Existe desde hace años la creencia asentada de que la F1 es tremendamente aburrida, un latiguillo alimentado a veces por los propios aficionados a este deporte, que no dudan en disparar contra un espectáculo que siguen 300 millones de personas en todo el mundo. Da igual que los Mundiales de fútbol se decidan por penaltis en todas las eliminatoria importantes, o que en MotoGP gane el mismo desde hace seis temporadas, que el tostón es siempre el 'Gran Circo'.Ayer se demostró en Silverstone que sin lluvia, y sin agentes externos, hay carreras incomparables en emoción adelantamientos y duelos parejos. La partida que jugaron Max Verstappen y Charles Leclerc, quedará como una de las mejores de la historia, con una batalla descarnada y deportiva hasta el límite. Hubo intentos forzados, pero lejos de la mala fe, ninguno fue rácano sino generoso, por lo que las sanciones pasaron a mejor vida. Max salió ganador por dos veces con el monegasco, hasta que se topó con Sebastian Vettel y fue embestido por el alemán cuando ya había dado cuenta de él.
Por delante, un Valtteri Bottas perfecto todo el fin de semana se encontró segundo al final, gracias a un 'safety car' que permitió entrar a Hamilton gratis cuando al finlandés le quedaba una parada. El Mundial está decidido tras la séptima victoria de Lewis este año, y los 39 puntos que le saca a su compañero, pero a nadie se le ocurre denostar gratuitamente a la F1 tras la trepidante carrera de ayer, desde el semáforo hasta la bandera a cuadros.
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