martes, agosto 24, 2010

la nueva dieta milagro...y barata! /dieta antiinflamatoria


DIETA | Primeras evidencias científicas
El elixir de la pérdida de peso

* Dos vasos de agua antes de las comidas ayudan a perder peso
* Es el primer estudio que lo constata en personas mayores que siguen dieta

Patricia Matey | Madrid
Actualizado martes 24/08/2010 11:12 horas


El elixir de la pérdida de peso no requiere prescripción médica, no tiene efectos secundarios y no cuesta casi nada. Un grupo de investigadores estadounidenses acaba de constatar, por primera vez, que 'la receta mágica' saludable para perder peso es beber agua corriente antes de cada comida.

Brenda Davy, del departamento de Nutrición Humana, Alimentación y Ejercicio del Virginia Tech en Blacksburg (Virginia), ha dado a conocer los resultados de este ensayo durante la celebración, esta semana en Boston, de la Reunión Anual de la Sociedad Química Americana (ACS, sus siglas en inglés).

En declaraciones a ELMUNDO.es, esta especialista asegura "que nuestro hallazgo más importante es hemos demostrado en un estudio que el consumo de agua (dos vasos) antes de cada comida principal puede facilitar la pérdida de peso entre las personas de mediana edad y las más mayores". En trabajos anteriores "habíamos constatado que los que bebían justamente antes de cada comida ingerían una media de entre 75 y 90 calorías menos. Ahora, en este más reciente, hemos hallado que en el transcurso de 12 semanas, las personas que hacen dieta y, además, toman agua antes de cada comida, tres veces al día, pierden alrededor de dos kilos y medio más que los que no aumentan la ingesta del líquido".

Concretamente, el estudió incluyó a 48 adultos, con una media de edad de entre 55 y 75 años, que fueron divididos en dos grupos. Así, y pese a que todos siguieron una dieta baja en calorías a lo largo de tres meses, uno de los grupos agregó dos vasos de agua antes de las comidas y el otro no siguió esta recomendación. Pasado el tiempo del ensayo, los bebedores perdieron alrededor de siete kilos, en comparación con los casi cinco que 'se quitaron de encima' los que no bebieron.

La doctora Davy recuerda que "la experiencia cotidiana ha sugerido que el agua puede ayudar a promover la pérdida de peso. Pero hasta ahora no había datos científicos sobre el tema. Los estudios anteriores han insinuado que el agua antes de las comidas reduce la ingesta de calorías. Sin embargo, faltaba el 'patrón de oro' de la evidencia científica: un ensayo aleatorio y controlado que compara la pérdida de peso entre los que hacen dieta y beben antes de las comidas y los que no lo hacen".

Defiende, asimismo, que "el agua puede ser tan eficaz simplemente porque llena el estómago con una sustancia que no tiene aporte calórico y, además, la persona ingiere menos calorías. Seguramente, aumentar su consumo también puede ayudar a las personas a perder peso si es la sustituta de las bebidas edulcoradas".

En cuanto a la posibilidad de que el uso de bebidas 'light' tenga los mismos efectos que el agua, la investigadora estadounidense reconoce que "nosotros no hemos analizado este hecho en nuestra investigación, pero otros científicos si han constatado que la ingesta de este tipo de bebidas, libres de calorías, en general reducen la ingesta calórica en las comidas, y puede que también incrementen la pérdida de peso con el tiempo".
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2010/08/24/nutricion/1282631853.html
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2010-08-25
Dieta
Engordar puede no ser tu culpa
Adolfo D. Lozano
Se te ha enseñado durante años y aun décadas a comer al modo que tu cuerpo está predispuesto para engordar, estar hambriento y encerrarte en el círculo vicioso que crea el maná de carbohidratos.

Que la obesidad se ha convertido en un serio problema en Occidente es algo que ya no se le escapa a nadie. Por desgracia, se les suele culpar a las propias personas gordas porque son unos "glotones" (comen demasiado) y unos "vagos" (no hacen suficiente ejercicio). Pero, ¿y si no fuera tu culpa estar gordo? Desechemos los absurdos eslóganes de "comer menos y hacer más ejercicio", que no funcionan, y enfoquemos por un momento la obesidad desde el punto de vista de la inflamación. El Dr. Eric Rimm, profesor de nutrición de Harvard, afirmó en 2007 que "no tenemos una epidemia de obesidad, tenemos una epidemia de inflamación". Recordemos los dos protagonistas de la inflamación silenciosa: el exceso de hidratos de carbono y de grasas Omega 6 (junto con la falta de antiinflamatorio Omega 3).

Si decidiste no acudir a aquellas clases de bioquímica, ahora verás lo que te perdiste. Para entender el problema de la obesidad hay que entender el exceso de acumulación de grasa. En 1965, el manual de casi mil páginas Handbook of Physiology de la Sociedad Americana de Fisiología lo explicaba claramente. El tejido graso o adiposo está compuesto por triglicéridos (que significa tres ácidos grasos unidos por un enlace de glicerol). Las calorías acaban formando parte de este tejido graso cuando no podemos emplearlas para generar en ese momento energía. Aunque podemos almacenar algo de carbohidratos (como glucógeno), esta capacidad es muy limitada; sin embargo, siempre hay hueco para nuevos depósitos de tejido graso. Los hidratos de carbono juegan un papel central en la formación de grasa corporal. En primer lugar, los carbohidratos que no empleamos como energía protagonizan un proceso llamadode novo lipogenesis, expresión latina que significa ‘nueva creación de grasa’, donde directamente los carbohidratos pasan en el hígado a triglicéridos de grasa corporal. En la introducción del mencionado Handbook of Physiology podemos leer: "Esta lipogénesis está regulada por el estado nutricional, reduciéndose a un mínimo ante la deficiencia de carbohidratos y viéndose considerablemente acelerada durante la disponibilidad de carbohidratos".

En segundo lugar, los triglicéridos que configuran toda la grasa corporal se forman, como he dicho, de ácidos grasos y glicerol. Para que los ácidos grasos sean ‘empaquetados’ como grasa corporal se necesita glicerol. ¿Y de qué depende que haya más o menos glicerol disponible? De los niveles de azúcar en sangre (echa un vistazo a ese arroz, pan o pasta en tu cocina). Además, el azúcar elevado genera mucha insulina. Y precisamente la insulina es lo que impide que los triglicéridos acumulados se liberen en ácidos grasos y glicerol, esto es, que la grasa corporal se reduzca. Por tanto, una dieta alta en carbohidratos activa tanto la formación de nueva grasa corporal como el bloqueo de su eliminación. Y por ello, el Dr. Volek sabiamente afirma que los carbohidratos son activos en este proceso, mientras la grasa dietética es pasiva, es decir, en esencia la grasa de la dieta acaba formando grasa corporal siempre que haya presencia elevada de carbohidratos. De ahí que una dieta alta en grasas y baja en carbohidratos no sólo haga difícil el aumento de peso sino que puede adelgazar.

Que una dieta proinflamatoria es el verdadero enemigo que combatir en la obesidad es reafirmado por la influencia negativa del segundo protagonista en la inflamación silenciosa: ácidos grasos Omega 6 (aceites de maíz, girasol o soja). Cardiovascular Psychiatry and Neurology publicó en 2009 un estudio con dos grupos de ratones genéticamente idénticos con mismas calorías y grasas totales en sus dietas. La única diferencia fue la proporción Omega 6/Omega 3: un grupo consumió una dieta alta en Omega 6 y el otro no. La tercera generación de los ratones de la dieta alta en Omega 6 fueron gordos, los otros no. Pensemos en las mismas tres generaciones expuestas a altas dosis de Omega 6 que se han necesitado para el estallido de la obesidad en Occidente. Otro estudio de 2008 del British Journal of Nutrition apuntaba en la misma dirección. El Dr. Joe Hibbeln, experto en ácidos grasos, explicaba en la I Conferencia Internacional de Ácidos Grasos en 2010 que los ácidos grasos Omega 6 pueden duplicar la producción de endocanabinoides que generan apetito, y que su incremento en la dieta del 1% al 8% (es lo que ha sucedido en el último medio siglo en la dieta norteamericana) provoca cambios genéticos masivos que desembocan en obesidad. A este propósito, resulta aleccionador el experimento de Susan. Susan Allport es periodista de salud en EEUU y colabora con el famoso Oprah Magazine entre otras publicaciones. Consciente de los perjuicios de una dieta elevada en ácidos grasos Omega 6, decidió seguir semejante dieta durante 30 días. Y aunque no dio tiempo en cuatro semanas para apreciar aumento del peso total, sí aumentó su grasa corporal (unos 250 gramos sólo en la región abdominal). Además, se redujo un 22% su dilatación arterial y sus arterias se volvieron más rígidas. Si es más que importante un consumo adecuado de Omega 3, es imprescindible la restricción de aceites vegetales ricos en Omega 6.

Aunque podría resultar exagerado, posiblemente deberíamos tratar el problema de las dietas altas en carbohidratos y proinflamatorias como el de la adicción a las drogas. En 2007, un estudio realizado en Francia y publicado por laPublic Library of Science resultó revelador. A un grupo de ratas adictas a la cocaína se les dio agua endulzada con azúcar y edulcorantes. A los tres días, cambiaron su adicción a la cocaína por la adicción al azúcar. Parece ser que la glucosa tiene un poder para activar la dopamina (un neurotransmisor que produce entusiasmo) semejante a la cocaína. La industria alimentaria lo sabe, con lo que acaba enganchándonos a sus productos azucarados so pena de sufrir el síndrome de abstinencia.

Volviendo al comienzo, puede que al fin y al cabo engordar no sea tu culpa. Se te ha enseñado durante años y aun décadas a comer al modo que tu cuerpo está predispuesto para engordar, estar hambriento y encerrarte en el círculo vicioso que crea el maná de carbohidratos que la industria alimentaria está encantada de ofrecerte a precios baratos. A quien debemos culpar es a los políticos con ínfulas de salvadores nutricionales, a una industria alimentaria deseosa de engancharte de por vida a sus productos y a los médicos que han acabado comulgando con ruedas de molino a la hora de recomendarte una dieta saludable. A pesar de todo ello, la responsabilidad última de volver al camino del bienestar para ti y tu familia está en tus manos. Escucha a tus genes. Ellos quieren una dieta antiinflamatoria.
Adolfo D. Lozano es consumer advocate en salud, nutrición clínica y dermatología cosmética y autor del blog Juventud y Belleza. Puede contactar con el autor en david_europa@hotmail.com

http://www.libertaddigital.com/opinion/adolfo-d-lozano/engordar-puede-no-ser-tu-culpa-55948/

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