seguimos con el desenlace de la historia real de supervivencia en los cañones de guara, en resumen
salimos sin plano, sin brùjula sin agua y sin conocer el terreno a ahcer una excursiòn a piè y cuando queremos volver, dando un rodeo, nos encontramos encajonados sin salida entre unos barrancos, se hace de noche, nos quedamos sin agua y se forma una tormenta con rayos, uno de los cuales cae cerca de mì...
el relato hasta ahora, està en éste enlace
http://ceciliobenito.blogspot.com/2009/08/historias-de-superviviencia-2-canones.html
El ataque del jabalì... ( padre)
ahora la prioridad era perder altura lo màs ràpido posible, para evitar el riesgo de los rayos y buscar un lugar para pasar la noche.
La tormenta poco a poco fuè remitiendo , pero tambièn habìa menos rayos con lo que no podìamos ver por donde bajàbamos y la oscuridad màs absoluta nos envolvìa.
el terreno calizo y permeable a pesar de la lluvia caìda estaba seco porque el agua se filtraba en la tierra y no encontràbamos un charco para aplacar nuestra sed. Nos tenìamos que contentar con recoger las gotas de lluvia que quedaban adheridas a las hojas de las plantas.
poco apoco el terreno se fuè haciendo màs fragoso con barrancos y decidimos buscar un lugar para pasar la noche. Ya se ha pasado la medianoche, encontramos una cornisa en pasillo de un metro y medio de ancho, con una pared a la espalda y un barranco al frente y con grandes piedras planas que tenìan oquedades llenas de agua.
Parecìa el lugar ideal para esperar, nos pusimos a cuatro patas y como animales saciamos la sed, sorbiendo el agua de los charcos, que estaba limpia por ser recièn caìda.
Ya màs relajados nos acomodamos con la espalda a la pared , mojados por fuera por la lluvia y con la piel empapada en sudor , hombro con hombro para pasarnos mutuamente el calor corporal.Adormilados fueron pasando las horas, cuando a eso de las 3 de la madrugada, mi compañera màs atenta me avisa susurrando,de un sonido extraño y cercano, del final de la cornisa. No se ve nada, pero se adivina una sombra amenazadora que gruñe y resopla...
Un escalofrìo nos recorre la columna, el ùnico animal que puede ser, que es , es un jabalì !, hemos escogido uno de los pocos puntos donde hay agua, en la parte alta de la sierra y que seguro que el jabalì lo utiliza como zona para dormir.
La situaciòn es peligrosa , no podemos escapar , detràs , la pared, delante el precipicio, la cornisa de sòlo metro y medio, en un lado el jabalì y si pretendemos escapar corriendo, el jabalì corre màs y nos puede desgarrar fàcilmente con sus colmillos afilados como puñales .
Optamos por lo ùnico que podemos hacer, levantarnos y dar un par de gritos
¡FUERA! ¡FUERA!
como farol, claro..
el jabalí decide no atacar, retrocede y desaparece gruñendo en la noche.
Aliviados pero con las pulsaciones a tope , nos volvemos a sentar en nuestro bastiòn defendido con ondas sònicas.
Ya no podemos dormir y las horas que faltan hasta el amanecer, las consumimos en un duerme vela , exhaustos por el esfuerzo y por la tensiòn .
Las luces del alba se encienden lentamente como una bombilla accionada por un reostato de potencia .
Poco a poco vemos donde estamos,con el precipicio mortal delante y ya somos conscientes de lo cerca que hemos estado de no contarlo.
Repartimos la pastilla de glucosa en 2 partes y empezamos la bajada . Creìamos que estàbamos cerca de la civilizaciòn , pero tardamos màs de una hora en bajar hasta el llano, èsta vez sin barrancos que nos cortaran el paso.
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