La vuelta al mundo en bici, la canciòn del nòmada

Bike Thief Gets A Heavy NFL Sized Tackle By A Police Officer
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LA VUELTA AL MUNDO CON...
Cómo dar la vuelta al mundo en un año en solitario y en bicicleta
Estas líneas las escribo desde el corazón de Tailandia, enganchado a una vieja computadora que me sirve de cordón umbilical con mi mundo

La vuelta al mundo con... | 13/02/2014 - 00:24h | Última actualización: 13/02/2014 - 11:56h



SIGUE LA PISTA DE ÓSCAR
Gracias al blog La canción del Nómada me siento acompañado y me consta que mucha gente está haciendo el viaje a mi lado. Ojalá mis palabras sirvan para envenenar el alma de los lectores y encender la mecha de esa gente que guarda en algún rincón de su corazón algún sueño por el que pelear.
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Me llamo Oscar, nací un 26 de diciembre de 1972 en Barcelona, crecí y me busqué la vida en Gavá, allá en el Baix Llobregat. Desde siempre he tenido dos sueños bombeando mi corazón y atormentando mi cabeza: uno era ser una gran estrella del rock, cosa que tras algún que otro intento dejaré para otra vida, y la otra era dar la vuelta al mundo. Después de muchos viajes por toda Europa, América y norte de África me di cuenta que un mes de vacaciones siempre se me quedaba corto, por lo que tras muchas meditaciones, dudas, miedos e ilusiones…y empujado por diferentes acontecimientos en mi vida personal que me abrieron los ojos y me mostraron ese clásico de que “tan solo tenemos una vida”, lo dejé todo aparcado por un año para recorrer, vivir, experimentar y sentir todo lo que pueda de este maravilloso aunque complejo mundo en el que vivimos… pero tenía claro que lo iba a hacer de una manera muy especial: en bicicleta y en solitario.

Cuando tenía una vida sedentaria, me dedicaba a trabajar en un taller ocupacional con personas con capacidades especiales, rodeado de un increíble equipo humano que en ningún momento me intentaron frenar, ni ellos ni Miriam, mi pareja, quien en un ejemplar gesto de amor me apoya para cumplir mi sueño sin poner ni un solo “pero”.

A día de hoy he cruzado África, desde Ciudad del Cabo en el extremo sur del continente negro hasta la increíble y mística Etiopia, he atravesado desiertos en Namíbia, convivido con tribus perdidas como los himbas, me ha salpicado el agua salvaje de las cataratas Victoria, se me ha cruzado un elefante en Zambia, he nadado en el Lago Malawi, buceado con delfines en Zanzibar, he llorado de dolor en Mozambique, he respirado el aire del Kilimanharo, deambulado por Kibera en Nairobi y he viajado en la máquina del tiempo deslizando mis pies por tierras como Etiopia o Yemen. He visto nieve bajo la sombra de Lawrence de Arabia en Wadi Rum (Jordania). Sentí el verdadero amor al reencontrarme con mi familia en Estambul y ahora desde la ruta del dragón en Extremo Oriente voy tras los pasos de Marco Polo en busca de la mítica ruta de la seda. Quiero dejar descansar a mi castigada orbea en un caravanserai bajo una luna creciente rodeada de miles de estrellas, perderme por las altas montañas del Pamir y reencontrarme conmigo mismo en una yurta de nómadas en algún rincón de Asia central.

Estas líneas las escribo desde el corazón de Tailandia, enganchado a una vieja computadora que me sirve de cordón umbilical con mi mundo, con mi vida allá en mi añorada península Ibérica.

Nos vemos en la carretera.

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