir en “lo difícil” de la situación sin perder la esperanza. También recalcó que España no saldrá solo con la acción del Gobierno, sino que es tarea del conjunto nacional. Sobre la estructura del Ejecutivo, que no la dirá hasta mañana, tras despachar con el monarca, “como dice la Constitución, el ordenamiento jurídico y el sentido común”.



Segundo presidente del Gobierno del PP, sus últimas palabras desde la tribuna, aún como candidato, fueron dirigidas a los suyos, tras esa difícil travesía por el desierto: “Gracias a ellos estoy hoy aquí. No voy a defraudarles”. Se definió con fuerzas, con ganas e ilusión, y aseguró que no se saltará el guión, representado a las claras en su Programa de Gobierno.



“Cuanto más seamos tirando en la buena dirección, mejor. España es un gran país y la sociedad española es mi principal motivo de esperanza”, concluyó el nuevo presidente.


http://www.libertaddigital.com/nacional/2011-12-20/rajoy-presidente-del-gobierno-1276444796/





El obituario de Peter Pan
Cristina Losada
De atenerse Rajoy a su palabra de que no está ahí para cosechar aplausos sino para resolver problemas, podremos saludar la entrada del Gobierno de España en la edad adulta.

Una maldición de origen incierto advertía contra los tiempos interesantes, aquellos en los que nunca se sabe qué puede ocurrir y es posible cualquier cosa. Si el discurso de investidura de Rajoy marcara el tono del ciclo político que se abre, habría entonces que felicitarse. Se acabaron los excitantes y regresa, si alguna vez la hubo aquí, una concepción calmada –y ojalá también limitada– de la política. No ha habido sorpresas. Rajoy ha estado tal y como él gusta de presentarse. Un hombre predecible, poco amigo de sacar de la chistera conejos deslumbrantes. De forma pausada, sin notas sentimentales, ha expuesto un programa reformista en la economía. Que sea acertado es discutible, pero tiene coherencia, y eso es novedad dado el precedente. Rajoy está, digamos, en la antípoda de los iluminados que quieren cambiar el mundo. Aunque se limita en exceso al circunscribir el impulso reformista a lo económico. Más pronto que tarde, las circunstancias le obligarán a meterse en política.

Casi tan predecibles como Rajoy han estado diversos grupos de la Cámara en sus críticas. Han repetido el estribillo de que ha sido ambiguo y no ha concretado. Tal vez querían que el de Pontevedra les atizara el equivalente a un catálogo de Ikea, con precios, medidas e instrucciones de montaje detallados. Igual deseaban un megadiscurso como aquellos en los que Fidel Castro explicaba el funcionamiento de la olla arrocera. Cierto, hay asuntos de los que no ha hablado, pero ha llegado a mentar cuestiones tan pedestres como la eliminación de los puentes festivos, que ha de ser lo más concreto que se ha dicho en una investidura desde Leovigildo. Por no hablar del anuncio de la recuperación del Ministerio de Agricultura, que ha provocado una euforia agropecuaria difícilmente comprensible en las filas de su grupo. Esperemos que no vaya por ahí el nuevo modelo de crecimiento.

Entre las promesas implícitas que ha formulado destaca una posición moral –"no habrá españoles buenos ni malos"– contraria al clima de confrontación generado por Zapatero; y una reafirmación de la igualdad de los españoles. Los nacionalistas han detectado un olor a "recentralización" que no les gusta. Vaya, no ha abonado el peaje semántico al que están –mal– acostumbrados y le han dado el primer aviso para que paguen otros. En fin, de atenerse Rajoy a su palabra de que no está ahí para cosechar aplausos sino para resolver problemas, podremos saludar la entrada del Gobierno de España en la edad adulta. Será aburrido y no despertará entusiasmos, pero la política volverá a consistir en idear remedios temporales para males recurrentes. Adiós a Peter Pan.

http://www.libertaddigital.com/opinion/cristina-losada/el-obituario-de-peter-pan-62477/

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