martes, julio 25, 2017

ImVitoria la crònica de josè luis


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José Luis Belmonte García
23 de julio a las 14:26 ·
VITORIA, 9 de julio de 2017
Catorce días después de haber participado en el Triatlón de Vitoria (versión Full), y cuando mis músculos, mi mente y mi ph se han normalizado, creo que es momento de compartir con ustedes mi versión de los hechos. Intentaré que sea accesible a los que no tenéis ni idea de qué va eso de un triatlón distancia aironman: 3,8km nadando + 180km pedaleando + 42km corriendo. Sí mamá, todo seguido y en el mismo día.
La pregunta es obligada y escuchada cada vez que lo hago por parte de quien no usa de: ¿Por qué haces estas locuras? Yo solía revestir estas aventuras de cierta épica y mística para darle un sentido y me ayudara a motivarme cada día durante la preparación, porque han de saber que estas bromas salen caras, física, psíquica, económica y horariamente; nadie que quiera salir airoso de un IM debería dedicarle a esto menos de seis meses de preparación específica, y contando con una experiencia de años en carreras de resistencia, (absténganse comentarios tipo: yo conozco a uno de mi oficina que acabó un IM sin entrenar, o eso lo hago yo con tres meses de preparación, etc.). Pues eso, que uno acumula muchos pecados durante el año, y esto era una especie de purgatorio que me servía para limpiar el alma y obtener mi compostela particular al cruzar la línea de meta, (fetichista que es uno).
Pero todo esto cambió este año. Tras ocho IM en 8 años, y cuando pensaba que ya había alcanzado el punto de inflexión en mi rendimiento, y sospechando que la rueda de prensa anunciando mi retirada de los terrenos de juego, (prometo no llorar ese día), está cada vez más cerca, decidí ponerme en manos de un profesional de la cosa diferente a otros años. Esto es un poco como en el fútbol, no hay míster que resista más de dos o tres temporadas, y cuanto peor triatleta eres, menos te duran. Así que me vine arriba y contacté con él, cuya fama de sargento de hierro le precede así como sus logros como triatleta y entrenador. Pronto comprendí que no erré en la elección de míster, cuya labor para conmigo se redujo básicamente a: darme una pedrada en la, una patada en los, y ponerme a cavar en las trincheras de mis mitocondrias en busca del hierro que llevo dentro. Yo lo llamo “efecto Velázquez”, que consiste en introducirte (input) en una máquina que te somete a una serie de transformaciones que resultan en un engendro (output) con cara de rotwailer con instinto asesino. Pero esos detalles fabriles los dejamos para otro día. Y si quieren recabar más información, pregunten por Alvaro Velazquez, no les defraudará el maestro Jedi.
Si el año pasado tocó aventura allende los mares, (IM Vineman), este año tocaba destino doméstico. Y con permiso de los demás triatlones de España, este año elegí el que considero uno de los mejores que he conocido: el Triatlón de Vitoria-Gasteiz, un triatlón que aún mantiene la pureza del triatlón, como si de 8 apellidos se tratara, , sin la contaminación y mercantilismo de las grandes franquicias que se multiplican hoy por el planeta Wanda. Y no es que yo vaya de exquisito y perro-flauta del triatlón, pero es que últimamente esto del IM se está convirtiendo en un folklore y en una burbuja que pronto explotará y tendremos que dedicarnos a las canicas.
Son las 7:30 de la mañana del 9 de julio, hace un fresco agradable, cielo azul con algunas vetas de restos de la bruma que cada noche cubre el pantano de Landa y se retira con los primeros rayos de sol. Landa es una pequeña aldea a unos 15 kms del centro de Vitoria, de otras tantas que rodean el pantano al que le da nombre y que me pareció inmenso, la vista no alcanza a ver sus orillas y cuando el viento sopla, aparecen olas y corrientes que recuerdan a un mar.
Estoy sentado frente al lago, apoyado en una valla que separa la zona de público de la pequeña playa desde la que nos lanzamos a nadar. He dejado todo preparado: bidones en bici, casco, gafas, dorsal, etc. Solo queda relajarse y esperar a la hora de salida. Miro el agua, parece a estas horas un espejo que repite el cielo que tiene encima y que solo es quebrado por unas inmensas boyas que flotan reposadamente y nos marcan el circuito que debemos completar en el segmento de natación. Apenas veo la última boya al fondo del lago, situada a casi un km desde donde estoy. Resoplo y me parece un disparate ir nadando hasta allá y volver, dos veces. Tengo miedo, mucho miedo. Es lo más parecido a estar en el corredor de la muerte, son minutos en que experimento, en cada IM, un bloqueo físico y mental que, aunque sé que se desvanecerá cual pompa de jabón en el momento del bocinazo, me parecen interminables e insoportables. Cojo el móvil, compruebo últimos guasaps, alguna entrada en feisbuk, me hago un selfie y me siento el hombre más ridículo del momento, ¿qué haces?, vale ya, para y relájate, es tu día, disfruta el momento y confía en ti. Fracaso, quiero ir con mi mamá…
Se acerca el momento de la carrera y decido calentar unos minutos en el agua antes de que cierren la zona habilitada para tal fin. Me enfundo en el neopreno, o prenda contra-natura que se convierte en una segunda piel incomodísima y que a mí personalmente me produce asma cada vez que me introduzco en él, pero que, como compensación, nos ayuda a nadar mejor y más rápido a los que no sabemos nadar o nacimos hidro-dinámicamente negados. Complicado calentar, parecemos patitos de goma esquivándonos unos a otros en una pequeña piscina acotada junto a la salida. Al menos aprovecho para rellenar el pantano con mi líquido elemento; noto el calentito al deslizarse por mis piernas hasta que se libera a la altura del tobillo. Sí mamá, me meé encima.
“Sal a toda hostia hasta que te duela todo y solo entonces ponte en velocidad crucero tras unos pies que te resulten incómodos de seguir”, o primera consigna que debía cumplir. Pues eso, suena la bocina, (no hay sonido más desagradable, feo, inarmónico y ortopédico que la bocina que utilizan en los IM, anda que no hay donde elegir), salgo disparado hacia la orilla, son unos diez metros hasta que noto el agua en los pies y cuatro o cinco metros más hasta que decido zambullirme e iniciar el movimiento cíclico uniforme de brazos, esto es, pelearme con el agua hasta que me choque con alguien. No más de veinte centímetros y ya noto las patadas, los manotazos y la sensación de impotencia que produce dar brazadas y no avanzar libremente. Ya sé de qué va esto, lo he vivido muchas veces, tranquilidad y paciencia hasta que pase el tsunami. No consigo coger unos pies adecuados a mi ritmo, unos me dan en las manos en cada patada y a otros les doy yo con mis manos en cada brazada, o viceversa. Decido ir por libre, pero se acerca la primera boya que debemos rodear y dejar a nuestra izquierda. Este suceso constituye un buen ejemplo del comportamiento borreguil del género humano y de los fenómenos físicos de la naturaleza. Y es que es inevitable: 1.200 tiburones que se dirigen hambrientos hasta una presa siempre producen el mismo efecto: enconamiento, embudo o como quieran, todos hacia el mismo punto y que embozan el canal por el que queremos pasar todos a la vez. Otra vez las patadas, los agarrones, los adelantamientos por encima de la espalda y los tacos bajo el agua. Joder! Qué prisa tiene la gente! A ver si en la segunda vuelta la cosa se dispersa un poco y podemos desplegar nuestras dotes como tanto he ensayado.
Qué alegría produce salir del agua, girarte y ver que dejas detrás una estela de nadadores. Pienso: joder, no soy tan malo. Subidón. Ya veremos.
Ustedes pensarán: “ahora se para el crono mientras usted se saca el condón que cubre todo su cuerpo, se seca los pieses y se pone la ropa para montar en bici…” Falso, en el triatlón el crono es la bestia que te persigue durante toda la carrera, el crono no se detiene, el tiempo que inviertas/pierdas en las transiciones, (o nombre con el que denominamos los espacios entre cada segmento), se suma a tu tiempo total. Hay gente que pierde carreras por hacer malas transiciones. Pero en nuestro caso, los populares, si bien intentamos no relajarnos demasiado e intentamos emular a los pros, siempre te encuentras situaciones cómicas en las carpas donde nos transmutamos de nadadores a ciclistas. Gente histérica preguntando “dónde coño está mi bolsa”, otros que se han atascado dentro del neopreno y dan patadas en el suelo como posesos por el diablo para desprenderse de él, y también los triatletas zen: aquellos que se lo toman con paz y quietud mientras se secan los pies con una toallita del baño de casa que le han robado del cajón a su mujer, se ponen vaselina en los pezones, crema solar en los hombros y pescuezo, se toman una barrita del Lidle y salen de la carpa como quien sale de misa.
Acabado el ritual de la primera transición, los nervios ya están más amarrados, dar pedales resulta un poco extraño tras más de una hora nadando, pero poco a poco me adapto a la posición e intensidad que habré de sostener durante 180km, que en mi caso, me ocuparon 5h y media y dos minutos. ¿Y no comen ustedes de mientras la bici? Pues claro, pero en esto existen tantas opciones como triatletas; los hay que cargan los fardos de su bici con una selección de barritas de múltiples sabores y colores, otros incluyen algún sándwich de jamón y/o nocilla, y los pros (como ellos y yo) que tenemos todo el menú del día comprimido en un bidón en el que hemos vertido 18 geles pringosos junto con agua y se han convertido en una suerte de melaza pegajosa y dulzona que constituyen una bomba de energía para mover un panzer durante horas sin contaminar. En este punto les recuerdo que un triatleta pofesional como servidor empezó a cargarse de hidratos de carbono desde la comida del jueves hasta el desayuno del domingo, o sea, comer y cenar espagueti durante tres días, lo cual te pone el cuerpo como el gallo de los envases. Asco de pasta ya!
El circuito de bici consta de dos vueltas de 73km y una de 34km teóricamente. A mí me salieron 177 km en total, pero esto suele ser normal en todos los IM, unas veces te quitan y otras de ponen. Otra peculiaridad en esto del triatlón “de interminable domingo”, es que, a diferencia de otros triatlones en versión corta, o como en el ciclismo convencional, aquí está prohibido chupar rueda. No te asustes mamá, nuestro nivel de perversión aún no es tan preocupante como para que andemos lamiéndonos el látex de las ruedas, simplemente es una manera de decir que no te puedes aprovechar del ciclista que llevas delante para que te quite el viento de cara y puedas ir a su rueda con la mitad de energía del que persigues, física pura. La norma es clara: 12 metros de separación entre cada ciclista y 1,5m a los lados al adelantar. Y en esto ocurre un poco como a las mujeres al estimar qué son 25 cms, pero al revés, algunos no tienen interiorizado el patrón metro internacional en la cabeza y asistes soliviantado a flagrantes casos de drafting (o barbarismo para definir la acción de chupar rueda en la jerga). Para eso están los jueces que circulan en moto por todo el circuito cuales comecocos y se encargan de repartir estopa entre el personal; alguno hasta suele acabar siendo descalificado por exceso de chupamiento, (mala infancia que tuvo el pobre).
Consigo mantener la misma intensidad y velocidad durante todo el recorrido, 32km/h y 166 watios (esto me niego a explicártelo ahora mamá, entre otras cosas porque ni yo mismo tengo claro qué significa), pero concluyo exitoso y eufórico el segmento ciclista, nunca rodé tan rápido en ningún IM.
Bajarse de la bici tras casi seis horas de bici y plantarte es lo más parecido a cuando te has acostado pedo la noche anterior y te levantas de sopetón porque se te ha hecho tarde para ir a. Efecto peonza que puede acabar en tragedia Pero no puedes ceder al lamento ni al ridículo, hay cientos de personas viendo cómo ejercitas esta maniobra, a ver si te caes o te quedas enganchado al pedal, antes muerta que sensilla.
Si hace seis horas, en la transición 1, la gente se apresuraba rauda y torpemente a pasar del agua a la bici, ahora, en la T2, el panorama es algo diferente. Los cuerpos molidos, las caras desencajadas, el calor, y el entumecimiento mental, ralentizan y obligan al personal a tomárselo con más calma y aprovechar esos minutos para rehacerse y prepararse para lo que viene a continuación: 42 km corriendo repartidos en 4 vueltas de 10,5km y 100 metros de moqueta azul hasta la puerta del paraíso. Pero hay que llegar.
Señores, no hay mejor manera de conocer las ciudades que corriendo maratones dentro de ellas. Son la oportunidad de patear sus calles, avenidas, parques y plazas sin tráfico. Y si además se trata de Vitoria, el espectáculo está garantizado. Es la ciudad con más sombras por la que he corrido, casi el 100 % de la carrera corriendo entre alamedas y parques frondosos que hacen que el sufrimiento sea menor. Y además, con una afición apostada en los laterales durante gran parte del recorrido que nunca cesa de animar. Es en una de las vueltas que veo a Eneko Llanos (el CR7 o el Messi del triatlón nacional) animando al personal en general y a su mujer en particular, que acabó segunda al final de la carrera, un espectáculo de triatleta. Al pasar junto a él me profiere ánimos nominativos: “aupa José Luis, venga que ya queda poco…”, qué grande, se acuerda de mí, de cuando lo conocí en, cojones!, si llevo el nombre en el dorsal! Da igual, este hombre es un ejemplo de humildad y generosidad.
Me hice el propósito de no mirar el crono durante todo el maratón para evitar estrés y presión de marca. Me limité a correr lo más económica y eficazmente que puedo, sin resoplar y cumpliendo la pauta alimenticia prevista y aconsejada a estas alturas: un gel cada 20’ y líquido a discreción.
-Primera vuelta: venga, que vas bien.
-Segunda vuelta: buff, esto va a ser muy largo.
-Tercera vuelta: me duelen las y los, si me paro, se acabó.
-Cuarta vuelta: por mis cojones que llego a meta.
-Last 95 metros: veo el reloj de meta y celebro haber bajado de 11h de nuevo tras varios años de fallidos intentos.
Cruzo la meta y, se acabó, así, tan rápido, ya está, por qué, ahora qué, y si.., estoy mareado, tengo sed, hambre, medalla, camiseta finisher, nueve veces ya, me siento grande, dejadme que lo sea durante unos minutos más y me callo.
¿Vienes mañana a comer a casa? Claro mamá, allí estaré. Estoy y me sirven macarrones, puta pasta, me persigue hasta en el más allá.

https://www.facebook.com/joseluis.belmontegarcia

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chicos
POS. NOMBRE BIB GRUPO NATACIÓN T1 T2 CICLSIMO CARRERA TOTAL Dif.
1 ALVAREZ GOMEZ, IVAN 1 PRO-M 0:56:18 (22) 4:40:57 (10) 1:59 1:57 2:43:59 (1) 8:25:09
2 AZNAR, CARLOS 19 PRO-M 0:58:26 (28) 4:35:31 (8) 1:39 1:40 2:51:38 (2) 0:03:45 8:28:54
3 GOMES, PEDRO 40 PRO-M 0:52:50 (4) 4:32:23 (5) 1:53 1:44 3:05:27 (7) 0:09:08
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chicas
POS. NOMBRE BIB GRUPO NATACIÓN T1 T2 CICLSIMO CARRERA TOTAL Dif.
1 MAI, JULIA 51 PRO_F 1:01:08 (7) 5:01:50 (2) 2:03 2:47 3:30:04 (2) 9:37:52
2 BRITO, RUTH 53 PRO_F 0:59:05 (3) 5:02:40 (3) 2:00 2:03 3:34:15 (4) 0:02:10 9:40:02
3 GRICE, YVETTE 52 PRO_F 0:55:52 (1) 5:09:42 (5) 2:06 2:11 3:32:42 (3) 0:04:41


grupos edad muy mayores

G65-69M
1 MICHEL, DEMARQUET 1154 1:26:59 (1) 6:36:18 (1) 10:32 7:40 4:55:51 (1) 13:17:20

G70-74M
1 NOE FREIXAS, TONI 1155 1:18:42 () 6:34:53 () 6:28 4:56 5:13:57 () 13:18:56

http://www.triathlonvitoria.com/resultados-full/

http://www.triathlonvitoria.com/galeria/2017_FULL_GENERAL_MASCULINA.pdf

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