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viernes, enero 20, 2012
tarahumaras mueren de frìo y hambre
Los tarahumaras: ¿mueren o no mueren?
Por Peralta Delgado
17 de enero 2012 12:14 PM EST
Los tarahumaras o rarámuris no se suicidan: se mueren de hambre.
Esta semana se esparció el rumor de que 50 hombres y mujeres de esta etnia (ubicada en la Sierra Tarahumara, en Chihuahua, México) se habían suicidado aventándose de los barrancos. El gobierno de ese estado y otros funcionarios públicos federales lo desmintieron: no, no se arrojan a los barrancos, sin embargo, están saturando los hospitales por enfermedades desprendidas de la hambruna y el extremo frío.
Alrededor de 500 tarahumaras están llenando hospitales por neumonía y parasitosis, y claro que han muerto. A pesar de alojarse en la Sierra Tarahumara, una belleza natural que es visitada por miles de turistas al año, los rarámuris parecen parte del atractivo turístico como si fueran una "especie en extinción". La desgracia se ha cernido sobre los indígenas: extrema sequía y un clima helado se une a no tener qué comer, por lo cual padecen desnutrición profunda.
Aunque el gobierno estatal ya "vio" a los indígenas (posiblemente sus precariedades seguirían igual si los medios no fotografían su hambruna) y ya pidió ayuda al gobierno federal, en realidad, los rarámuris sí están muriendo, y no por aventarse de lo alto sino por no tener cobijas ni alimentos.
La Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) envío 100 mil paquetes con alimentos y cobijas para los tarahumaras, además de ayudar con 950 millones de pesos; por su cuenta, el Gobierno de Chihuahua, estimó en mil millones de pesos la ayuda total requerida, y ya ha enviado "92 mil cobijas, 42 mil colchonetas, 15 mil láminas galvanizadas y 45 mil despensas para 200 mil personas", informó El Universal.
Los indígenas ya no aguantan el frío, la falta de lluvia y de alimentos, pero esto no es para nada un asunto nuevo; cada invierno, desde hace años, esta etnia viene padeciendo hambruna, pero el comportamiento de los gobiernos, y de alguna parte de la sociedad, es dejarlos en abandono; alegando que los indígenas no se quieren integrar o por no tocar su autonomía, se pasa del respeto a la indiferencia y el abandono. Es bueno que se sepa de estos casos.
http://www.impre.com/la-gente-dice/viewArticle.action?articleId=281474978928737
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Internacional
Los indios tarahumaras de México mueren de hambre y frío
Cinco han fallecido y unas 250.000 personas están en peligro
manuel m. cascante / ciudad de méxico
Día 17/01/2012 - 23.47h
Un año y medio de sequía y las bajas temperaturas del invierno han provocado una “emergencia humanitaria” entre los indios rarámuris. Al menos cuatro indígenas han muerto de frío en los últimos días y medio millar de individuos saturan la clínica Santa Teresita, en la ciudad de Creel, con cuadros de neumonía, parasitosis y desnutrición profunda.
Según ha reconocido el gobernador del estado de Chihuahua, César Duarte, unas 250.000 personas de la etnia rarámuri o tarahumara están en peligro. Ya en noviembre pasado los líderes indígenas habían advertido de que “mucha gente no tiene qué comer. Como no llovió, no hubo maíz ni frijol. Hace meses tuvieron que matar a las chivas, porque no había hierba que comieran. Los burros y mulas se están muriendo; y todavía falta el invierno”.
Pueblo seminómada, que practica un sincretismo entre la religión Católica y el chamanismo, los rarámuris habitan en chozas de madera e incluso en cuevas de las partes altas de la Sierra Madre Occidental o Sierra Tarahumara. Su dieta apenas la completan con hierbas y hongos silvestres, y ocasionalmente cazan conejos y ardillas.
Las autoridades locales desmintieron que se estuvieran sucediendo los suicidios entre la tribu ante su desesperada situación, como habían informado algunos medios.
http://www.abc.es/20120117/internacional/abci-mxico-indios-201201172150.html
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http://bcove.me/rxev9m3v
Tarahumara un gigante que se muere
Publicado el Miércoles, 18 Enero 2012 12:06
Mucho se ha dicho sobre los tarahumaras y la situación de pobreza extrema, esta es una crónica que relata lo que se vivía ya desde hace años.
Joel Sampayo en los ochentas, acudió a la sierra Tarahumara y recopiló la siguiente crónica:
DESDE ALGUN LUGAR DE CHIHUAHUA.- Está lejos de todo y cerca de nada. La pobreza es su compañera de siempre. Su porte gallardo se empequeñece con el hambre. Es el tarahumara, un gigante que se muere.
Gorras de los Dodgers de los Ángeles, pantalones de mezclilla y tenis Converse sustituyen los tocados, sapetas (taparrabos) y los pies descalzos. El frío y la pobreza los obliga a sacrificar su cultura.
Es que en la sierra de Chihuahua, en todo el año sólo hay dos estaciones: el invierno y la estación del ferrocarril Chihuahua-Pacífico.
El índice de mortalidad es terrible. Tan sólo en un día murieron dos pequeños integrantes de una comunidad de 200 tarahumaras. La causa es común: el hambre, arraigada por generaciones. Aquel que sobrepasa los 16 años puede considerarse un superhombre. Que será longevo, que acariciará el siglo de vida.
El tarahumara vive en chozas y cuevas hasta donde lo permiten los chabochi (hombre blanco, en tarahumara) y sus máquinas talabosques, que dejan rapada la sierra hasta no hace mucho poblada por añosos pinos.
Su alimentación se basa en pinole, frijol y calabaza. De vez en cuando una tortilla. La carne la prueban una vez al año.
Sin embargo, el alcoholismo es muy arraigado. Ellos ingieren tescuino, una bebida elaborada con maíz o arroz cocido y fermentado. Su efecto es brutal. Cuando no hay maíz, consiguen cerveza y licor en las estaciones de ferrocarril. La permutan por artesanías.
Según las creencias más difundidas, las tribus tarahumaras, pimas, tepehuanes y guarojíos, asentadas todas en Chihuahua, parten del mismo tronco común: los pieles rojas norteamericanos.
El progreso ha desterrado al tarahumara de sus dominios, aunque algunos, los menos, se han adaptado a convivir con los advenedizos. Muchos, en cambio, deben ahora refugiarse a sitios cada vez más inhóspitos.
Es así como el tarahumara adopta un nombre cristiano. El mismo se bautiza, aunque misioneros católicos han hecho labor evangelizadora, es común que en una aldea todos lleven el mismo nombre y apellido, como una manera de identificación para con alguien.
Son pocas las palabras que tienen el mismo significado en castellano y en tarahumara. Mamá, Dios, gobierno, Conasupo. Hasta ahí.
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Son los últimos días del verano de 1985 y las primeras heladas comienzan a devastar el raquítico maíz sembrado en las avaras planicies arrancadas de la sierra. Estamos en Creel, municipio de Bocoyna, a unos400 kilómetrosal oeste de la capital, Chihuahua.
Es Creel un pequeño poblado donde el turismo ha sentado sus reales. Es aquí la mitad de la ruta del ferrocarril Chihuahua-Pacífico, escala obligada del visitante.
Un hotel de lujo, el Parador dela Montaña, ofrece alojamiento, agua caliente, teléfono y hasta tours por la zona. Es, se puede decir, donde puede admirarse el lado de la bonanza del tarahumara.
Sí, el lado bueno, porque hay algunos, residentes en las cuevas cercanas, que se organizan en semana santa y asociados con los guías de turistas cobran una tarifa por dejarse fotografiar.
La cuota fluctúa, según la cámara que porte el visitante, Quinientos pesos por sesión para quien traiga una Instamatic. El que utilice cámara de video deberá pagar 5 mil. El turista queda satisfecho.
Si el tiempo es seco, puede escalar los cerros y visitar las cuevas de momias tarahumaras y saquear impunemente los centenarios vestigios. Al fin y al cabo cada vez que llueve es frecuente encontrar en el camino algunos restos diseminados.
También se puede visitar una cascada cercana; o comprar en tiendas de artesanías burdos tambores tarahumaras, o remedos de arcos y flechas, tan degradados, que la cuerda, en lugar de estar hecha con tripa de venado, se elabora con cuero de burro. Y las plumas de las flechas, originalmente de halcón o águila, son de vil gallina.
Pero a medida que se adentra en la sierra, el panorama es desolador. En el límite entre la opulencia y la miseria, es la legendaria Sierra dela Bufa, junto ala Barrancadel Cobre, aquella que fue saqueada a principios del siglo por gambusinos extranjeros.
Sólo quedan los rescoldos de aquellos tiempos opulentos. Y viejos tarahumaras mutilados por explosiones de barrenos que sentaron sus reales en las minas polvosas, estériles, cavadas sobre las ásperas paredes de una hondonada que parece no tener fin.
Sin embargo, los tarahumaras no deben morir. El gigante no debe derrumbarse. Ese es el objetivo de un hombre que lucha por ellos. No revela sus motivos, Quizá sea un idealista. Tal vez lo haga por venganza. Pero lo cierto es que él defiende a los suyos con esa apatía y –hasta hostilidad- del Mundo para con su raza.
Pocos conocen a ese hombre de quijotesco porte e ideales. Su nombre de batalla es “Chicón”, impuesto por los propios tarahumaras a quien consideran su benefactor.
Es ahí donde el viento brama y esculpe caprichosas formas en los escarpados riscos, donde surgen Nacimientos de piedra, donde anidan las águilas y se refugian los venados, donde resuena con ímpetu, el eco de un grito misterioso y esperanzador: “¡Chicón, chicón!”.
Segunda Parte
ROCHIBO, Chihuahua.- Con el eterno cigarro y paliacate al cuello, un hombre de piel ennegrecida por el sol, de ojos grandes y tristes, cabello gris y enmarañado, conduce con asombrosa habilidad el jeep por un disparejo terreno que él asegura es un camino. De pronto, se detiene, baja y observa los majestuosos acantilados.
Jala aire y deja escapar un potente grito: “¡Chicón, Chicón!”.
Las paredes se encargan de reproducir su mensaje a través del eco. La voz rebota hasta oirse cada vez más lejana y antes que el silencio vuelve a adueñarse de los riscos se escucha una rítmica respuesta: tun tun, tuntún- Desde alguna cueva quizá, alguien toca un tambor. El sonido se multiplica. “Vámonos”, ordena “Chicón”. Y reemprendemos el viaje entre una mar de brincos.
Registrado como Ismael Villalobos, el médico idealista prefiere que lo llamen “Chicón”, como lo conocen los nativos de la montaña. ¿Y por qué ese nombre? ¿Acaso alguna palabra en tarahumara?
Enciende un cigarro y parece apenarse cuando confiesa: “En mis primeros viajes a la sierra, los tarahumaritas me invitaban de su tescuino. Para no desairarlos les decía: sírvanme poquito, en un vasito “chicón”… Ahí se me quedó”.
Villalobos dice no recordar el tiempo que tiene de convivir con los tarahumaras. “Antropólogo no soy. Simplemente siento que debo ayudarlos”, dice.
Es supervisor de distribución rural dela Conasupoen Chihuahua. “Tienes qué llevarles su despensa. Si no les llega los tarahumaras se mueren de hambre”, sentenció.
La ruta es pesada en extremo. Los caminos sólo son transitables por vehículos pesados y de doble tracción. Los ríos crecidos obligan a tomar enormes rodeos. Ni qué decir cuando se presentan nevadas.
El jeep avanza lentamente. Atrás, viene un camión cargado de víveres. “Muchos tarahumaras viven en lugares donde no se puede llegar ni a caballo. Ellos tardan hasta cinco días para alcanzar un lugar donde encuentren maíz”.
-¿Por qué decidió esta misión?
-Mi padre era presidente municipal y gran defensor de los tarahumaras y desde siempre han sido explotados. A mi padre lo asesinaron; lo emboscaron. Lo mataron como a un perro. Yo era apenas un niño…
Los enormes ojos de Chicón se humedecen. Decide callar. Sólo se escucha el castigado rumbar de los motores.
Diluvia. Pero como quiera una docena de tarahumaras trabaja para colocar el techo de palma en una escuela. Mientras tanto, en un jacal habilitado como aula, varios niños observan la lluvia. Es la hora del recreo.
Una joven mujer recibe a los visitantes. Es la directora, maestra y cocinera. Saluda cordialmente y parece feliz o cuando menos no se queja de la soledad de la montaña. Al contrario, se muestra orgullosa de los avances de sus alumnos que reciben educación bilingüe.
Organiza a los niños y los hace cantar, primero en tarahumara.
“Bantera Mexico Niruha-me
Chimibi caradio taimi
Chimi rehuacamé
Naquituame nige cabuchi
Aliena di mi güilma
Mapa llena nimicú
Napuarami macagüí.
Luego lo hicieron en castellano:
Bandera mexicana,
Oh, lienzo tricolor
El manto sacrosanto
De mi amada nación
Prometo defenderte
Con fe hasta morir
Y ser siempre constante
Por bien de mi país
Tercer capitulo
GUTEACHI, Chihuahua – Una laguna cenagosa custodia la cabaña de troncos entretejidos. Un hilillo de humo es el único indicio de vida en el valle tarahumara.
Una tormenta eléctrica descarga rayos cada vez más cerca. El jeep avanza con mayor dificultar. Había que darse prisa. La posibilidad de una crecida en los ríos era latente.
Chicón se detiene y observa la carga del camión que viene atrás. Revisa que estén bien protegidos los costales que dicen “corn” con grandes letras, así como los bultos de ropa americana y las cajas de Tylenol y Anacin.
El doctor Villalobos recibe regularmente donativos de ropa y medicinas de diversas agrupaciones norteamericanas, sobre todo de los pieles rojas a través de Búfalo Negro, un jefe de tribu tan popular que hasta tiene su propio programa de televisión. El maíz lo recibe de Canadá. Todo es para ayudar a los tarahumaras.
“Me coordino con Conasupo: yo les entrego a los tarahumaras las donaciones y Diconsa les provée de víveres a precios oficiales. En cada comunidad intentamos poner una tienda Conasupo para que la vigilen ellos mismos. Es que, carajo, un kilo de azúcar se consigue a 300 pesos, si es que se consigue”.
--Por qué los tarahumaras deben depender de la ayuda que le envían del extranjero?
Villalobos responde: “No hay quién dñe créditos. En donde viven es imposible sembrar”. Y mira hacia el pantano rodeado de pinos.
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En todos sus viajes, Chicón se hace acompañar de su tío “Cayusa”, y de un joven, soñador como él, Nacho Trejo.
Cayusa –su nombre es Cayetano Castro Montañez--, es la versión delgada, casi famélica, de Sancho Panza, el custodio del Caballero dela TristeFigura.
Su ilusión es ser maestro. Su decepción, haber perdido todos sus papeles. “Para la ley no existo”. Su pasión, la magia. En cada escala, Cayusa no pierde oportunidad para demostrarle a los tarahumaras sus dotes de prestidigitador.
Nacho Trejo tiene esposa y dos hijos y no parece sufrir de preocupaciones económicas y se lanza a la aventura serrana con Chicón, quien lo considera como su sucesor. “Me queda poco de vida, yo lo sé –afirma Villalobos-. Y Nacho no permitirá morir a mi gente”.
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SISOGUICHI, Chihuahua.- Volvió a retumbar el grito de “Chicón Chicón. Ahora no hubo tambores. “¡Cuirabá!”, se escuchó a lo lejos. Es el saludo tarahumara. “Kinasimi (Ven para acá)”, les gritó Villalobos.
Diez minutos después salió del bosque un hombre vestido a la usanza tarahumara, cabalgando a puro pelo. Intercambió unas frases con Chicón, se fue a galope y poco después aquello se llenó de tímidos tarahumaras.
Pero los recién llegados no vestían como marca la costumbre. Uno portaba una bata de mecánico con el logotipo de Good Year en el pecho. Las cachuchas beisboleras eran la constante. Sólo las mujeres parecían aferrarse a la tradición.
Busqué al jefe de la comunidad. El “tiariamé guarura”. Quería conocer su punto de vista ante la pérdida de su identidad cultural. Llegó enfundado de un jersey de futbol americano y unos anteojos Rayban… Ya no necesitaba preguntar.
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SAN JUANITO, Chihuahua.- Las vacas pacen en el campo plagado de orégano, manzanilla y zacate navajita. Mejor alimentación no podían tener. Un tarahumara observa sin ilusiones. Los animales no son de él.
El hombre blanco lo ha embaucado, como cuando llegaron los españoles a deslumbrar con espejos a los aztecas. El mestizo paga una irrisoria cantidad al nativo para que le engorde sus vacas. “Al cabo no te cuesta el forraje”, les argumentan. Y en actitud de falsa solidaridad rematan: “Además no te vamos a cobrar la abonada de tu tierra”.
La explotación mayor es atribuida a los caciques cuyo significado en tarahumara es el mismo que hombre blanco: “chabochi”. Ambos son considerados como ricos al acaparar el tesoro más preciado por los tarahumaras: el maíz.
El cacique es lo mismo un comerciante que un político. Una tonelada de maíz la permutan por 25 cabras. El tarahumara no tiene alternativa. Está muy lejos de cualquier lugar donde le den cuando menos 3 mil pesos por cada animal.
Pepe Ruiz Ceballos es uno de ellos, según el decir de los nativos. Es diputado federal por la zona tarahumara. Otro es Silverio garcía Bustillos, quien pretende ser el presidente del Consejo Supremo Tarahumara con ayuda del Instituto Nacional Indigenista y otras agrupaciones oficiales.
¡Por qué razón? Responden los propios tarahumaras; para seguir asumiendo el control de las tribus, mantenerlos reprimidos y obligarlos a ceder a particulares la explotación de sus bosques.
En San Juanito, municipio de Bocoyna, se encuentran las oficinas generales dela PromotoraForestaldela Tarahumara(Profortarah). Un alto funcionario afirma que los sueldos y las prestaciones que ofrecen están muy por encima de lo que marca la ley.
Pero los salarios sólo están dedicados para quienes manejan los aserraderos –admite-. “Es que los tarahumaras no quieren trabajar”.
Sin embargo, Ventura León Pacheco, tarahumara residente en Noguitas, responde: “Nos acaban los bosques, la tuberculosos nos mata. No nos ofrecen empleo”.
El funcionario de Profortarah, contador público residente en Chihuahua, rechazó que haya tala inmoderada. “Tenemos mucho cuidado al cortar los árboles. Siempre dejamos un pino “macho” al centro de donde marcamos. Esto es para que con el tiempo tenga varios ‘hijos?, es decir, cuando desprenda sus piñas éstas germinen”.
Empero, reconoció que para que un pino esté en condiciones de cortarse debe tener una edad mínima de cien años. “Pero ya se emplean técnicas para reducir en 50 años su tiempo de maduración”, argumentó.
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BATOPILAS, Chihuahua.- No se necesitan pedir explicaciones para conocer el origen del nombre deLa Bufa. Lapropia sierra responde. El eterno viento literalmente “bufa” entre los acantilados.
Al fondo del impresionante barranco, serpentea caprichoso un río que pacientemente, al paso de los siglos, ha ido cavando un profundo cañón. Se ve un puente, así de chiquito. Parece de juguete. Al llegar, nos percatamos que está construido de hierro y reforzado con durmientes de ferrocarril.
El concepto de la distancia debe modificarse en la sierra de Chihuahua. Decir un kilómetro es decir una hora. A “sólo”3 kilómetrosdela Bufase encuentra Barranca del Cobre, sede de añejos emporios mineros que estuvieron en manos extranjeras que se acabaron el oro y con ello la prosperidad se fue. Sólo dejaron enormes montículos de piedra estéril. Sobre los escombros se levanta un caserío donde únicamente hay viejos tarahumaras mutilados.
Chicón decide hacer un reparto de medicinas. Aquí el tarahumara se aferra sus costumbres y no acepta ropa foránea. El médico alínea a todos y comienza a repartirles botellitas oscuras. “¿Qué es, Chicón?”, pregunta el menos viejo. “Es aceite de hígado de bacalao para que te dé hambre”.
El hombre se rascó la cabeza y furioso lanzó la botellita al barranco. “¡Chicón, hambre ya tenemos… mejor mándanos algo que nos la quite!”.
Cuarto Capitulo
CREEL, Chihuahua.- Aun cazan con arco y flecha. Hay quienes corren tras un venado hasta cansarlo. Viven en cuevas. En la sierra de Chihuahua hay docenas, quizá cientos de cavernas habitadas por tarahumaras. Los riscos ahumados son el indicio.
Parece una escena rrancada de una fantasía prehistórica: cuevas con mecheros, peroles bajo tierra, huesos, brujos.
A Sebastián B. Gloria le molesta le llamen “brujo”. Prefiere le digan “chamán” –Y de los buenos, presume-. En términos prácticos significa lo mismo.
No representa los 75 años que dice tener. Se jacta que su cueva fue filmada hace cosa de 25 años, la película “Tarahumara” con Ignacio López Tarso, la cual no ha visto porque, simplemente, el cine más cercano está a300 kilómetros. Trescientos kilómetros al tipo de cambio sierra tarahumara.
Bajo sus lentes oscuros esconde sus ojos pequeños, pacientes. Rehusa hablar de sus métodos de curación. “Dios es el que decide”, argumenta.
En una cueva vecina una niña teje bandas para la cabeza. La lana y el algodón son sustituído por prosaico hilo de estambre. La lana la dedican para elaborar cobijas para ellos. ¿Quién puede soportar el invierno eterno con una vivienda así?
Más allá, una mujer talla un pedazo de madera de pino, le marca ojos, boca, dos piernas, le pone una faldita y ya está: una tarahumarita. Quizá allá abajo, en las tiendas de artesanías, se las compren en cien pesos cada una para revendérselas al turista a mil.
En otra caverna, una anciana ata con mucho cuidado una tira de cuero de burro a un arco que parece se quebrará con la pura mirada. “No le estire”, advierte el intérprete, “Se puede reventar”. No sirven para la cacería. Son burdos remedos para los turistas, quienes se van satisfechos por agenciarse una auténtica reliquia tarahumara.
Hay una cueva sola donde un caldero en ebullición delata la presencia de maíz. El tescuino está en plena elaboración. El inquilino pretende limpiar un terreno que encontró para intentar cosechar algo. En lugar de paga, el anfitrión ofrecerá a quien le ayude a labrar una “tescuinada”, borrachera donde participan hombres y mujeres por igual y que puede durar hasta una semana. Ahí es donde los novios se conocen, dice Chicón.
Los hombres no están. Todos se fueron a Rochiachi a presenciar una carrera de pelota –rarajipari--, también ya ajena a la tradición. Aunque se sigue utilizando una esfera de madera de unos20 centímetrosque debe ser impulsada con los pies, la ruta, que antes era de300 kilómetros, se reduce a 30 aún extenuantes kilómetros.
El triunfador jamás acepta dinero, sin embargo se presta para que se pacten jugosas apuestas que se tasan en maíz, cobijas o cabras.
Y COMO MUERE
NOROGACHI, Chihuahua.- En un valle poblado de flores, una procesión avanza cargando una rústica cajita de madera. Al frente camina un niño de unos cinco años sosteniendo un martillo. Más atrás, el cuerpo de su hermanita es cargado por cuatro hombres que llevan un pequeño ataúd de madera. Al último vienen tres mujeres, entre ellas la madre. Se deduce porque es la que carga una cruz de madera. Nadie llora. Todas tienen el mismo inexpresivo semblante que se interpreta de cansancio.
Avanzaba el cortejo y de pronto, ante una figura labrada en piedra se desviaron y le dieron 4 vueltas antes de continuar su camino por la alfombra multicolor hasta llegar a la orilla de un barranco.
Ahí, el padre pacientemente comenzó a cavar una fosa, de apenas unos60 centímetrosde profundidad. Al terminar, levantó dos tablas del pequeño ataúd, la madre se acercó y sin manifestar expresión alguna, lanzó al cuerpecito puñados de un amasijo de pìnole y agua.
Después del rito, el hermanito entregó el martillo a su padre y clavó la tapa. La madre se despojó de una banda enrollada que permitió ver su abultada cintura y con ella bajaron el ataúd a la fosa. Apenas colocaban la cruz y los hizo voltear otro cortejo que venía. Iban a sepultar a otro niño, éste de tres años.
Mientras tanto, allá en la sierra, quizá desde alguna cueva, se escuchaba lo que parecía un coro de lamentos. Un tarahumara había venido al mundo. Lloraba el recién nacido. Y sus padres también.
http://www.telediario.mx/local/tarahumara-un-gigante-que-se-muere
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Maize Urgently Needed
Posted by AmigaBanquera on Wednesday, December 14, 2011 · 1 Comment
This is when your contributions are most urgently needed. Exactly now.
The worst drought in years has descended on the people of the Copper Canyon, The Sierra Tarahumara.
Hunger has become severe. People are dying.
Norawas has been responding to the hunger since early December.
With funds primarily raised through Micah True’s speaking tour, we have been distributing food vouchers throughout the Sierra Tarahumara. The vouchers are redeemable at groceries throughout the area. US citizens and anyone living outside of Mexico can make a tax-deductible contribution that will buy vouchers given directly to Tarahumara communities, families, and individuals in need.
Thank you for your help!
http://www.norawas.org/give-and-receive/
Donate/dona tu ayuda
https://www.paypal.com/us/cgi-bin/webscr?cmd=_flow&SESSION=na-P6BRVjYBxqGhXTzPkKgV22oiq5jWwdOW-olUQM17LuBvYezd9ZfHOwli&dispatch=50a222a57771920b6a3d7b606239e4d529b525e0b7e69bf0224adecfb0124e9b61f737ba21b081988562bf19d61623c6f33db8e87506be10
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