Interior lanza un plan para la reinserción de presos de ETA
Nace de la llamada "vía Nanclares". Dirigido a terroristas etarras, islámicos y del GRAPO. Abre la puerta al acercamiento de los presos.
LD / agencias 2012-04-26
El Ministerio del Interior ha puesto en marcha un programa integral dirigido a presos por delitos de terrorismo vinculados a ETA y otros grupos como los GRAPO y los terroristas islámicos e incluso el crimen organizado, para facilitar su reinserción y evitar su radicalización en las cárceles.Fuentes penitenciarias han informado a EFE de que el programa, que nace de la llamada "vía Nanclares" pero que es "mucho más ambicioso", consiste en una serie de iniciativas orientadas a que los terroristas y miembros de organizaciones criminales conozcan la realidad social y reflexionen sobre su pasado con el objetivo de que vayan dando pasos hacia su integración en la sociedad democrática.
Los internos que se incorporen al programa participarán en "aulas" dirigidas a su educación en valores de convivencia, tendrán acceso a formación para facilitar su inserción en la vida laboral cuando recuperen la libertad y podrán incluso ser trasladados a centros penitenciarios próximos a sus domicilios, aunque las fuentes consultadas han subrayado que no habrá "acercamientos automáticos"."Se trata de trasladar a los internos actitudes y conductas que en la sociedad democrática se consideran indispensables", explican estas fuentes, que señalan que el plan "sistematiza y amplía" lo que se inició con la llamada "vía Nanclares", que recibe su nombre del de la cárcel alavesa donde fueron agrupados la veintena de etarras que se han desvinculado de la banda.
Eso no significa que los requisitos se vayan a relajar, ya que el primero de ellos es que el interno pida su incorporación al programa de reinserción, para lo que previamente deberá acreditar el rechazo a la violencia y su desvinculación de la organización criminal a la que han pertenecido.Se pretende evitar así que los presos que no tengan voluntad de reinsertarse puedan perturbar o "sabotear" el programa. "Quien no quiere reinsertarse no tiene sentido que forme parte del programa, ya que se requiere una actitud activa por parte del interno", insisten las fuentes.
A partir de ese punto, el plan contiene un programa específico dedicado a la "educación en valores de convivencia" mediante "aulas" en las que participarán los internos, que también tendrán acceso a cursos de mejora de su "capacitación socio-profesional" orientados a su formación para la inserción en la vida laboral.En cuanto a la posibilidad de traslados a centros penitenciarios próximos a su domicilio, las fuentes consultadas explican que el plan "es el reverso del programa de dispersión", de modo que los reclusos que se desvinculen de sus organizaciones puedan estar en centros que favorezcan su reinserción.
"La reinserción se puso en marcha, entre otras cosas, para dificultar el control de los presos por parte de la banda terrorista, por lo que si se desvinculan de ella ya pueden ser agrupados en cárceles próximas a su domicilio", dicen desde Prisiones, donde insisten en que esto no supondrá en ningún caso "acercamientos automáticos".La iniciativa de Interior se encuadra en la línea del acuerdo alcanzado en el Congreso el pasado 21 de febrero por PP, PSOE, CiU y el PNV, cuando consensuaron un texto alternativo a la propuesta de UPyD que reclamaba la ilegalización de Bildu y Amaiur, que no llegó a prosperar.
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confusión y malestar en el pp
Rajoy dice que nada ha cambiado sobre ETA, Mayor Oreja cree que sí
La lucha contra ETA abrió la primera brecha interna de la era Rajoy. Oficialmente, no hay cambios. Mayor cree que sí. El PP vivió un día complicado.
Pablo Montesinos 2012-04-26
Nada ha cambiado, a ojos del presidente del Gobierno. Ni una sola coma de la política antiterrorista, incluida la penitenciaria, suscrita en el programa electoral con el que concurrió a las elecciones, hace menos de un trimestre. "Es la misma de siempre. ETA tiene que desaparecer. No hay más camino que ése y el cumplimiento de la ley", zanjó un molesto Mariano Rajoy, que a través de su entorno se quejó de las "interpretaciones" realizadas por el último movimiento del ministerio del Interior.El jefe del Ejecutivo intentaba así echar agua al incendio político que dio inicio a primera hora de la mañana, y que acabó convirtiéndose en una auténtica crisis política. Para Rajoy, el plan para la reinserción de presos de ETA no supone "beneficio penitenciario alguno", pero no lo creen así las víctimas, que ven en "una cesión" a los verdugos y "un varapalo" a quienes sufrieron su terror.
Pero es que, además, en el partido que sustenta al Gobierno se volvió a revivir un intenso debate interno sobre la línea marcada en la lucha contra ETA. La calma se rompió en añicos y volvieron las dos almas; quienes reclaman mando dura y los que piden -principalmente del PP vasco, a las puertas de las elecciones- gestos ante el nuevo escenario, enmarcados en la discreción.Una vez más, Jaime Mayor Oreja abanderó el criterio de que a la banda terrorista, ni agua: "El mayor error, el mayor desenfoque, que podemos cometer unos y otros es dar la impresión de que estamos administrando el fin de ETA", afirmó. En un primer diagnóstico, realizado en los micrófonos de esRadio, el exministro del Interior añadió: "Todo lo que signifique ahondar en la mentira del proceso de paz me parece un desenfoque". Y en este sentido criticó abiertamente el paso dado por el Ejecutivo: "No se entiende bien que se presente un plan y un programa" sobre los presos "y se diga que no hay cambio en la política penitenciaria".
"Preocupación" e "inquietud" que se traslada a otros representantes del partido, de los cuadros medio y alto. Para un veterano dirigente, "el que el PNV celebre que Interior haya movido ficha" no es una buena señal. Menos aún, añade otro, "que hagamos como los socialistas y no contemos con las víctimas, que parece que nos estorban".Frente a estas voces de su propio partido que por primera vez protestan, Rajoy negó la mayor. En una comparecencia junto con el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, solemnizó que "nada hay que negociar con ETA. Ni lo hemos hecho ni lo vamos a hacer". Es lo que él mismo suele titular como "Ley y Estado de Derecho" contra los asesinos. En línea, aún afirmó que el plan anunciado "no varía ni va a variar" su plan de acción en la materia.
En cuanto a la llamada vía Nanclares, el presidente no entró en el detalle, sino que se quedó en la brocha gorda. Ésa que le sirvió para decir que "es un plan para presos que se hayan desvinculado clara y públicamente" de la banda terrorista, para que "empiecen a trabajar en su reinserción" y también para que "pidan perdón y se arrepienten", si bien este extremo no sería de obligado cumplimiento, papeles en mano. Así las cosas, reiteró: "No atribuye beneficio penitenciario".
Nuevo error de comunicación
En el Gobierno y en el PP cundió el desconcierto. La filtración, vía agencia EFE, se conoció a primera hora de la mañana. Entonces empezaron a sonar por doquier los teléfonos. Un alto cargo del Ejecutivo admitió: "No tenía ni idea". En Génova, miembros de la dirección nacional confirmaron la descoordinación. "Hasta que no habló el ministro, no supimos la postura oficial". Y, en mitad, una reunión de la cúpula -presidida por María Dolores de Cospedal- con los barones locales del PP precisamente para vender las políticas del Ejecutivo. "Nos piden que expliquemos las reformas, pero nos enteramos de decisiones de tal calado por los digitales", se quejó un asistente a la cita.
Pocos minutos después de la comparecencia de Rajoy, el PP respaldaba oficialmente su versión de los hechos. No salió Cospedal, tampoco estaba previsto. Quien se expuso ante la prensa fue, una vez más, Carlos Floriano, que retrasó su salida al ruedo para evitar al máximo interpretaciones confusas, a tenor de lo delicado del debate. El vicesecretario de Comunicación sí que mandó un mensaje expreso a las víctimas, cosa que el presidente obvió: "Ley y Estado de Derecho, ni una sola modificación", afirmó, sin incluir nada más.
Los habituales portavoces advirtieron que era "difícil" explicar el paso dado por Interior, más allá de insistir en que no supone un beneficio penitenciario. "No es un cambio legal", insisten. Las palabras de Mayor Oreja, miembro de la dirección nacional, lo ponían más complicado. "Entre otras cosas, por su gran predicamento interno", evidenció un dirigente. Algunas voces incluyeron un matiz importante: la cercanía de los comicios vascos, y la intención de ganar votos "por el lado del PSE". Algunos pusieron lupa en la ponencia Gestión del final de ETA que se aprobará en el congreso del PP vasco del 12 al 13 de mayo, y que Rajoy respaldará con su presencia.
La unidad, el cierre de filas, que tan claramente se evidenció en materia económica, a pesar de los duros ajustes y de las medidas impopulares, saltó a consecuencia de algo mucho más ideológico: la lucha contra ETA. La mayoría de críticas en privado, pues el aura de poder del presidente es inmenso. Pero la voz de Mayor Oreja resonó con fuerza: "No es nada tranquilizador", advirtió.
http://www.libertaddigital.com/nacional/2012-04-26/rajoy-niega-beneficio-penitenciario-alguno-ni-dialogo-con-eta-1276456896/ .-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Nunca fue la negociación de Zapatero
26 de Abril de 2012 - 18:07:58 - Luis del Pino
Durante la primera legislatura de Zapatero, contesté en numerosas ocasiones, a quienes sostenían que la negociación con ETA era un empeño personal del presidente socialista, que era imposible que eso fuera así.Si aquella negociación, que situaba al Estado al mismo nivel que una banda terrorista, hubiera sido el capricho de un Zapatero empeñado en obtener el Nobel de la Paz, al PSOE y a El País les habría costado un par de editoriales obligarlo a rectificar. Especialmente después de la voladura de la T4.
Lejos de ello, desde las páginas del órgano de expresión de la izquierda oficial se jaleó y defendió la negociación como si les fuera la vida en ello, lo que era demostración inequívoca de que la negociación con ETA era, cuando menos, un proyecto de todo el PSOE, no solo de quien accidentalmente lo presidía. Un proyecto, compartido con los nacionalistas, que consistía básicamente en ofrecer a la sociedad un desarme de ETA a cambio de confederalizar España, desbordando el marco constitucional por la vía de los hechos consumados.
Después de las elecciones de 2008, tras el periplo mexicano de Rajoy, el Partido Popular rompió el cordón sanitario que se había establecido en torno suyo, por el sencillo procedimiento de sumarse a los que habían tendido ese cordón. Nada mejor para romper un cerco que pasarte al bando de los sitiadores.Y comenzaron los signos inequívocos de que Rajoy había aceptado, también, el proyecto de desbordamiento constitucional: el PP vasco y catalán fueron depurados de todo vestigio de españolismo; Rajoy escenificó su alejamiento de las víctimas que más se habían significado por su oposición a la negociación con ETA y comenzaron los gestos y declaraciones populares de apoyo a la "política antiterrorista" del Gobierno. Por si alguien tenía algún tipo de duda, la entrada en escena de los "mediadores internacionales" (esa gente que se dedica a hacer caja con nuestros muertos, como certeramente los describió Salvador Ulayar) terminó de dejar las cosas claras, como he repetido tantísimas veces a todo el que lo ha querido escuchar: era imposible que esos mediadores internacionales estuvieran haciendo su labor, a menos que contaran con garantías suficientes de que un acceso del PP al gobierno no echaría por tierra todo lo negociado.
Todas las evidencias apuntaban a lo mismo: a que Rajoy se había comprometido, a cambio de que le permitieran acceder al Gobierno, a continuar la hoja de ruta de negociación trazada, no por Zapatero, sino por quienes diseñaron y ejecutaron el golpe de timón del 11-M.Aún así, a pesar de lo que evidenciaban los actos de Rajoy y la lógica más elemental, mucha gente siguió creyendo que aquella actitud del nuevo PP en materia antiterrorista era mero tacticismo, una simple maniobra de diversión destinada a ganar las elecciones. Lo que esas personas mantenían - porque necesitaban creerlo - era que el PP, en cuanto se viera triunfador, recuperaría la doctrina Aznar en materia antiterrorista y enseñaría, por fin, sus verdaderas cartas, que por simple cálculo electoral se estaban ocultando.
Pero no era verdad. Nunca lo fue. Como se ha terminado de evidenciar hoy - tras el anuncio por parte del gobierno de un plan de acercamiento masivo de etarras - la doctrina Aznar murió un 11 de marzo de 2004 y fue enterrada allende el océano, en tierras mexicanas, cuatro años después, no sabemos con qué tipo de ceremonia.Rajoy está en la Moncloa para llevar a su consumación el proyecto de ruptura constitucional que también le tocó intentar a Zapatero. De hecho, Rajoy es el último recurso para obligar a la base social de la derecha a pasar por el aro que esa base social no ha querido atravesar en estos ocho años. Esa es la condición que le pusieron para llegar al poder y es la que Rajoy está respetando: le ofrecieron formar parte del statu quo y él aceptó el ofrecimiento. Con todas las consecuencias.
Les invito a ustedes a mirar hacia atrás y a analizar, desde esa perspectiva, lo que ha sido la actitud de Rajoy antes y después de su victoria electoral: verán que cada paso y cada gesto de los últimos cuatro años - desde el acercamiento a los nacionalistas hasta la depuración interna del PP, pasando por el ninguneo de las víctimas, el silenciamiento de los medios de comunicación críticos o su negativa a tocar el estado autonómico a pesar del actual estado de ruina - tiene una lógica aplastante.Y comprenderán también que la negociación con ETA no era - nunca lo fue - un proyecto de Zapatero, sino un proyecto de Estado. O, como diría Norberto Bobbio, un proyecto de Antiestado.
Proyecto que - ahora sí - está a punto de triunfar. Aunque con ocho años de retraso sobre el horario previsto.
http://blogs.libertaddigital.com/enigmas-del-11-m/nunca-fue-la-negociacion-de-zapatero-11201/
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