domingo, enero 26, 2014

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Crónica del rey pasmado

El president de la Generalitat, Alberto Fabra, se separó de su esposa antes del pasado verano. Nada que no hayan hecho millones de españoles y nada que ponga en contradicción su discurso público con su proceder privado, puesto que, al menos de momento, el PP amenaza con devolver el aborto al ámbito de lo delictivo, pero del divorcio no ha dicho que vaya a tocar una coma. Si acaso, para los amantes de las estadísticas el dato sólo podría servir para reseñar que Fabra es el primer presidente que se separa de su mujer en pleno mandato. Pero como aquí hemos tenido presidentes que no han nacido en la Comunidad, o que no hablaban valenciano, o que no habían trabajado nunca de otra cosa que no fuera de cargo público, hay que concluir que lo que somos es una autonomía plural, cuya diversidad social y cultural se refleja, como no podía ser de otra forma, en la jefatura del Consell.

EN EL ESCENARIO. La cuestión, pues, no es esa. La cosa comenzó a complicarse inmediatamente después. Todos los dirigentes importantes del PP y miembros del Consell –sin excepción relevante– confirmaron enseguida que el president había iniciado una nueva relación con una persona de su gabinete, la hasta esa hora semidesconocida directora general Esther Pastor. Y fue entonces cuando Fabra cometió un error político de primera magnitud: colocó su vida privada en el centro del escenario, dirigiendo a ella todos los focos, al ascender en cuestión de semanas a Pastor, de directora general, a secretaria autonómica con mando en Presidencia. Pastor, que durante años se había mantenido en un discreto segundo plano como ayudante de Fabra, ha negado reiteradamente la existencia de otro vínculo c0n el jefe del Consell que no sea el de la amistad. Pero nadie en el PP le ha hecho caso, ni en Valencia ni en Madrid. Todo lo contrario: hubo quien la recibió en su nuevo cargo afirmando que Fabra la había hecho dueña del Palau; y quien directamente dijo que la había convertido en presidenta consorte. Sea de una forma o de otra, la equivocación ha provocado que el president esté desde ese día sometido a permanente chantaje y que la acción de gobierno, si la hubiera, se resienta aún más.

FENÓMENOS EXTRAÑOS. El Consell de Fabra está roto. Y a la breve gestión de Esther Pastor se le achaca justa o injustamente gran parte de la responsabilidad. Se le culpa del alejamiento entre el vicepresidente Císcar, con quien la secretaria autonómica no disimula su enfrentamiento, y el presidente. También del distanciamiento de consellers que antes eran fundamentales para el gobierno –caso de María José Catalá, de Máximo happy Buch o de Moragues–, y del compadreo con el conseller de Sanidad, Llombart, que no es nadie en el partido luego poco puede ayudarle a manejar el timón del barco. De decisiones sumamente polémicas, como la contratación de un coach o el despido fulminante del equipo de asesores con el que Fabra vino de Castellón y que ha sido sustituido por antiguos campistas con relación de amistad con la secretaria Pastor. No es extraño que el chascarrillo en el PP sea que el Palau es escenario de fenómenos paranormales: por primera vez –bromean– conviven dos presidentes –él y ella– y el fantasma de un tercero –Camps– deambula por las estancias resistiéndose a desaparecer.

Cuando tienes en tus manos el Diario Oficial de la Generalitat hay que ser extremadamente cuidadoso con cada paso que das. Y en una situación tan explosiva como la que vive la Comunidad Valenciana, era de prever que alguien como por ejemplo Rafael Blasco se interesara por el asunto, con el resultado por todos conocido a día de hoy: el sindicato de matarifes Manos Limpias presentando denuncias y un topo –o diez, o cien– filtrando documentos, poco relevantes pero muy escandalosos. Un juzgado investigando facturas de noches en encantadores hoteles de Alicante y Madrid y los yogures que se comen en el Palau a cuenta del erario público siendo portada de los periódicos. Vendrán más cosas, habrá más crujir de dientes. ¿Verdaderamente importantes? Feas, en todo caso. De las que, cuando la gente no puede pagar la hipoteca, sirven para arruinar cualquier carrera política.

Lo peor es que, con todo esto, el president Fabra ha demostrado una torpeza increíble y un desconocimiento del suelo que pisa más apabullante aún. En lugar de corregir el error cuanto antes, se ha puesto a buscar al emboscado que filtra los papeles incómodos de Presidencia, como si fuera el topo, y no la munición que él le ha regalado, lo importante. Como el remedo de Felipe IV en la novela de Torrente Ballester, Fabra está pasmado, pero en el mal sentido del término: no sabe cómo salir del entuerto y comete un yerro tras otro. En Fitur, esta semana, permitió que la filtración de la cesta de la compra del Palau se convirtiera en lo más destacado de su discurso. No se da cuenta de que eso es así porque las facturas las firma Esther Pastor y no cualquier otro funcionario. Y eleva la anécdota a categoría cuando proclama indignado, no sólo que hay una conspiración contra él mismo y contra la Generalitat, sino que responderá a ella ante quien debe: los jueces. ¡No, hombre, no! Responder, un político, siempre debe responder ante los ciudadanos.

MOVER FICHA. Como éste es el reino del dislate, los amigos de Fabra, en un intento de salvarlo con el que acabarán sin duda por hundirlo, exigían ayer por escrito que Pastor salga a dar explicaciones. ¿Por qué? Quien debe mover ficha es quien la nombró, y no ella. Creo, sinceramente, y no sé si algún día tendré que arrepentirme de esto que escribo, que Fabra es el menos retorcido políticamente de los inquilinos que en su historia ha tenido el Palau. Pero también es el que menos ha asimilado su rango. Por eso, aunque pudiera parecerlo, este texto no habla de la vida privada de Fabra, sino de su actuación pública. El president de la Generalitat nombra y destituye consellers y miembros de la Administración. Disuelve las Cortes y convoca elecciones. Diseña la política y la dirige. La Presidencia de la Generalitat es un órgano unipersonal y no puede compartirse. Ésa es su esencia. Y convendría que Fabra no lo olvidara, porque, si no, no le quedará nada.


http://www.diarioinformacion.com/opinion/2014/01/26/cronica-rey-pasmado/1461954.html

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Suspensión de la incredulidad
26 de Enero de 2014 - 20:10:15 - Luis del Pino


¿Cuántos libros se han publicado a lo largo de la Historia? Pues según la empresa Google, que hizo un recuento en el año 2010, la respuesta es que hasta la fecha se han editado unos 130 millones de títulos distintos en todo el mundo.

De ellos, la proporción de obras de ficción es aproximadamente de uno de cada siete, según los datos de publicaciones en 2007 en EE.UU. Eso quiere decir que a lo largo de la Historia se han escrito en torno a 20 millones de novelas diferentes.

Por tanto, con un número tan inmenso de novelas publicadas, cualquiera que se plantee hoy escribir otra novela más, puede estar seguro de que alguien ha escrito alguna vez una trama similar a la suya.

¿Y películas? ¿Cuántas películas se han hecho? La conocida base de datos cinematográfica IMDb contiene en estos momentos más de 2.700.000 títulos filmados desde 1880, de los cuales 1.700.000 corresponden a episodios de series de TV y unos 300.000 a películas de cine. De nuevo, la posibilidad de escribir el guión de una serie televisiva o de una película para la gran la pantalla, y no repetir la trama de algún guión anterior, es casi inexistente.

Los folcloristas han utilizado desde principios del siglo XX el sistema de clasificación de Aarne-Thomson para catalogar las tramas de los cuentos populares, según su temática. Actualmente, el sistema cuenta con algo más de dos mil categorías distintas, es decir, dos mil posibles historias diferentes que contar.

Pero si se prescinde de detalles concretos, en realidad el número de posibles historias diferentes se reduce muchísimo. Así, el escritor francés Georges Polti desarrolló en su día una clasificación de los 36 posibles argumentos básicos que cualquier historia puede tener, y el periodista inglés Christopher Booker identificaba, por su parte, tan solo siete categorías principales de tramas.

Sea como sea, cualquier escritor tiene muy difícil ser original en lo que a la trama respecta. Antes que él, muchos miles de escritores habrán desarrollado una trama similar. La originalidad, y también el arte, no radican en lo que se cuenta, sino en cómo se cuenta.

Supongo que si alguien se molestara en hacer una recopilación similar de los discursos políticos, nos encontraríamos también con una inmensa avalancha de discursos que, al final, se pueden reducir a unas cuantas decenas de variantes distintas. Cualquier genialidad o tontería que a un político se le ocurra, ya se le ha ocurrido a muchísimos otros escritores de discursos políticos antes que a él.

De nuevo, la originalidad política no consiste en inventar la rueda, porque todas las ruedas están inventadas, sino que descansa en la forma de transmitir el mensaje.

Un buen escritor de ficción o un buen guionista de cine no inventan argumentos nuevos, porque los nuevos argumentos no existen. Lo que hacen es lograr que nos creamos aquello que cuentan. Los americanos tienen una frase - suspension of disbelief, suspensión de la incredulidad - para designar ese estado de ánimo que permite a los lectores o a los espectadores sentir como verosímil una novela o una película, aunque en ella salgan marcianos de piel verde y con trece piernas. El buen cine y la buena literatura son aquellos que logran esa suspensión de la incredulidad en los espectadores y lectores. Por el contrario, los malos escritores de novelas y de guiones no logran vencer nuestra incredulidad, no logran que olvidemos por unos instantes que estamos asistiendo a una película o leyendo una historia de ficción.

Con los políticos pasa lo mismo, pero con un obstáculo añadido. No buscamos que nos cuenten algo nuevo, porque nunca hay nada realmente nuevo que decir. Lo único que los votantes esperan es que el político sea capaz de vencer su incredulidad, de contarle algo que resulte mínimamente verosímil. Pero además, tenemos la posibilidad de confrontar lo que los políticos dicen con los hechos, con lo que luego hacen. Y el confrontar el dicho y el hecho contribuye a reforzar o a destruir la credibilidad del político.

Miren ustedes a su alrededor. Fíjense en un Artur Mas, en un Rubalcaba, en un Rajoy... ¿Cuando ustedes oyen hablar a alguno de ellos, experimentan esa sensación de suspensión de la incredulidad que las buenas películas consiguen? ¿O tienen, por el contrario, la impresión de estar escuchando a alguien que recita un papel?

El problema de la política española es que llevamos años repitiendo los mismos tipos de guiones, cosa inevitable, pero cada vez de una forma más cansina y rutinaria, y con actores cada vez menos profesionales. Lo cual no hace sino ahondar la brecha entre los dirigentes políticos y la ciudadanía.

Quienquiera que sea el productor de esta película llamada España, debería empezar a plantearse cambiar de reparto, porque la cosa no da mucho más de sí y la gente está empezando a abandonar en masa la sala de proyección.

http://blogs.libertaddigital.com/enigmas-del-11-m/suspension-de-la-incredulidad-12773/

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CÓMO ALCANZAN SUS PROPÓSITOS
El Efecto Forer: por qué consiguen los vendedores de humo engañarnos siempre

Cualquier persona puede engañarnos con un buen manejo del lenguaje. (Corbis)
Luis Muiño06/05/2013
Vivimos tiempos turbios en los que parece difícil encontrar honestidad por ninguna parte. Banqueros, políticos y personajes públicos de todo tipo son acusados de actos inmorales. En momentos así conviene recordar que en otras etapas problemáticas hubo individuos que clamaron contra la desvergüenza social. En uno de sus libros el escritor Eduardo Galeano nos recuerda uno de esos testimonios. A principios de los años treinta, en EEUU, un famoso personaje estalla indignado en una entrevista: “Hoy en día, ya la gente no respeta nada. La corrupción campea en la vida americana de nuestros días. Donde no se obedece otra ley, la corrupción es la única ley. La corrupción está minando este país. La virtud, el honor y la ley se han esfumado de nuestras vidas”

Estas rectas palabras tuvieron un gran eco sobre aquellos que asistían indignados a la inmoralidad reinante en aquellos tiempos. Quedaron, eso sí, algo empañadas por un hecho: días después de la entrevista ese individuo fue juzgado y enviado a prisión por delitos contra la hacienda pública. El indignado era Al Capone, el gánster más famoso de la época, al que hoy, de hecho, atribuimos gran parte de la miseria moral de aquellos tiempos.

¿A qué se debe el éxito de estas expresiones que no contienen ningún bit de información sobre la ética real de la persona?Al igual que este mafioso, millones de personas, en la vida pública y privada, manejan hoy con destreza frases ampulosas con supuesto contenido ético que tienen un gran efecto en sus oyentes. Políticos y autores de libros de autoayuda, religiosos y publicistas, sindicalistas y seductores: todos se convierten en algún momento en Vendedores de Humo. Saben que frases del tipo de “Voy a trabajar para el bien común”, “Nunca hay que olvidar la dimensión moral del ser humano”, “Si creemos en ello podemos hacerlo” o “He intentado actuar toda mi vida con honestidad” tienen un efecto inmediato en las audiencias.

¿A qué se debe el éxito de estas expresiones que no contienen ningún bit de información sobre la ética real de la persona? Precisamente a esa ambigüedad: son tremendamente eficaces porque hacen creer a los demás que ese individuo está diciendo algo acertado. Usando Frases Humo -expresiones con las que todo el mundo está de acuerdo porque son obvias- estos manipuladores dejan que sus seguidores entiendan lo que ellos quieren entender y llenar, con sus expectativas, el discurso vacío.

A vueltas con el efecto Forer

Si un Vendedor de Humo afirma ante un auditorio: “Es importante que nuestra forma de actuar no sea simplemente vivir día a día. Hay que profundizar también en ciertos valores éticos que son importantes para el ser humano” consigue que todo el mundo asienta porque está de acuerdo con él. En realidad, cada espectador está pensando en profundizar en objetivos diferentes (y en muchas ocasiones opuestos). Pero la sensación de acuerdo es general. Jean Paul Sarte afirmaba que “dos personas nunca están de acuerdo: si parece que lo están, ha sido por un malentendido”. Los buenos manipuladores son los que consiguen sacar rédito de esa tendencia al falso consenso.

El influjo de ese tipo de Frases Humo tiene un nombre en Psicología: Efecto Forer. A finales de los años cuarenta del siglo pasado, Bertram Forer realizó un experimento para cuantificar el influjo de este tipo de lenguaje vacuo. Hizo que un grupo de estudiantes pasara un test de personalidad. Después, entregó a cada uno de los estudiantes su resultado.

Pero en realidad el psicólogo había proporcionado a todos los voluntarios del experimento exactamente el mismo texto, un “análisis de personalidad” semejante al que el lector puede encontrar en el texto adjunto.

Tienes una gran necesidad de gustar a los demás y ser admirado.

Sin embargo, tiendes a ser demasiado crítico contigo mismo.

Aunque tienes algunas debilidades en tu personalidad, generalmente eres capaz de compensarlas.

Tienes un gran potencial que todavía no has aprovechado. Disciplinado y controlado hacia afuera, tiendes a ser preocupado e inseguro por dentro. A veces tienes serias dudas sobre si has obrado bien o tomado las decisiones correctas.

Prefieres una cierta cantidad de cambios y variedad y te sientes defraudado cuando te ves rodeado de restricciones y limitaciones. También estás orgulloso de ser un pensador independiente: no aceptas las afirmaciones de los otros sin pruebas suficientes.

No crees que sea muy inteligente ser completamente sincero con todo el mundo. Por eso a veces eres extrovertido, afable, y sociable, mientras que otras veces eres introvertido, precavido y reservado.

Aunque cuando te propones de verdad algo lo persigues con fuerza, algunas de tus aspiraciones tienden a ser poco realistas y eso hace que te resulte difícil cumplirlas.


Aún así, cuando el experimentador preguntó cuánto se adaptaba esa descripción a lo que ellos sabían de sí mismos, obtuvo una media de satisfacción de 4,25 sobre 5. Todos los voluntarios sentían que esas afirmaciones eran absolutamente ciertas y que les definían a ellos en particular.

El efecto de las expresiones vacuas

Desde esa investigación pionera ha habido muchos científicos que han tratado de sistematizar el efecto de este tipo de expresiones vacuas que utilizan los Vendedores de Humo.

Por ejemplo, Peter Glick, profesor de la Lawrence University, ha enumerado las características que tienen que tener las máximas, consignas y eslóganes para provocar esas sensaciones en los que las escuchan. Éstas son sus conclusiones:

En primer lugar, es importante que el texto sea suficientemente vago y ambiguo, de forma que no pueda ser refutable. Las Frases Humo que mejor funcionan son aquellas con las que nadie puede estar en desacuerdo. “Lo más importante para el ser humano es la libertad”, por ejemplo, es una expresión perfecta –por eso ha sido usada tantas veces por dictadores y publicistas- porque nadie cree que sea bueno lo contrario, sentirse esclavo. Las propuestas que funcionan bien son aquellas que llaman a la acción con aseveraciones incuestionables (“Hay que cambiar el mundo porque las cosas no van bien”) sin especificar cómo ni hacia dónde. Y las descripciones más impactantes para el lector (“Usted es, en ocasiones, demasiado bueno y eso le causa problemas”) son las que parecen describir perfectamente al que las oye a pesar de ser completamente estereotipadas. Medrar socialmente supone conseguir el acuerdo de la mayor cantidad posible de seguidores. Los Vendedores de Humo saben que no deben equivocarse y por eso utilizan la técnica más sencilla para evitar errores: no decir nada.
Para dirigirse a personas particulares o audiencias que tienen sentimiento de grupo, es importante que hablemos de ellos listando características positivas (“Sois un país que ha sabido demostrar fuerza en los momentos difíciles”). Para compensar el efecto sospechoso de la adulación excesiva, se pueden incluir defectos que puedan ser reinterpretados por la persona como virtudes. Por ejemplo cualquier frase que incluya “Tus ideas y tus actitudes han sido rechazadas en muchas ocasiones porque…” y proporcione explicaciones positivas del tipo de “…estabas muy adelantado a tu tiempo”, “…eres una persona muy especial que está en otro nivel” o “…despertabas mucha envidia” serán muy bien recibidas. Por la misma razón, los Vendedores de Humo utilizan profusamente mensajes que interpelan al lado creativo de los que les escuchan: “Usa tu imaginación para crear un futuro diferente” o “Rompe las cadenas que te limitan” son comodines eficaces porque todos creemos ser diferentes.
Los manipuladores jamás olvidan que lo importante es impactar emocionalmente. Como nos recuerda la neuróloga Kathleen Taylor en su libro Brainwashing. The science of Thought Control (Oxford University Press, 2006), “cuando algo provoca una reacción emocional, el cerebro se moviliza para lidiar con ella, dedicando muy pocos recursos a la reflexión”. Los que tratan de influir en nosotros saben que es mejor que tratemos el problema de manera visceral: eso desconecta nuestro córtex cerebral y nos hace ser menos críticos. Las Frases Humo están diseñadas para despertar sentimientos: la sensación que produce, por ejemplo, la literatura de autoayuda –el escritor es alguien especial que nos describe a la perfección– tiene un tremendo impacto emocional. No importa hacia dónde se dirija después el Vendedor de Humo, solo importa que nos lleve de la mano de los sentimientos.
Por último, es esencial que el autor del texto sea percibido como una autoridad o experto en determinada materia. Para demostrar este rentable efecto de las Frases Humo pronunciadas por “Alguien-Que-Sabe”, el físico Alan Sokal ideó hace unos años un experimento de campo. Escribió un artículo para la revista norteamericana Social Test con un título memorable que ha pasado a la historia de la pedantería: Transgrediendo los límites: hacia una hermenéutica transformativa de la gravitación cuántica. En él, hablaba y hablaba, con un lenguaje absolutamente críptico, de todas las cosas que se le iban ocurriendo: psicología, sociología, antropología...El artículo pasó la criba del Comité de Selección y recibió críticas muy elogiosas de los lectores, que alababan, entre otras cosas, su “claridad de expresión”. Un mes después, el autor del engendro confesó el engaño: todo era una broma, nada de lo que se decía en el artículo tenía pies ni cabeza. El autor había compuesto el texto usando las palabras más oscuras y enrevesadas que conocía y, en muchas ocasiones, había copiado y pegado de otras artículos que hablaban de temas diferentes. Pero de fondo no había absolutamente nada, solo humo: ni una teoría, ni un dato, ni un solo ápice de información real. Cuando se trató de averiguar cómo había podido tener éxito el pastiche, la respuesta más habitual de los que cayeron en la trampa es que se habían dejado engañar por la mezcla entre Frases Humo que no podían rebatir y el prestigio académico del autor.

Cómo defenderse de los vendedores de humo

Karel Capek decía que “un poco de disimulo es el único vínculo sólido entre los hombres”. Pero hoy en día, en una época de inflación de palabras y de escasez de hechos, parece que esa táctica se está adueñando de la comunicación humana. ¿Cómo podemos defendernos de ella?

En el mundo moderno, callar es también muy a menudo mentir.
Existe una teoría en Psicología Social que nos puede ayudar. Se trata de la Teoría de la acción razonada de Martin Fishbein e Icek Ajzen. Estos investigadores estaban interesados en saber por qué nuestras opiniones predicen tan poco nuestras acciones, es decir, por qué los seres humanos decimos una cosa y hacemos otra. Según estos autores, el problema no es nuestra incoherencia, sino la forma de averiguar nuestra verdadera catadura moral. Cuando hablamos o pensamos sobre estos temas, nos empeñamos en preguntar (y preguntarnos) sobre nuestra escala de valores a nivel teórico. Eso es inútil porque no predice qué haríamos en una circunstancia particular. Como reza un viejo adagio, “es más fácil amar a la Humanidad que al vecino de al lado”: nuestras frases generales no predicen nuestra conducta en un momento determinado.

Si queremos quitarle la careta a un Vendedor de Humo, solo hay un medio: obligarle a que abandone la ambigüedad y preguntarle cómo ha actuado en casos concretos. A quien nos diga que “para mí, la sinceridad es lo más importante en una relación” le podemos preguntar casos concretos en que le contó a su pareja actos de los que se avergonzaba. Al que afirme “lo material no es importante en mi vida” le pediremos que nos enumere las posesiones que ha regalado a personas que las necesitaban. Al hombre público que diga que “En mi organización hay transparencia” deberíamos interrogarle sobre los casos en que su grupo ha promovido, desde dentro, una investigación y ha encausado al culpable. Y si alguien se atreve con aquello de que “Lo importante es estar a gusto con uno mismo sin depender de la opinión de los demás” le podemos retar a que nos cuente las veces que ha hecho el ridículo sintiéndose bien.

En el mundo moderno, callar es también, muy a menudo, mentir. La única forma de luchar contra los Vendedores de Humo es interrogarles para que, por fin, digan algo.

http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2013/05/06/el-efecto-forer-por-que--consiguen-los-vendedores-de-humo-enganarnos-siempre-120152/
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Empieza a circular por el internet la transcripción de una entrevista que le hiciera al entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio en Argentina con el periodista de tendencia socialista Chris Mathews.

Bergoglio termina acribillando a Mathews de tal forma que MSNBC, el canal de noticias por cable 24h de Estados Unidos que había encargado la entrevista, nunca la pasó al aire. El video fue archivado pero un estudiante que hacía pasantías en el canal lo copió y entregó a su profesor en la Universidad.

Del intercambio entre el Cardenal, hoy Papa Francisco, y el periodista, se extrae esta intensa discusión sobre la pobreza.

-“Culpo a los políticos que buscan sus propios intereses. Los socialistas creen en la redistribución que es una de las razones de la pobreza. Ustedes quieren nacionalizar el universo para controlar todas las actividades humanas. Ustedes destruyen el incentivo del hombre para, inclusive, hacerse cargo de su familia, un crimen contra la naturaleza y contra Dios. Estas ideologías crean más pobres que todas las corporaciones que ustedes etiquetan como diabólicas”.

La mejor parte de la entrevista es cuando replica Mathews: “Nunca había escuchado algo así de un cardenal”, a lo cual el hoy Papa suelta esta perla:

-La gente dominada por socialistas necesita saber que no tenemos que ser pobres. El imperio de la dependencia creado por Hugo Chávez, con falsas promesas, mintiendo para que lleguen a arrodillarse ante el gobierno y ante él. Dándoles peces pero sin permitirles pescar. Si en América Latina alguien aprende a pescar, es castigado y sus peces confiscados por los socialistas. La libertad es castigada. Tú hablas de progreso y yo de pobreza. Temo por América Latina. Toda la región está controlada por un bloque de regímenes socialistas como Cuba, Argentina, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Nicaragua. ¿Quién los salvará de esa tiranía?

El periodista acusa al Cardenal de capitalista, a lo cual el purpurado responde:

-Si pensar que el capital es necesario para construir fabricas, escuelas, hospitales, iglesias, tal vez lo sea. ¿Tú te opones a este proceso?
El periodista dice que no, pero pregunta si no piensa que el capital es arrebatado de la gente por corporaciones abusivas, a lo cual Bergoglio lanza está más que revolucionaria respuesta:

-No, yo pienso que la gente, a través de sus opciones económicas, decide que parte de su capital irá para esos proyectos. La utilización del capital debe ser voluntaria. Solo cuando los políticos confiscan ese capital para construir obras del gobierno, alimentar la burocracia, surge un grave problema. El capital invertido de forma voluntaria es legitimo, pero el que se invierte a base de coerción, es ilegitimo”.

Mathews tilda de radical al Cardenal, quien tranquilamente le dice:

-Te ves muy enojado pero la verdad puede ser dolorosa. Ustedes han creado el estado de bienestar y ha sido solo respuesta a las necesidades de los pobres creados por la política. El estado interventor absuelve a la sociedad de su responsabilidad. Las familias escapan de su responsabilidad con el falso estado de bienestar e inclusive, las iglesias. La gente ya no practica la caridad pues ve a los pobres como problema del gobierno. Para la iglesia ya no hay pobres que ayudar, los han empobrecido permanentemente y son ahora propiedad de los políticos. Y algo que me irrita profundamente, es la inhabilidad de los medios para observar el problema sin analizar cuál es la causa. A la gente la empobrecen para que luego vote por quienes los hundieron en la pobreza”.

Ya vemos por qué Jorge Bergoglio fue elegido como líder de una Iglesia con casi 1,500 millones de seguidores.

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