lunes, junio 02, 2014

El rey ha abdicado, pero aùn no ! , viva el rey! de JCI a FelipeVI







El rey ,Juan Carlos I de 76 años tocado por los escàndalos del caso Noos de Urdangarìn y su hija la princesa Cristina , sus amores con Corinna y con sus problemas de salud presentes, ha decidido abdicar en su hijo , el prìncipe Felipe de 46 años y su mujer la princesa leticia ,divorciada y ex presentadora de telediario ...
El rey llevaba 39 años en el poder, lo puso Franco para que no reinara su padre don Juan de Borbòn ...
El 14 de mayo de 1977. Don Juan de Borbón, Conde de Barcelona, cede sus derechos dinásticos al rey Juan Carlos.
Felipe se encaprichò de Letizia y a pesar de los pesares, la oposiciòn de todos , se casò con ella..
El aùn rey juan carlos tambièn ha tenido en cuenta el desplome de los dos partidos mayoritarios pp/psoe que ya han bajado en las ùltimas elecciones europeas por debajo del 50 % en conjunto...



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Libertad Digital
ESPAÑA
Noticias y opinión en la red Lunes 2 de Junio - 11:30
DECLARACIÓN INSTITUCIONAL DE RAJOY
Abdica el Rey...

A LAS 20 HORAS
Convocan manifestaciones para pedir un referéndum sobre la monarquía
Las redes sociales han reaccionado con prontitud al anuncio del abdicación del Rey. Algunos piden un referéndum sobre la monarquía.

LIBERTAD DIGITAL 2014-06-02
El anuncio de la abdicación del Rey ha provocado una reacción inmediata en las redes sociales.

En determinados ámbitos de la izquierda se han convocado escasos minutos después del anuncio del presidente Rajoy manifestaciones en plazas de toda España, esta tarde a las 20:00 horas, con el objeto de pedir la convocatoria de un referéndum sobre la monarquía.A la petición, realizada desde colectivos como Democracia Real Ya se ha sumado Podemos, el partido de Pablo Iglesias:
Nos sumamos a la convocatoria de las múltiples manifestaciones exigiendo un referéndum sobre la monarquía #ReferéndumYa

— PODEMOS (@ahorapodemos) junio 2, 2014
También se ha sumado Ricardo Sixto, diputado en el Congreso por Esquerra Unida del País Valencià (EUPV), la federación valenciana de Izquierda Unida:
En Madrid, se anima a acudir a la Puerta del Sol, lugar emblemático de reunión y manifestación de grupos antisistema y miembros del movimiento 15-M.

http://www.libertaddigital.com/espana/2014-06-02/convocan-manifestaciones-para-pedir-un-referendum-sobre-la-monarquia-1276520273/

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Federico: "Este es el fin de una época, de una época que está acabando muy mal"

Federico Jiménez Losantos

Videoblog de Federico
Federico Jiménez Losantos analiza la decisión del rey Juan Carlos I de abdicar en el príncipe Felipe.

"Por sorpresa, como suceden estas cosas, probablemente es la única manera de hacerlas, en este caso, al menos… el Rey ha anunciado que abdica y nos hemos encontrado con un pastel notable.

En primer lugar no hay una ley de sucesión. El Rey no ha querido, los gobiernos no tenían prisa y después de 39 años en el trono hete aquí que no se sabe ni cómo abdica el Rey, ni cómo hereda el trono el Príncipe, ni cosa parecida. Es más, no están de acuerdo ni siquiera los teóricos, hay quien dice que la Constitución ya lo deja claro, y hay quien dice que la Constitución no deja claro nada. No, la Constitución no se ha desarrollado porque el Rey no ha querido y los gobiernos, tampoco. Estaban bien así. Treinta y nueva años, más años que Franco en el poder, solamente ha estado un Rey más tiempo, que fue Felipe II. Rey algo más importante que Juan Carlos I.

¿Qué va a pasar ahora? Pues, aparte de constatar que aquí lo constitucional está cogido con alfileres, porque les ha ido bien, a los que han estado en el poder hasta ahora, pues este es el fin de una época, de una época que está acabando muy mal, pero muy mal.

El hecho de que la Reina se haya dicho que se larga a Nueva York y que no está en la abdicación del marido demuestra que a lo mejor vamos camino de un divorcio real, lo cual va a ser un petardazo notable.

Y ¿a partir de ahora qué? Porque el Rey simbolizaba la cúpula de un régimen absolutamente desacreditado y corrompido. Da la impresión de que el Rey ha sido más inteligente, desde luego que Mariano Rajoy, que todavía no se ha enterado de lo que está pasando en España, a pesar de las elecciones europeas, pero lo cierto es que si se hubiera ido antes el Rey hubiera sido mejor. Se ha ido ahora. El problema para el príncipe es el mismo. El Rey de España tiene una función de símbolo, por lo tanto de ejemplo. El Rey tiene que dar ejemplo de comportamiento en todos los ámbitos de la vida, para eso está, por eso no se presenta a las elecciones. Si el príncipe Felipe sigue el camino de su padre, bueno, vamos hacia una crisis brutal del sistema. Si el príncipe Felipe tiene lo que hay que tener y con el gobierno y la oposición que se deje intenta realmente una regeneración del sistema, sobre todo, acabando con la corrupción, se rehará el prestigio de una institución que ahora está bajo mínimos.

¿Qué es lo que va a suceder? Yo me temo lo peor, pero espero lo mejor".

http://tv.libertaddigital.com/videos/2014-06-02/federico-este-es-el-fin-de-una-epoca-de-una-epoca-que-esta-acabando-muy-mal-3MG-kbq9gVY.html


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Pablo Iglesias: 'Si el señor Felipe de Borbón... por libertaddigitaltv


Pablo Iglesias: "Si el señor Felipe de Borbón quiere ser jefe de Estado que se presente a unas elecciones"


Líder de Podemos desde Bruselas
El líder del partido Podemos Pablo Iglesias, ha valorado la noticia de la abdicación del Rey advirtiendo al Príncipe Felipe que "si el señor Felipe de Borbón quiere ser jefe de Estado que se presente a unas elecciones que es lo hacen los demócratas". Además, se ha dirigido al PSOE a "no hacer un pacto de casta" con el PP que facilite la sucesión.
http://www.teinteresa.es/dinero/Iglesias-continuidad-monarquia-abdicacion-Rey_0_1149485677.html
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Referéndum YA!
FIRMA ESTA PETICIÓN
Como ciudadanos preocupados por la actual crisis institucional en España, les pedimos que abran un proceso crítico y constructivo de revisión de nuestro modelo de Estado que culmine con un referéndum sobre el futuro de la monarquía en nuestro país. Es hora de darle la voz a la ciudadanía.
Por qué es importante

El Rey acaba de abdicar en favor de su hijo. Se trata de una oportunidad histórica para promover un amplio debate público que ayude a regenerar nuestra democracia y determine el futuro de la monarquía.

La decisión viene precedida por una extraordinaria lista de escándalos y polémicas que ha desembocado en una grave crisis institucional, haciendo mucho daño a España. En paralelo, el apoyo ciudadano a la Corona se ha ido desmoronando paulatinamente. Aprovechemos este momento de cambio para exigir la apertura inmediata de un proceso que conduzca a un referéndum acerca del futuro de nuestra democracia y de la monarquía.

Este es nuestro momento. Con independencia de nuestras preferencias políticas, ahora es el momento para iniciar una revisión crítica y constructiva, impulsada por los ciudadanos, de nuestro modelo de Estado. Firma la petición y compártela con todo el mundo -- si logramos un millón de firmas esta semana, trabajaré con Avaaz para desatar una tormenta mediática que obligue a partidos clave a poner este tema en la agenda parlamentaria.

71.965 firmantes. Lleguemos juntos a 100.000 a las 18.43h
143.111 firmantes. Lleguemos juntos a 200.000 a las 23h 40 min
321.769 firmantes. Lleguemos juntos a 350.000 13 h del 5 de junio


Ingresa tu dirección de e-mail

https://secure.avaaz.org/es/petition/Todos_los_Partidos_Politicos_de_Espana_Referendum_YA/?saNaQeb

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Por qué el Rey abdica ahora (pero no todavía)
2 de Junio de 2014 - 22:42:05 - Luis del Pino

Lo primero que hay que aclarar es que el Rey no ha abdicado. Lo que ha hecho es comunicar a Rajoy (y a todos los españoles) su decisión de abdicar, no su abdicación. Y esa distinción es importante, como luego veremos. Así pues, a fecha de hoy, Don Juan Carlos I sigue siendo Rey de España, y no sabemos con exactitud hasta cuándo.

¿Por qué el Rey anuncia precisamente ahora su decisión de abdicar? ¿Y por qué no ha puesto fecha a esa abdicación?

Para responder a esas preguntas, y entender qué está pasando, les invito a fijarse en dos detalles ciertamente llamativos de lo que ha sucedido hoy:

1) La extremada precipitación con la que se han desarrollado los acontecimientos. El anuncio ha sido realizado por sorpresa. Tanto es así, que ha habido que adelantar el regreso del Príncipe (que estaba fuera de España); ha habido que cancelar la comida que el Rey tenía hoy en Barcelona; ha habido que convocar de urgencia un consejo de ministros extraordinario para mañana martes; ha habido que cancelar actos que los miembros del gobierno tenían preparados... ¿Por qué tanta improvisación? Aparentemente, no tiene ningún sentido. Y menos si, como nos dicen, el Rey tenía tomada la decisión desde enero, y Rajoy y Rubalcaba la conocían desde marzo. ¿Qué es lo que ha pasado, que ha obligado a acelerar las cosas tan chapuceramente?

2) La anormalidad protocolaria del anuncio. De la misma manera que no tendría ningún sentido que la dimisión de Rajoy la anunciara la vicepresidenta Sáenz de Santamaría (sino que tendría que ser el propio Rajoy quien la comunicara a los ciudadanos), tampoco tiene ningún sentido que la abdicación del Jefe del Estado sea anunciada por alguien distinto del Jefe del Estado. El que haya sido Rajoy el que comparezca en primer lugar es algo completamente anormal, desde el punto de vista protocolario: lo normal hubiera sido que el propio Rey comunicara a los españoles su decisión de abdicar, y que después Rajoy hubiera comparecido para hacer las declaraciones que quisiera. Así se hizo en Holanda: la reina Beatriz hizo una comparecencia televisiva anunciando su decisión de abdicar, y a continuación hizo su declaración el primer ministro holandés. Y así se hizo también en Bélgica: primero habló el rey Alberto y luego el primer ministro. ¿Por qué, entonces, se invierte el protocolo normal y sale Rajoy a comparecer primero?

La respuesta a todas estas preguntas es, como vamos a ver, muy simple.

El Rey no ha puesto fecha a su abdicación por la sencilla razón de que no puede abdicar mientras no se le garantice, mediante Ley Orgánica, que va seguir gozando de la misma inviolabilidad de la que goza ahora. Si no se le garantizara esa inviolabilidad, el Rey correría el riesgo de que algún partido (por ejemplo ERC, o Bildu, o Podemos) o algún particular presentara una denuncia contra él por cualquier presunto caso de corrupción (por ejemplo, el caso Urdangarín). Y si un juez decidiera admitir una denuncia contra el ciudadano Juan Carlos de Borbón, nos podríamos encontrar con el espectáculo de un ex-Rey sentado en el banquillo.

Ni el Rey, ni Rajoy, ni Rubalcaba, van a consentir esa eventualidad. Por tanto, el Rey comunica su decisión de abdicar, pero no la materializará hasta que se apruebe, como Rajoy ha anunciado, la correspondiente Ley Orgánica.

Hasta aquí, todo normal. Pero ese procedimiento (elaboración de la necesaria Ley Orgánica que proteja al Rey, y posterior abdicación) podría haberse realizado con tranquilidad en los próximos meses. ¿Por qué, entonces, se aceleran los acontecimientos y se anuncia por sorpresa la abdicación esta mañana? Aquí es donde entran en juego las elecciones europeas del pasado 25-M.

Para elaborar esa Ley Orgánica que blinde judicialmente al ex-Rey, PP y PSOE tienen que apoyarla sin fisuras, tanto en el Parlamento como ante la opinión pública. Y si el resultado hubiera sido el que todas las encuestas preveían (descenso del bipartidismo, pero sin hundimiento), ese proceso podría haberse desarrollado tranquilamente y sin sobresaltos, en los plazos previstos: de aquí al otoño.

Pero hete aquí que el 25-M ha traído un hundimiento por sorpresa de los dos partidos mayoritarios, y que ese resultado ha provocado el anuncio de dimisión de Rubalcaba. En principio, eso no hubiera debido representar un problema, si la sucesión de Rubalcaba hubiera sido convenientemente controlada. Pero de repente, el PSOE ha estallado en pedazos, y lo que parecía una sucesión controlada se ha convertido en un proceso bastante imprevisible, en el que puede salir elegido secretario general cualquiera, y en el que el PSOE podría caer en la tentación de escorarse a la izquierda y hacia el populismo, para contrarrestar el ascenso de Podemos.

Lo cual quiere decir, claro está, que podría darse el caso de que la nueva dirección del PSOE no estuviera dispuesta a apoyar la Ley Orgánica que el Rey necesita para blindarse. Y esa es la causa de tanta precipitación: alguien se ha molestado en echar las cuentas de los días que hacen falta para tramitar una Ley Orgánica, y se ha dado cuenta de que, o se empieza a tramitar ya, o se corre el riesgo de que la ley no esté aprobada antes de que Rubalcaba pierda definitivamente el control del partido.

De ahí el anuncio sorpresa, de ahí la convocatoria de un consejo de ministros extraordinario para mañana y de ahí la premura en tramitar la Ley.

¿Y por qué esa anormalidad protocolaria, consistente en que Rajoy comparezca antes que el propio Jefe del Estado? Pues porque no estamos ante una abdicación normal. ¿Qué fue lo que hizo la Reina Beatriz de Holanda? Anunciar que iba abdicar y poner fecha a esa abdicación. Pero Don Juan Carlos I no podía hacer lo mismo, porque la suya es una abdicación condicionada: condicionada a que se apruebe la Ley Orgánica prometida. Una abdicación que, por tanto, no tiene fecha todavía.

Y, como el Rey no podía anunciar fecha concreta, ni tampoco hubiera quedado bien que fuera él quien enunciara la condición de abdicación, por eso ha tenido que salir Rajoy en primer lugar y encargarse él de enunciar esa condición: "... será necesario aprobar una ley orgánica específica...". Una vez dejado eso claro por Rajoy, el Rey podía salir a la palestra y hacer una declaración en la que se obviara ese espinoso asunto, y se obviara también el poner fecha a la abdicación.

Si alguien nos hubiera dicho hace dos semanas que las elecciones europeas no solo iban a provocar la dimisión de Rubalcaba, sino que también iban a precipitar la abdicación del Rey, creo que nadie lo habría creído.

http://blogs.libertaddigital.com/enigmas-del-11-m/por-que-el-rey-abdica-ahora-pero-no-todavia-13010/

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El Rey de todos los españoles
03/06/2014

​ Lo sabía varias horas antes y, de todas formas, confirmé la noticia que me resistía a creer. Pero era cierta. El rey iba a abdicar. Un rey, dicho sea de paso, comparativamente excepcional y lo dice un republicano convencido. Me explico.


Una de las grandes tragedias de la Historia de España ha sido la incapacidad de sus monarcas para estar al servicio de toda la nación. Los Reyes Católicos expulsaron en 1492 a los judíos a pesar de ser súbditos leales, Felipe II exterminó a los protestantes aunque estaban dispuestos a rendir los mayores servicios a España, Fernando VII se ocupó de borrar de la faz de la tierra a los liberales y a los partidarios de una constitución por moderada que pudiera resultar. En realidad, hubo que esperar a la experiencia de la Gloriosa revolución de 1868 y a la llegada de Amadeo de Saboya para que la monarquía se convirtiera en democrática y el rey pensara en la conveniencia de dispensar su amparo a todos los españoles. La experiencia de Amadeo fracasó y el nuevo régimen creado con Alfonso XII, a pesar de sus deseos de ampliar la base social de la monarquía, nunca logró abrirse hasta abarcar a la totalidad de los súbditos. A decir verdad, la idea de un “rey para todos los españoles” sería consecuencia directa y paradójica de la experiencia dramática de la guerra civil española. Responsabilidades de cada bando aparte, lo que resulta innegable es que la lucha fratricida dejó de manifiesto la incapacidad trágica de los españoles para dialogar con el distinto, para intentar entenderlo y para buscar un futuro común. Empeñados en imponerse al diferente con las armas en la mano, el desenlace condujo a una dictadura. Fue ese trauma que algunos todavía lamentan en sus carnes el que abrió paso a la idea de un monarca que pudiera ser el de todos los españoles, incluidos los republicanos. La consigna comenzó a defenderla don Juan, el padre de don Juan Carlos, a mediados de los cuarenta garantizándose que el vencedor de la guerra jamás le dejaría acceder al trono. Sin embargo, Franco era, a fin de cuentas, un conservador. A diferencia de Hitler, de Stalin e incluso de Oliveira Salazar la única salida que veía para España era una monarquía. No sería una monarquía parlamentaria, sino otra en la que el rey reinaría y gobernaría tomando como ejemplo a los Reyes Católicos y a los Austrias mayores interpretados por Franco, pero, a fin de cuentas, sería monarquía. Con esa finalidad pactó con don Juan la llegada a España de Juanito, es decir, del príncipe Juan Carlos, en la famosa entrevista del Azor, de 25 de agosto de 1948. Don Juan entregaba a su hijo como rehén para que se educara bajo la atenta mirada del dictador a cambio de la vaga promesa de que no se le vilipendiaría en la prensa española y de que el príncipe, quizá, llegaría a rey. Tenía Juan Carlos diez años y lo que vino después no fue fácil. En 1949, por ejemplo, estuvo a punto de romperse el pacto. En 1950, Juan Carlos, que había salido de España rumbo a Estoril, regresó a suelo patrio, para recibir una educación extraordinariamente severa y de corte fundamentalmente militar. En situación de penuria económica, sometido a una disciplina notable y azotado por dramas como la muerte accidental de su hermano Alfonso, Juan Carlos terminó sus estudios en 1959 y, de manera casi inmediata, se enfrentó con la necesidad de encontrar una esposa que asegurara la continuidad dinástica. Se discutirá siempre hasta qué punto el enlace en 1961 con la princesa Sofía de Grecia fue fruto del amor o vino impuesto por la razón de estado. Lo que no es discutible es que en él pesaron enormemente los consejos de don Juan que insistían en colocar en primer lugar los deberes dinásticos. El matrimonio se celebró en 1962 y al año siguiente, la pareja se trasladó a vivir al palacio de la Zarzuela. El gesto no gustó a don Juan que alentaba todavía la esperanza de ser rey, pero encajaba con la trayectoria de un príncipe consciente de que sus posibilidades de llegar a sentarse en el trono dependían totalmente de Franco. No se trató de un proceso fácil. El dictador acostumbraba a recibirlo en un despacho sentado de tal manera que la luz diera sobre los ojos del príncipe impidiendo ver las expresiones del general, pero permitiéndole a él estudiar el rostro del joven aspirante. Franco terminó, sin embargo, por cobrarle afecto. Le parecía un muchacho, serio, sencillo, imbuido de espíritu militar e incluso un poco tímido, características que debían recordarle a las suyas cuando era un joven oficial. De hecho, basta ver las imágenes del bautizo de alguno de los vástagos del príncipe para darse cuenta de que Franco lo sentía como alguien de la familia. En 1966, en un paso más en esa dirección, el príncipe decidió no acudir a una reunión del Consejo privado del Conde de Barcelona en Estoril con ocasión de la celebración del vigésimo qunto aniversario de la muerte de Alfonso XIII. La unidad de propósito dinástico se había roto y, para el que no lo supiera, resultaba obvio que el príncipe estaba decidido a ser rey en lugar de su regio progenitor. La acción del príncipe tuvo sus frutos porque tres años después Franco decidió designarlo sucesor en la jefatura del estado a título de rey y el 22 de julio de ese año, las cortes ratificaron el nombramiento a la vez que Juan Carlos prestabajuramento el mismo día de guardar y hacer guardar las Leyes Fundamentales del Reino y los principios del Movimiento nacional. Para que a nadie le cupiera duda de que aquella no iba a ser la odiada monarquía liberal sino la del 18 de julio. Franco decidió que el príncipe lo fuera de España y no de Asturias como tradicionalmente se había designado a los herederos a la corona. Puede decirse que a partir de ese momento el franquismo entró en agonía. No es menos cierto que no faltaron los que desearon descabalgar al príncipe de la sucesión. El desprecio de la gente del bunker, las intrigas cortesanas y el rigodón de asunción y abandono de las competencias del jefe del estado – de 19 de julio a 2 de septiembre de 1974 y de 30 de octubre a 20 de noviembre de 1975 – fueron sólo algunos de los jalones difíciles que tuvo que sortear en los últimos momentos del régimen de Franco mientras miembros de la familia del Caudillo insistían en que nombrara a otro sucesor.

Juan Carlos era joven y podía apoyarse en las ilusiones de cambio de millones de españoles, pero accedió al trono en una tesitura difícil. Desde 1973, la nación se veía sumida en una crisis económica que no concluyó hasta la década siguiente; ETA había adquirido una fuerza inusitada hasta el punto de llegar a asesinar al jefe de gobierno en 1973, el bunker amenazaba con sacar a la calle a los antiguos combatientes y Marruecos se había apoderado del Sáhara aprovechando la debilidad de la dictadura. Con ese panorama de fondo, intentar pilotar la transición desde una dictadura a una democracia no era empeño baladí. Sin embargo, Juan Carlos estaba decidido a ser el rey no sólo de los vencedores de una guerra que comenzó el 18 de julio de 1936 sino de todos los españoles. No fue la única figura de una Transición en la que resultaron esenciales el cardenal Tarancón, Torcuato Fernández Miranda y Adolfo Suárez. Sí fue el más importante y el más decisivo. Fue él quien decidió escuchar los consejos de Tarancón abriendo camino a un sistema moderado en el que pudieran integrarse los comunistas y en el que los nacionalistas catalanes y vascos tuvieran un especial papel. Fue él quien supo colocar a Torcuato Fernández Miranda en el lugar que le permitiera controlar el Consejo del Reino, las Cortes y, sobre todo, la inclusión de Suárez en la terna de candidatos a la presidencia del gobernó. Fue él quien supo ver lo que nadie contempló, que Suárez sería un magnífico presidente de gobernó para desmantelar el franquismo y dar los primeros pasos hacia la configuración de un sistema constitucional.

De aquel póker de ases, todos – menos el rey – deberían haberse jubilado tras cumplir con su deber. Fue obvio en el caso de Tarancón, injustamente caído en el olvido: Fue innegable en el de un Torcuato apenado por lo que consideró un retiro injusto. Fue casi imposible en el caso de un Suárez que, en contra de lo esperado por el rey, no quiso dejar el poder y que se presentó a las primeras elecciones democráticas ganándolas y debiendo su legitimidad no a la designación regia sino a las urnas. En noviembre de 1976 con la aprobación por referéndum – noventa y cuatro por ciento de apoyo – de la ley de reforma política, el franquismo podía darse por liquidado. El 14 de mayo de 1977, con la renuncia de don Juan a sus derechos dinásticos desapareció cualquier posibilidad de conflicto legitimista. Lo que nacería del impulso directo del rey sería un sistema democrático con escaso punto de contacto con la monarquía del 18 de julio. Con sus defectos y sus virtudes, el nuevo sistema sería un claro reflejo de la voluntad del “rey de todos los españoles”. En España, cabían ahora todos. De hecho, el sistema ni siquiera era bipartidista – como erróneamente se dice – para garantizar su pluralidad. Sí establecía la posibilidad de una alternancia en el poder para la izquierda y para la derecha y el respaldo tácito de los nacionalistas catalanes y vascos. Con el rey, como poder moderador en la sombra, el nuevo orden político – al que se llegó sin guerra, revolución o derramamiento de sangre más allá de las víctimas inolvidables del terrorismo – debía durar décadas. De hecho, cuando un grupo de mandos militares cuyas motivaciones reales iban de implantar una dictadura militar a convertirse en presidente del gobierno pretendieron dar un golpe de estado el 23 de febrero de 1981, fue el rey el que paró la bochornosa intentona y defendió la constitución. La extrema derecha nunca le perdonaría aquella actitud y difundiría desde el principio la calumnia de que el golpe había tenido al rey como director. Luego la tomarían con Letizia o con otras cuestiones porque, en el fondo, lo que les jeringaba es que el franquismo – un cadáver muerto antes que el dictador – hubiera sido enterrado. Por su parte, los nacionalistas y la izquierda se resentirían por el papel poco airoso que habían tenido en una jornada donde la gente quemó por millares los carnets de los sindicatos o se apresuró a llegar a Perpiñán. Guste o no, aquella tétrica noche en que Miláns del Bosch sacó los tanques a la calle en Valencia y Tejero entró como un energúmeno en el congreso fue el rey el único garante de que España no volviera a entrar en uno de esos túneles trágicos tan comunes en su Historia.

Durante los años siguientes, la figura del rey seguiría ejerciendo un poder moderador que garantizó que el sistema sobreviviera, que la constitución fuera respetada con gobiernos de distinto color y que España disfrutará de su período más prolongado de paz, libertad y prosperidad. A decir verdad, el sistema sólo se vio herido cuando ZP y sus aliados nacionalistas decidieron liquidar el orden nacido durante la Transición y evitaron que el rey pudiera ejercer su poder moderador entre las sombras. Pujol no estaba dispuesto a escuchar al monarca - al que se había dirigido, temblón y balbuciente, la noche del 23-F - cuando aquel le recordó el dicho de que “hablando se entiende la gente”. Por lo que se refiere a ZP, no oía a Felipe González en relación con el estatuto catalán y, difícilmente, iba a prestar oídos al monarca. Fue en esos años, cuando alguna voz aislada propugnó la conveniencia de la abdicación del rey. De haber tenido lugar en aquel entonces, el príncipe Felipe se habría enfrentado a situaciones extremadamente difíciles desprovisto – como su padre – de los instrumentos legales para evitarlas. Resultaba obvio que los nacionalistas catalanes habían decidido romper la baraja del régimen de la Transición y frente a esa deslealtad gigantesca no había soluciones fáciles. Con todo, el monarca – cuyos vástagos se fueron casando con mayor o menor fortuna con el paso de los años – seguía siendo extraordinariamente popular, contaba con un prestigio verdaderamente impresionante en el continente americano y conservaba la consideración de mejor embajador de España. Sólo sus últimos años se verían ensombrecidos por las noticias sobre la presunta corrupción de personajes cercanos, la erosión sufrida por el régimen de la Transición, la falta de gusto de las publicaciones mal llamadas del corazón y el deterioro inevitable que acompaña al paso de los años. De manera inesperada – aunque ya conocida por algunos – el 2 de junio de 2014, a las diez y media de la mañana, el presidente del gobierno Mariano Rajoy anunció la abdicación del monarca. El momento es difícil y sólo la Historia, documentada y desapasionada podrá dictar veredicto sobre su reinado. Con todo, existe un mérito, enorme e indiscutible, que apuntar ya en su haber, el de que, por primera vez en la Historia de España, un monarca se esforzó por ser el rey de todos los españoles.

http://www.cesarvidal.com/index.php/Blog/ver-blog/el_rey_de_todos_los_espanoles

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