martes, febrero 02, 2010

oh when the saints..



We are traveling in the footsteps
Of those who've gone before
But we'll all be reunited (but if we stand reunited)
On a new and sunlit shore (then a new world is in store)

Oh when the saints go marching in
When the saints go marching in
Oh lord I want to be in that number
When the saints go marching in

And when the sun refuse (begins) to shine
And when the sun refuse (begins) to shine
Oh lord I want to be in that number
When the saints go marching in

When the moon turns red with blood
When the moon turns red with blood
Oh lord I want to be in that number
When the saints go marching in

On that hallelujah day
On that hallelujah day
Oh lord I want to be in that number
When the saints go marching in

Oh when the trumpet sounds the call
Oh when the trumpet sounds the call
Oh lord I want to be in that number
When the saints go marching in

Some say this world of trouble
Is the only one we need
But I'm waiting for that morning
When the new world is revealed

When the revelation (revolution) comes
When the revelation (revolution) comes
Oh lord I want to be in that number
When the saints go marching in

When the rich go out and work
When the rich go out and work
Oh lord I want to be in that number
When the saints go marching in

When the air is pure and clean
When the air is pure and clean
Oh lord I want to be in that number
When the saints go marching in

When we all have food to eat
When we all have food to eat
Oh lord I want to be in that number
When the saints go marching in

When our leaders learn to cry
When our leaders learn to cry
Oh lord I want to be in that number
When the saints go marching in


the boss , patty and friends


SANTORAL - ONOMÁSTICA

(EL) SANTO

Para definir y entender lo que es la celebración del santo, y lo que representa en consecuencia disponer de un santoral en el que sostener mínimamente esta celebración, vale la pena partir de algunos hechos objetivos y contables: el listado de santos con que cuenta la Iglesia católica es en números redondos de cuarenta mil. Esa fue la cifra que resultó después de la eliminación, tras el concilio Vaticano II, de los nombres que no se pudieron relacionar con ningún santo real históricamente identificable. Entre esos 40.000 hay muchos miles de los que sólo consta el nombre hallado en la respectiva lápida sepulcral y alguna leyenda piadosa. Esta circunstancia afecta a la mayoría de los grandes santos de la Iglesia primitiva, empezando por los mismos apóstoles. Podemos decir que esa fue la tónica dominante hasta bien entrada la edad media. El caso es que al acabar esa depuración del santoral católico, quedaron sólo 148 santos que gozaban de culto en toda la Iglesia. A estos había que añadir los propios de las iglesias locales y los de las congregaciones religiosas. Con la nueva dinámica de las canonizaciones, han crecido considerablemente estas cifras. Pero se trata en cualquier caso de unos pocos centenares de nombres frente a muchísimos miles que no gozan de ningún culto. Esta invasión del santoral por esa gran multitud de santos casi anónimos (aunque más propiamente se trata de nombres sin santo, o mejor dicho sin biografía) obedeció justamente a la necesidad de salvar del "anonimato" (es decir de llevar un nombre sin valor religioso) a enormes colectivos que de otro modo hubiesen quedado fuera de la normalidad religiosa en un momento en que ése era el valor vigente.

Se convirtió en norma y necesidad que todo cristiano, desde el momento en que se bautizaba, contase con un santo que hiciese de mediador entre él y Dios, que intercediese y que velase por él. Y la forma de comprometer al santo con el nuevo bautizado, era que éste llevase su nombre. Ahora bien, como esta práctica y esta fe ya existían en las religiones anteriores y estaban ligadas íntimamente con la fe en los dioses y espíritus familiares (que se suponía que después de irse de este mundo seguían velando por los que eran su perpetuación), y con el culto que se les tributaba a través de diversos ritos y a través de los nombres, no fue posible imponer nombres ajenos a la familia y a sus antepasados; así que la solución fue dar entrada en el santoral a estos "santos" tan necesarios. De este modo se pudo seguir celebrando el nombre, que se convirtió en celebrar el santo.

Es notoria, aunque no sorprendente, la falta de documentación escrita sobre esta celebración. Se vistiese como se vistiese, era una celebración profana (anteriormente inseparable de la fiesta natalicia y del culto a los antepasados). Incluso falta la más elemental documentación de diccionario. La mayoría de éstos se limitan a dar entre las definiciones de santo, estas palabras textuales: "Respecto a una persona, festividad o celebración del santo cuyo nombre lleva", sin extenderse, ni siquiera las enciclopedias, en desarrollar nada más a este respecto. Los más explícitos remiten a día y a onomástica. Dar los días, dice Domínguez, es felicitar a alguien, manifestar verbalmente o por escrito, que se congratula uno por el día de su santo o el de su cumpleaños. En cuanto a la onomástica, es evidentemente la forma culta de santo.
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SANTORAL-ONOMÁSTICA

SANTOS DEL DIA 1 DE FEBRERO

Pionio presbítero y mártir; Severo, Pablo, Cecilio, Basilio y Everardo obispos;
Soro y Tuján abades; Brígida (Ida), Inocencia y Veridiana vírgenes; David, simón y Sigeberto III confesores.

CECILIO

De la raíz latina caecus , en su forma diminutiva caéculus, proceden los nombres romanos Cecilio y Cecilia, que pasaron luego al cristianismo. Mientras fue un nombre exclusivamente romano, se usó más en masculino que en femenino; pero al pasar a nombre cristiano, fue tal el prestigio de la mártir Santa Cecilia, que se convirtió éste en nombre muy valorado, quedando en un segundo plano el masculino.

San Cecilio fue el primer obispo de Granada cuando, bajo la dominación romana, se llamaba todavía Illíberis. Fue uno de los que la tradición llama "varones apostólicos" enviados a España por San Pedro y San Pablo a predicar el evangelio. Los otros seis son: Torcuato, Segundo, Indalecio, Tesifonte, Eufrasio y Hesiquio. La vida de todos ellos está oculta tras los velos de la leyenda transmitida oralmente. Se sabe a ciencia cierta que San Cecilio fue obispo de Illíberis, que escribió algunos tratados para instrucción de los fieles y que sufrió martirio bajo la dominación de Nerón, supuestamente quemado en el monte Illipulitano. Pero la larga dominación árabe destruyó todos los rastros de cristianismo. Granada estuvo bajo los sarracenos casi ochocientos años; no los suficientes para perderse la memoria y la tradición, pero sí para no quedar ni rastro de documentos ni reliquias. San Cecilio es patrón de Granada, y su fiesta se celebra el 1 de febrero.

Otros dos santos con este nombre conmemora la Iglesia: San Cecilio obispo de Elvira, que murió el año 65 y cuya fiesta se celebra también el 1 de febrero, y San Cecilio presbítero de Cartago. Su fiesta se celebra el 3 de junio. La divina Providencia puso en sus manos la conversión del gran San Cipriano. Su bautizo tuvo lugar el 18 de abril del año 246. Poco después, al morir el obispo Donato, fue elegido Cipriano, el discípulo de Cecilio, para ocupar la sede episcopal, llegando a ser uno de los más grandes obispos que tuvo la diócesis de Cartago.

Entre los Cecilios famosos no podemos olvidar al gran Cecilio Metelo, jefe militar y político romano, cónsul en 251 y 247, jefe de la caballería, soberano pontífice del 243 hasta su muerte, dictador en 224. Venció a los cartagineses en Sicilia y quedó ciego al salvar al Pal.ladium de un incendio (de aquí, probablemente, el nombre de Cecilio) el 241. Se le erigió una estatua en el Capitolio. Tras él toda una dinastía de Cecilios Metelos. Su hijo Quinto (m. 175 a. C.); su nieto Quinto Cecilio Metelo, llamado el Macedónico (m. 105 a. C.), que sofocó varias sublevaciones en Hispania; los dos sobrinos de éste: Lucio, llamado el Dalmático (m. 104 a. C.) y Quinto, el Numídico, que derrotó a Yugurta en África; el hijo de éste, Quinto Cecilio Metelo Pío (130-64 a, C.), que fue cónsul y gobernador de Bética. Y alcanza la dinastía hasta Pío Escipión (m. 46 a. C.)

Un nombre antiguo, el de Cecilio, cargado de historia como pocos, con patronos de gran valía tanto en el cielo como en la historia. ¡Felicidades!
¡hoy ha sido mi santo !

http://www.elalmanaque.com/santoral/SANTO.htm

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