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¿Cerca del 6 de octubre? Los alcaldes catalanes defienden la “independencia” junto a Mas
Los responsables municipales del 92% del territorio catalán entregan sus mociones a favor del 9N en el Palau de la Generalitat pero acaban defendiendo la secesión
Por Manel Manchón
04/10/2014 14:10
Mas y Junqueras se conjuran para mantener la cara hasta el 9N
La Generalitat emite en TV3 un nuevo anuncio que defiende el derecho a decidir
El seis de octubre está cerca. Literalmente. El lunes será el 6 de octubre en el calendario. Lo que significa ahora, en términos históricos –nefastos para los intereses de Cataluña, en 1934-- está lejos, pero hay algunos indicios que pudieran pensar que el President Artur Mas está dispuesto a mantener la presión sobre el Gobierno español, respaldado por un movimiento social que él ha alentado, y que ahora le puede arrastrar hasta el precipicio.Ha sido este sábado. Los alcaldes de casi todo el territorio catalán, que han representado al 92% de las localidades, incluida Barcelona, han entregado en el Palau de la Generalitat las mociones aprobadas a favor de la consulta del 9 de noviembre.Pero, tras el discurso de Artur Mas, en el Palau de la Generalitat, en el que ha defendido la firmeza del proceso soberanista, y ha acusado a Mariano Rajoy de inmovilista, los responsables municipales han acabado gritando: “Independència, Independència, Independència”.
La posición de Trias o de De Gispert
El movimiento ha jugado al equívoco desde el primer momento, y, aunque según las encuestas el 70% de la sociedad catalana, pide esa consulta soberanista, los impulsores la han transformado en una proclama independentista.Alcaldes como Xavier Trias, --un señor de Barcelona que lo ha sido todo en la política catalana y española, como número uno de CiU en el Congreso--, o Núria de Gispert, la presidenta del Parlament, de Unió Democràtica, han estado presentes en un acto que buscaba una gran trascendencia, y que se ha convertido en una defensa de la independencia, con todas las consecuencias.
Junqueras, el héroe
En el acto, y entre las primeras posiciones, se encontraba Oriol Junqueras, presidente de Esquerra Republicana, y alcalde de Sant Vicenç dels Horts, --cercana a Barcelona—verdadero héroe en estos momentos del proceso soberanista en Cataluña. Junqueras ha asegurado que el acto “renueva el compromiso de la inmensa mayoría de los ayuntamientos" con el proceso, que, es una forma de decir que renueva el compromiso con la petición de independencia.
¿Entonces, qué se pide, una consulta, o la independencia directamente?
Mas lo ha dejado claro, al asegurar que el apoyo de los municipios puede ser un punto y aparte en el proceso. “Esto no se puede parar, por mucho que intenten parar la voz del pueblo, no se saldrán con la suya y nosotros sí que lo haremos”, ha asegurado.Como conclusión, Mas, que ya esperaba los gritos de “independencia”, ha clamado: Este país sigue firme, porque saldrá adelante”.
El Gobierno español tiene un problema.
http://www.economiadigital.es/es/notices/2014/10/_cerca_del_6_de_octubre_los_alcaldes_catalanes_defienden_la_independencia_junto_a_mas_60089.php
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Making time
Me había hecho el propósito de no escribir nada sobre Cataluña al menos hasta pasado el 9 de noviembre por lo cansino y reiterativo de lo que allí está pasando, que ya provoca el hastío de los ciudadanos. Pero los independentistas a cada día que pasa se están superando en cuanto a sus ocurrencias ante el pasmo del gobierno de Madrid, ello me obliga a seguir al pie del cañón aunque ya conozcamos el final de esta comedia.
Artur Mas apremiado ayer por el bizco y el de la sandalia, decidió firmar y finalmente publicar el decreto para el nombramiento de la especie de junta electoral que se encargará de dar fe de los resultados del referéndum, que él no pensaba llevar a cabo. Este viernes celebraba una "cumbre histórica" de los partidos embarcados en el referéndum ilegal y tras siete horas de reunión se decidía mantener la "unidad de acción" y la fecha del 9-N. "Ni un paso atrás", "se mantiene el pulso", "nos defendemos de una ofensiva del búnker" y otras frases por el estilo pretendían mostrar la cohesión inquebrantable del frente independentista.
Este sábado, nueva jornada para la historia. Los alcaldes, los presidentes de las diputaciones provinciales y las asociaciones de munícipes por la independencia eran recibidos en el Ayuntamiento de Barcelona por el alcalde Xavier Trias, que pronunciaba un discurso sobre las insólitas, inéditas y felices circunstancias en las que acogía a sus colegas, teóricos depositarios de un mandato popular expresado en mociones de apoyo al referéndum. Los representantes municipales, vestidos con sus uniformes de gala, han atravesado la plaza Sant Jaume, escoltados por agentes de la Guardia Urbana de Barcelona y de los Mossos d'Esquadra, para dirigirse desde el consistorio hasta la Generalitat, donde Mas les esperaba.
Todos los días hay una lección de democracia por parte de Mas, la Generalidad, Junqueras y en esta ocasión de los alcaldes. Ante tanta aclamación no va a hacer falta el referéndum para proclamar la independencia: Cataluña se va a separar de España si o si, de tal manera que solo faltaría que Artur Mas salga al balcón de la plaza Sant Jaume y haga la proclamación.
Mientras TV3 se ha saltado la orden del Constitucional y ha emitido este sábado a primera hora de la tarde un anuncio de la Generalitat sobre la consulta soberanista catalana convocada el próximo 9 de noviembre. Se trata de la primera vez que el Gobierno de Artur Mas emite un anuncio después de que el pasado lunes el Tribunal Constitucional (TC) suspendiera la Ley de Consultas.
Sobre un fondo negro, unas letras blancas aparecen y una voz en off lee lo que en ellas se dice: “la consulta popular no vinculante sobre el futuro de Cataluña ha sido impugnada a instancias del Gobierno español”. Por ello, la Generalitat anuncia que la campaña ‘Tú decides’ ha sido suspendida de forma cautelar y temporal y añade que “el gobierno catalán ha acordado promover iniciativas legales, políticas e institucionales para garantizar el ejercicio del derecho a decidir el futuro político de Cataluña”. Finalmente, el spot, de 35 segundos de duración, acaba ofreciendo un teléfono a los ciudadanos para tener más información: el 012. Viva el recochineo.
Mientras ocurre todo esto en Barcelona, el gobierno de Rajoy que piensa seguir sin mover un dedo para defender a los españoles, ha pedido un informe a la abogacía del estado para que incluya estos últimos pasos a su dictamen de suspensión y ha despachado el asunto del desafío independentista de Artur Mas en pasado, dando por hecho que ha frenado la consulta del 9-N, pero sin responder al detalle sobre el hecho más novedoso: que el presidente de la Generalitat se ha empezado a saltar la ley. “Este es un gran país y no hay nadie por encima de la ley”, ha proclamado el presidente del Gobierno ante sus diputados, senadores, eurodiputados y parlamentarios autonómicos reunidos en Guadalajara. Rajoy se ha limitado a decir que "separados somos menos, menos fuertes, menos prósperos, con menos bienestar y menos influyentes y juntos alabamos nuestra historia, la reconocemos, ganamos todos, nos superamos, somos más gente, más fuertes y más influyentes".
El presidente del PP ha insistido en que quien “si se salta la ley” se salta la democracia, en que “sin ley no hay democracia” y en que en España “por encima de la ley no hay nadie”. Pero no ha explicado qué hará ahora para obligar al presidente de la Generalitat para que rectifique en su decisión de crear los órganos y nombrar a las personas que deben vigilar a modo de “junta electoral” la consulta prometida.
Tres manifestaciones, tres años seguidos, de cientos de miles de personas –300.000, 500.000 u 800.000, me da igual, una multitud en cualquier caso– vociferando contra España disfrazados de estelada se han despachado como si fueran cuatro gatos que nada tienen que ver con la sociedad catalana. No pasa nada. Unas elecciones anticipadas de las que sale un Parlamento con un 80%. Porque Rajoy cree que el Constitucional puede acabar esta farsa cuando quiera, solo con la colaboración de un par de notificadores judiciales.
Tengo la impresión que todo el pescado está mas que vendido y tanto Mas como Rajoy o Junqueras podría ser que han decidido ya que, haya o no consulta el día 9N, ante la imposibilidad técnica de seguir adelante con la independencia, no va a pasar nada, toda vez que no se ha desactivado el sistema de financiación tanto de partidos como dirigentes y todo seguirá igual porque a ninguno de ellos les interesa que nada cambie y continúe fluyendo sin interferencias la pasta del contribuyente camino de Andorra u otro paraíso. Lo que aun no está decidido, una vez fuera de combate Jordi Pujol, quienes serán los nuevos receptores.
Lo que ahora está pasando en Cataluña no es más que una especie de juego donde ya se ha pactado el final entre sus contendientes y solo quedaría por discutir la cuotas de cada uno de ellos a partir de ahora y lo que ocurre es que tienen que distraer al personal, el único que no se entera al que hay seguir entreteniendo con las esteladas y el puerta a puerta, para que no se acabe desmandando, al menos, hasta la fecha prometida.
Lo cierto es que esta lucha que no es para proclamar la independencia, en realidad no les interesa, y a estas alturas ya podían haberlo hecho, si se presenta la oportunidad, no saben ni cómo. Si serán inútiles los separatistas, que con todo el apoyo del Parlament, de los partidos de la oposición, de los alcaldes, la propaganda de TV3 y con toda la ayuda externa de Rajoy y Sánchez van a ser capaces de proclamar la independencia.
http://xcarrio.blogspot.com.es/2014/10/making-time.html
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Análisis: El golpe económico de una independencia de Cataluña
29.09.2014304
En estos momentos España se encuentra en una situación de incertidumbre política y económica motivada por las actuaciones separatistas que se están produciendo en Cataluña. Precisamente el sábado pasado el presidente de la Generalitat, Artur Mas, firmó el decreto para convocar la consulta sobre el futuro político de Cataluña.
El panorama nos parece complicado ya que, por un lado, existe un movimiento social en pro de la independencia legítimo y respetable y, por otro, se han aducido argumentos para impulsarlo que no se ajustan a la realidad como, por ejemplo, «fuera de España nos iría mejor», «una Cataluña independiente seguiría formando parte de la Unión Europea» y «la independencia nos daría más prosperidad».
Estancamiento económico
Dejando aparte que una Cataluña independiente estaría peor económicamente, el propio proceso plebiscitario está generando una inestabilidad que está perjudicando considerablemente las expectativas económicas y de inversión en la comunidad autónoma. Además, el momento no puede ser más inoportuno ya que el entorno económico europeo no parece muy favorable y, como ya avanzó Mario Draghi la semana pasada, Europa se enfrenta a una posible situación de estancamiento. Efectivamente, el conjunto de la zona del euro avanza muy lentamente y todavía mantiene un nivel de crecimiento inferior al del comienzo de la crisis, mientras que otros países como Estados Unidos ya lo han superado. Además, se han detenido las tasas de crecimiento de economías muy importantes como las de Alemania, Francia e Italia.
Así, la confianza empresarial alemana se ha debilitado y el componente de expectativas del Índice IFO, que elabora mensualmente el Instituto de Estudios Económicos de la Universidad de Múnich, ha caído en septiembre al nivel más bajo desde hace veinte meses: un 99,3 (recordemos que valores superiores a 100 indican expansión económica e inferiores señalan contracción). Éste es, en parte, el resultado del conflicto entre Ucrania y Rusia, que abastece el 40% de la energía en Alemania y que está deteriorando las expectativas económicas de sus empresarios.
En Cataluña parece que también se tuercen las cosas. Según el último informe de Convivencia Cívica Catalana, la inversión extranjera que llegó a Cataluña durante el segundo trimestre de este año fue un tercio (34%) de la que recibió en el mismo periodo del año anterior. Un reflejo claro de las intenciones de los inversores internacionales ante un posible resultado independentista. El panorama de las empresas no es mucho más halagüeño.
Dos grandes entidades financieras catalanas, CaixaBank y Banco Sabadell, podrían necesitar planes para trasladar su sede fuera de Cataluña. Si Cataluña se independiza se quedará fuera de la zona del euro y, por tanto, sus bancos no recibirían créditos del Banco Central Europeo (BCE) que además de ser baratos (tienen un tipo de interés del 0,05%), son el último recurso con el que cuentan las entidades de crédito para resolver situaciones de falta de liquidez.
Éste es sólo un ejemplo de los efectos que está teniendo no ya la independencia, sino el mero hecho de plantear una posible consulta sobre ella. Si, además, la separación fuera real, los efectos sobre la economía catalana podrían ser considerables. Cataluña se contraería y el colapso económico podría ser considerable fundamentalmente porque una parte de las empresas radicadas allí se irían. La actividad empresarial no se mueve por sentimentalismos nacionalistas sino por motivos económicos y sociales y desde el momento en que se hiciera efectiva la independencia las empresas catalanas tendrían que luchar para hacerse un hueco en los mercados internacionales.
¿Por qué esta situación de inferioridad de las empresas en un contexto de independencia? En primer lugar porque la independencia supondría la salida automática de Cataluña de la UE. Lo que significaría que la UE aplicaría inmediatamente un arancel a la importación de productos catalanes. Sería el mismo que soportan los países que no son miembros de la Unión Europea. Además, Cataluña podría caer en la tentación de elevar barreras arancelarias para proteger a sus empresas de los productos extranjeros.
En definitiva, las empresas catalanas verían como aumentan sus costes de importación de las materias primas y bienes intermedios que no se produzcan en Cataluña a la vez que disminuyen sus ingresos por exportaciones. La solución al problema está clara: trasladar la empresa fuera de Cataluña para continuar trabajando en un territorio que forme parte de la UE y de su mercado único. Además, como señalan los libros, el aumento de aranceles generaría una reducción del comercio internacional y una menor eficiencia económica. Todo ello disminuiría considerablemente las oportunidades de Cataluña de generar ventajas competitivas.
Aumento del déficit público
Esta situación de reducción de la producción dificultaría la solvencia del sector público catalán y llevaría a un desequilibrio de las cuentas públicas. Primero, porque los ingresos se contraerían por la menor actividad económica que generaría la deslocalización de las empresas, lo que disminuiría las bases imponibles y, como consecuencia, la recaudación fiscal.
Segundo, los gastos serían mayores. El Gobierno de Cataluña tendría que financiar la constitución del nuevo Estado y hacerse cargo de aquellas partidas que estaban aseguradas por el Estado español como las pensiones, y de incrementos en sueldos de los funcionarios y en defensa. Asimismo, debería continuar haciendo frente a los pagos del servicio de la deuda pública española que le correspondiese, al menos durante algunos años. Años que formarían parte de un periodo clave para consolidar económicamente la independencia.
Por tanto, el resultado sería un grave déficit público catalán que no podría recurrir a la emisión de deuda para su financiación, ya que la previsible desconfianza de los inversores en su devolución impediría a Cataluña acceder a los mercados internacionales. Es difícil pensar que un país de reciente creación, pequeño comparado con los gigantes europeos y sin apoyo internacional, sea merecedor de la confianza de los compradores de bonos que, en definitiva, puede destinar sus recursos a cualquier otro territorio con mejores expectativas.
El abandono de la zona del euro y la creación de una nueva moneda Además, si Cataluña se independizase, se vería obligada a abandonar la Unión Monetaria Europea. En ese posible escenario a Cataluña se le abrirían dos posibilidades: mantener el euro o crear su propia moneda. En el primer caso, nadie puede impedir que Cataluña continúe usando el euro. Pero para que un país pueda utilizar una moneda que no controla debe conseguir acercarse al equilibrio fiscal. Sólo así podría tener acceso a la financiación internacional.
Sin embargo, ante un escenario de elevado déficit público, sin ayudas de la UE y sin recurso al BCE, es imposible utilizar una moneda como el euro. Por tanto, lo más probable es que Cataluña en el caso de independizarse desarrollaría su propia moneda: llamémosla «catalino». En ese caso tendría que hacer un «corralito» que evitase la estampida de depósitos en euros. El tipo de cambio inicial, por comodidad sería: 1 euro = 1 catalino. Entonces el Gobierno de Cataluña invitaría a sus ciudadanos a que vayan al Banco Central de Cataluña y/o por extensión a los bancos comerciales ubicados en Cataluña a cambiar sus euros por catalinos.
¿Alguno de ustedes, queridos lectores, iría corriendo al banco a cambiar sus euros por catalinos? Nadie. Todos los catalanes guardarían sus euros a buen recaudo o se los llevarían al extranjero. Y antes de que el Gobierno catalán hiciese un «corralito» y bloqueara las cuentas en euros para convertirlas más tarde y automáticamente en catalinos, retirarían rápidamente sus depósitos en euros y los pondrían en una cuenta en otros países como España, Andorra o Francia.
Lo harían entre otras cosas, porque una vez introducida la nueva moneda, el siguiente paso es la devaluación del catalino, con el fin de financiar el déficit público y también para ganar en competitividad. Al principio, para dar confianza y evitar suspicacias, haría falta mantener un tipo de cambio fijo. Pero al poco tiempo se depreciaría su moneda y Cataluña habría ganado competitividad, porque los precios en euros de sus exportaciones se habrían reducido considerablemente.
Pero con la nueva moneda no todo serían ventajas y habría también importantes inconvenientes. El primero la inflación, por varios motivos: 1) los precios de las importaciones, valorados en catalinos, aumentarían lo que incrementaría el nivel de precios de los bienes de consumo; y 2) crecerían los costes de producción de las empresas que necesiten comprar en el exterior, lo que reducirían sus márgenes de beneficio y elevarían sus precios de venta.
El segundo, mayores dificultades para hacer frente a las deudas expresadas en euros, que serían la mayoría y que después de la devaluación serían mucho mayores en términos de la nueva moneda local. Y finalmente, descontento social. Los que pudieron mantener sus ahorros en euros habrán visto aumentar su poder adquisitivo mientras aquellos que sufrieron el corralito o simplemente no tuvieron la oportunidad de retirar sus depósitos se habrán empobrecido. En definitiva, las consecuencias de una Cataluña fuera del euro serían muy graves. A corto plazo el panorama se tornaría muy complicado: dificultad para pagar tanto la deuda privada como la pública, deslocalización del sistema financiero y parte del tejido productivo y, como consecuencia, débil crecimiento económico. Por supuesto, como es fácil ver, esto no sólo sería perjudicial para Cataluña sino también para España.
Una forma de evitar estas indeseables consecuencias sería que Cataluña siguiera perteneciendo a la Unión Económica y Monetaria. Esta favorable situación económica de tener el euro como divisa es algo que se está dando por hecho en las reivindicaciones independentistas. No obstante, el proceso de adhesión a la UE está firmemente regulado y está sujeto a numerosos requisitos. Además, haría falta unanimidad en el Consejo de la UE, del que forma parte España, para aceptar la entrada del nuevo miembro. Por supuesto, la decisión se toma en función de los costes y beneficios económicos y políticos y, además, es muy probable que la adhesión de Cataluña beneficiara también a España. Sin embargo, la incertidumbre existe y es una herramienta más de negociación, igual que lo es la valoración de qué parte de la deuda española corresponde a Cataluña.
El papel de las expectativas
Es cierto que la economía catalana cuenta con una importante parte del tejido empresarial e industrial del país. Pero no se puede olvidar que la actividad económica futura está basada, entre otras cosas, en la confianza y en la estabilidad.
Probablemente los aficionados a la economía recuerden que las expectativas de los agentes afectan al funcionamiento de los mercados y también a las decisiones políticas. Esta característica que describe la Real Academia como la «posibilidad razonable de que algo suceda» es ahora el principal condicionante económico de nuestro país y un potencial freno a nuestro ritmo de crecimiento.
Son precisamente estas expectativas económicas las que anticipan un desequilibrio importante en las finanzas públicas catalanas y que aumentaría bajo la hipótesis de la independencia ya que aumentarían los gastos (motivados por la creación del nuevo Estado, el pago del servicio de la deuda pública española que le correspondiese y el mantenimiento de las instituciones y de las administraciones públicas) y se reducirían los ingresos por el efecto de una menor actividad económica. A lo anterior se une que los agentes económicos puedan cuestionar la permanencia de Cataluña en el euro lo que haría que la confianza en la economía catalana se viera perjudicada.
En definitiva, el sentimiento independentista es respetable y siempre que sea conforme a derecho se debería saber cuál es la intención de la mayoría de los catalanes sobre su pertenencia a España. Pero la independencia de Cataluña es una realidad mucho más compleja de lo que en general se está planteando.
Además, en un entorno como el actual de debilidad económica de la UE, el mero hecho de hacer una consulta sobre la independencia de Cataluña añadiría todavía más incertidumbre y, por tanto, inestabilidad a la frágil economía europea, española y catalana.
Por Rafael Pampillón y Mª Cristina de Haro
http://www.expansion.com/2014/09/29/economia/1412020359.html?cid=SIN8901
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EN SENTIDO AMPLIO por Juan García
A Mas se le están agotando las salidas, salvo la de la dimisión
05/10/2014 00:00
El presidente de la Generalitat me trae a la cabeza la imagen de ese caballo que en plena carrera pierde a su jinete y cabalga sólo junto a los demás, sabiendo que su victoria es altamente improbable y que debe limitarse a seguir al resto de caballos competidores, a veces entorpeciéndoles incluso, hasta que el cansancio le derrota o como mucho hasta su entrada en la meta pero en posiciones secundarias.Suspendida cautelarmente la consulta por el Tribunal Constitucional, nadie sabe a ciencia cierta cuál es ahora el objetivo real del dirigente nacionalista. ¿Mejorar simplemente su posición negociadora? ¿Llegar a proclamar la independencia apoyado en la movilización popular y en la discutible legitimidad emanada del parlamento autonómico? Difícil saberlo y menos a raíz de sus propias declaraciones. Si no quiere hacer nada ilegal ni el ridículo, ¿cuál es la alternativa si el Constitucional confirma la suspensión?
Lo peor de todo ello es que todos estos interrogantes, y unos cuantos más, se enmascaran bajo la peregrina tesis (sostenida en público por Jordi Turull, por ejemplo) de que ante la hostilidad del Gobierno central no conviene dar más pistas sobre el futuro. Pero… ¿y a la ciudadanía en nombre de la cual se dice estar actuando? ¿No resulta contradictoria esa proclamación urbi et orbe del derecho a decidir con la manera en que se escatima una información tan relevante?
A los ciudadanos, especialmente a los catalanes, no se les puede esconder la hoja de ruta, si es que ésta existe. Tienen derecho a saber, sobre todo en estos momentos tan complicados, hacia dónde va su gobierno, si va al enfrentamiento sin matices con el gobierno central, cueste lo que cueste, como sugiere esa reunión de alcaldes gritando independencia en la propia Generalitat; si va a moverse en el terreno de la legalidad y ante cualquier choque se someterán a las instituciones árbitro realmente existentes; si ante la imposibilidad de la consulta, vamos a elecciones anticipadas…
Pero el caballo ha perdido al jinete y todo indica que va sin rumbo siguiendo lo que otros le marcan o improvisando cuando se desorienta. Resulta difícil entender que un presidente de la Generalitat que lidera la mayoría que lo ha elegido para tan honorable cargo admita sin más que Carme Forcadell, por muy presidenta de la ANC que sea, le marque en titulares el camino como cuando afirmó que el mantenimiento o no de la convocatoria lo decidirían todos y no solo Mas. Y, sin embargo, Mas es presidente de la Generalitat de Cataluña para gobernar la administración autonómica y no para actuar de moderador de una asamblea de partidos. Si por las razones que sea ha perdido esa capacidad de fijar el rumbo y generar alianzas en torno a su proyecto debería dimitir, ceder el testigo a otro dirigente que se sienta capacitado para proponer un programa realizable y creíble en el que embarcar a la sociedad catalana. Mas no parece hoy con posibilidades de representar ese papel.
Al contrario. Sin credibilidad en Madrid para torcer algo a su favor las cosas, salvo para aquellos que le consideran un mal menor ante el ascenso de ERC; con su propuesta política, CiU, en mínimos históricos --la última encuesta del CEO le otorga un pírrico 13% de intención de voto--; sin otros aliados que su principal competidor, ERC, una Iniciativa dividida y los radicales de las CUP; sin una estrategia clara y realista ante la posible suspensión de la consulta… Mas está apurando sus últimas bazas.
Juan García, CEO
http://www.economiadigital.es/es/notices/2014/10/a_mas_se_le_estan_agotando_las_salidas_salvo_la_de_la_dimision_60098.php
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