2 de Junio de 2012 - 17:25:39 - Luis del Pino
Editorial del programa Sin Complejos del sábado 2/6/2012
En el año 53 a.C., casi todas las tribus galas decidieron unir sus fuerzas y se levantaron en armas contra los romanos, capitaneadas por el arverno Vercingétorix.Tras distintas alternativas bélicas, las tropas de Julio César consiguieron sitiar en la ciudad amurallada de Alesia al grueso del ejército de Vercingétorix, en julio del año 52 a.C. En un plazo récord de tres semanas, los romanos levantaron 18 km de muros rodeando a la ciudad y se dispusieron a rendirla por hambre.Los galos consiguieron que un destacamento de caballería rompiera el cerco para pedir refuerzos y se aprestaron a aguantar el sitio. Sin embargo, las provisiones con las que contaban eran insuficientes para alimentar durante largos meses tanto a los 80.000 hombres encerrados en la ciudad como a la población civil.De modo que Vercingétorix, para poder aguantar hasta la llegada de refuerzos, tomó la decisión de expulsar de la ciudad a todos los civiles. Miles de ancianos, mujeres y niños salieron por la puerta de la muralla, dejando dentro a todos los hombres en edad de combatir.
Sin embargo, Julio César, para quebrantar la moral de los sitiados, en lugar de dejar que aquellos civiles galos simplemente se fueran, tomó una decisión extremadamente cruel: ordenó que se les impidiera atravesar la línea de fortificaciones que rodeaba la ciudad. De modo que esos miles de personas se quedaron allí atrapadas, entre unos muros y otros, sin poder entrar en la ciudad ni tampoco huir de ella, y sin nada que llevarse a la boca. Durante semanas, aquel tropel de ancianos, mujeres y niños estuvo suplicando a galos y a romanos que les dieran comida. Pero fue en vano. Y allí fueron muriendo literalmente de hambre uno tras otro - a la vista de sus hijos, maridos y padres -, en la tierra de nadie comprendida entre la muralla de la ciudad y las fortificaciones que los sitiadores habían levantado.Y lo peor es que, al final, aquel salvaje sacrificio de la población civil no sirvió de nada: las tropas de refuerzo galas al mando de Comio y Vercasivelauno, que acudieron a tratar de romper el cerco de Alesia, fueron derrotadas el 2 de octubre por los romanos, ante lo cual Vercingétorix optó por rendirse, poniendo fin a la rebelión de la Galia.
Esta semana hemos vuelto a asistir a una sucesión de jornadas negras en la bolsa española y en el mercado de la deuda. El Ibex 35 ha perdido otro 7% y ha caído hasta el entorno de los 6000 puntos, mientras que la famosa prima de riesgo - que mide el diferencial de la deuda entre España y Alemania - alcanzaba máximos históricos.Basta con pasearse por cualquier ciudad española para comprobar que la actividad económica está cayendo en picado, que nuestro tejido productivo se muere, que el nivel de vida de la población se está reduciendo a ojos vista.Los mercados financieros, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo aprietan la soga alrededor del cuello de España, exigiéndola que haga sus deberes y proceda a efectuar las auténticas reformas que Rajoy no ha querido hacer, incluyendo la redefinición de ese estado de las autonomías que nos ha llevado a la ruina.
Pero nuestra clase política se ha enrocado y está dejando que España se arruine poco a poco, que los españoles se sumerjan en una crisis cada vez más profunda. Enfrentada al hecho incontestable de que no hay dinero suficiente para mantener tanto los chiringuitos autonómicos como el nivel de vida de los españoles, nuestra clase política ha optado por dejar que sean los ciudadanos de a pie los que paguen la crisis. Cualquier cosa antes que desmontar un sistema que es corrupto, ineficiente e insolidario, pero que representa el modo de vida exclusivo de tantos políticos y paniaguados de todos los colores.Los españoles de a pie, los ciudadanos, que somos los civiles de esta guerra económica, nos hemos quedado tirados en tierra de nadie, atrapados entre las murallas que protegen a nuestra clase política y el aparato de asedio con el que los inversores internacionales y nuestros socios europeos presionan a España.
Y vemos cómo nuestras economías familiares se desmoronan y cómo cada vez más gente a nuestro alrededor pierde su trabajo o ve recortados sus sueldos, y cómo personas que hace no tanto vivían de manera desahogada, ahora se ven forzados a recurrir a la caridad.Y lo peor es que, al final, la resistencia de nuestra clase política es inútil. Antes o después se verá forzada a capitular, a abrir las puertas de su Alesia política y a doblar la cerviz ante el Julio César de los mercados.Pero, mientras tanto, esa clase política habrá sacrificado en el altar de su propio interés a infinidad de españoles, que en los últimos tres años han recorrido aceleradamente el camino a la pobreza y que están rogando en vano que alguien acuda a socorrerlos.
http://blogs.libertaddigital.com/enigmas-del-11-m/el-inutil-sacrificio-de-los-espanoles-11319/
1 comentario:
desde Colombia, validamos el extraordinario parangón, entre lo que le ocurrio a gente de Alesia, y lo que le ocurre a España actualmente. Es de anotar que sistemas parasitarios capitalistas, con economías desordenadas, se resisten a reordenar su casa y prefieran sacrificar a los suyos,como en el aludido caso de Alesia.Humberto Bustos Fernandez.
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