Esta es la densidad de población en el hogar de un voluntario de protección animal. Faltarían los animales en cuarentena encerrados en el baño o en una jaula postoperatoria, y la camada que se levanta a bibi cada tres horas día y noche en otra pieza separada.
Muchas veces el ciudadano que contacta a una
#AsociaciónDeProtecciónFelina tiene en su mente que será llamar y conseguir una solución mágica para ese gato que necesita ayuda. Cree que un voluntario le atenderá su petición de ayuda de inmediato, disponible al teléfono las 24 h del día 365 días al año. Este voluntario, dejará de inmediato su vida de banda, ya sea Nochebuena o esté en el trabajo, cogerá su coche, se plantará en el lugar donde está el gato o gatos en necesidad de ayuda y los llevará a al veterinario sin mirar el coste, ya que cobran subvenciones millonarias. Luego, se llevará a los animales a un refugio enorme, y donde decenas de voluntarios se turnan amorosa y profesionalmente para atender las necesidades del gato. Desde luego, los costes de manutención, alimentación, sanidad y material serán sufragados por ese fondo inagotable de medios económicos propios de la asociación. Y desde luego, el en muy poco tiempo el gato será adoptado por una fantástica familia humana, ya sea adulto, adulto, cojo, ciego, inmuno, leucémico o todo a la vez. Así que sólo con hacer esa llamada y señalarle al voluntario dónde tiene que ir, el ciudadano sensibilizado con el maltrato animal, ya cree estar haciendo la acción solidaria del año.
Nada más lejos de la realidad. Las asociaciones son grupos muy reducidos de ciudadanos. El núcleo duro de una asociación son de dos a cuatro voluntarios, y se le añade a veces, unos cuantos colaboradores puntuales. Esos 4
🐱 tienen más conciencia que medios, y luchan a brazo partido para ayudar a unos pocos gatos, a los que pueden. Generalmente no reciben ninguna subvención ni partida económica, y si lo hacen,cubre una parte mínima del presupuesto total anual así que sale todo de sus propios bolsillos y de los pocos medios que recaudan. Por ello, ninguno de los voluntarios tiene más obligación de ayudar al animal que ese ciudadano que está llamando. Tener conciencia y organizarse, no implica tener la obligación de asumir TODAS las responsabilidades de nuestros ayuntamientos y de nuestros conciudadanos en materia de protección animal.
Generalmente los voluntarios pensamos que este malentendido, es producto de la falta de información y que el concienciado ciudadano entenderá la situación cuando se la explicamos. "No podemos ayudar a este animal a menos que te impliques de forma activa en su rescate, en sus gastos, en su acogida. Tu atiendes a uno, nosotros a muchas decenas. De nuestros bolsillos. Podemos asesorarte, podemos colaborar, pero no podemos ayudarle si tu no le ayudas: ayúdanos a ayudar. No es culpa nuestra. Es tu Ayuntamiento quién tiene la obligación legal de recoger y acoger a los animales domésticos de compañía. Pero no lo hace, o lo hace mediante empresas que no aseguran la supervivencia de estos animales ni a corto plazo."
A veces, lo entiende. Muy pocas, la verdad. Pero muchas otras veces, el sensible ciudadano se cortocircuita ante esta dura realidad, y vuelca su rabia en el voluntario. Parece ser que es más fácil esto que reclamar como ciudadano las soluciones mediante los cauces adecuados a los responsables de la administración pública. Así que no sólo ayuda al animal, sino que tampoco ejerce su obligación como ciudadano de reclamar a la administración que cumpla con sus obligaciones legales. Y aún peor, añade al peso emocional que ya carga el voluntario un par de toneladas extra de sufrimiento, injusticia, enfado y culpabilidad.
Es muy hipócrita, ya que este ciudadano que nos exige que actuemos desde el altruismo, suele poner todo tipo de excusas para no ser parte de la solución. "No puedo ayudar al animal por que: no tengo espacio, no tengo dinero, mi maridito no me deja, es que tengo ya un gato, tengo un perro...". Es duro para el voluntario, ya que generalmente, este ciudadano tiene una situación mucho más privilegiada para ayudar que él. La única necesidad para ser un voluntario o una
#CasaDeAcogida es la VOLUNTAD de ayudar a salvar vidas a toda costa. En muchas ocasiones la traducción de esta sarta de excusas de mal pagador es un "No tengo GANAS." Y es aceptable. Es comprensible. Es que no es responsabilidad de un ciudadano ayudar a un animal doméstico. Es responsabilidad del consistorio local. Pero si estás haciendo esta llamada, es por que sabes que las cosas no funcionan bien, que tu ayuntamiento comete negligencia o maltrato institucional. Por eso haces la llamada. Por que sabes que la única oportunidad de vivir de ese animal procede de la sociedad civil. Pero la sociedad civil, también eres tu.
Por eso, queremos agradecer hoy a todos nuestros voluntarios que acogen, pese a tener animales enfermos, rescatados, separados por problemas de salud o de comportamiento, habitaciones cerradas con animales en cuarentena, hijos, cónyuges, trabajos, obligaciones, familiares dependientes, economía mermada, falta de espacio, que se levantan de noche cada tres horas para dar biberones, que incluso se llevan a los gatitos lactantes a su trabajo, que hacen turnos hasta la madrugada para rescatar, esterilizar colonias, que comen pasta medio mes por que no les llega a más el sueldo... Que tienen todos estos impedimentos y mil más, y que aún así, si tienen ni que sea un pequeño hueco, dicen SÍ a la vida. Y que cuando dicen NO, es por que de verdad NO pueden. Y NO deben.
Compañeros, no permitáis que nadie os haga chantaje emocional nunca con un animal que necesita ayuda, o peor aún, con un animal que tiene responsable legal. Tenéis derecho a poner límites, y a exigir a ese ciudadano que pide ayuda que haga un 1% de lo que hacéis vosotros. Y si no quiere, que dirija su queja a quién toca y como toca; que haga una denuncia, y una instancia en el ayuntamiento.
Y decirle de nuestra parte que a malas lleve al animal a casa del señor alcalde: a diferencia de las casas de los voluntarios, suelen tener casas espaciosas y economías saneadas.