Las cuerdas son más resistentes y emiten un sonido "suave y profundo".
2012-03-05
Para medir la resistencia de las cuerdas, Osaki usó para su experimento más de 300 arañas hembra de la especie Nephila maculata, conocidas por la complejidad de elaboración de sus telas y denominadas arañas de seda de oro por el color de la seda que fabrican. Los hilos de su telaraña brillan como el oro a la luz del sol.
Osaki empleó para elaborar cada cuerda de violín entre 3.000 y 5.000 hilos de seda retorcidos en una sola dirección. Tras su elaboración vino el momento clave: ¿resistiría? El investigador japonés probó, revisó y midió la resistencia de las cuerdas a la tracción, una de las claves buscada por todo violinista para evitar una incómoda rotura en plena actuación. Si bien la cuerda resistía menos tensión antes de romperse que las cuerdas habituales, su aguante era superior que las de nailon cubiertas de aluminio. Al pasar las cuerdas tejidas por la Nephila maculata bajo un microscopio, Osaki pudo observar que las cuerdas previamente retorcidas, totalmente redondas, se habían unido de forma tal que no dejaba huecos ni espacios libres entre sus hebras, de ahí su sonido diferente y su resistencia.
Shigeyoshi Osaki ha perfeccionado la técnica para poder obtener grandes cantidades de esta seda de Nephila maculata criadas en cautividad y no sólo eso: conoce a la perfección las características de esta tela para poder trabajar con ella. Considera que, de mezclarse con otros materiales, como pueden ser el aluminio o el titanio, podrían crearse nuevos materiales altamente resistentes o incluso tejidos artificiales para la elaboración de tendones o huesos.
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