La primera vez siempre es especial: es el sabor de lo nuevo, es pisar un territorio desconocido. El oro de 2006 fue como pisar la Luna. Pero lo del Mundial de China es como haber llegado al Sol sin achicharrarse. Iba a por el billete para los Juegos y se ha llevado el título. Es la mayor gesta del baloncesto español. Por muchas cosas: por las importantes ausencias, por la igualdad del torneo, por el nivel de los rivales, por la complicada logística, por el dubitativo inicio... Por todo.La selección volvió a cumplir la hoja de ruta. Una primera fase floja en la que va cogiendo sensaciones y se prepara para los cruces, donde realmente da su mejor nivel. Hay que ser muy bueno para conectarse el día D y a la hora H. Lo hizo en muchas ocasiones cuando la plantilla era de ÑBA y también ahora, con jugadores más terrenales, pero igual de comprometidos y a los que la competitividad les corre por la sangre.España no era la selección con más músculo, ni con más centímetros, ni la de más talento, ni la más experimentada... Pero su genética ganadora es campeona del mundo. El Mundial ha demostrado que el baloncesto no son individualidades, nombres o años en la NBA. Se trata de ser un equipo y el de España se ha comportado de manera ejemplar.Son ya 14 medallas en 20 campeonatos desde 1999. Una bestialidad de la que no puede presumir ninguna selección en el planeta. Será difícil volver a ver algo así. Claro que también era difícil seguir en la élite con el envejecimiento de los Júniors de Oro y repetir victoria en un Mundial, pero para la selección no hay imposibles. Ni el oro olímpico en Tokio. Con estos chicos nunca se sabe.
https://www.marca.com/baloncesto/seleccion/opinion/2019/09/15/5d7e5f23268e3ea82c8b45c2.html
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