miércoles, octubre 07, 2015

Eva Blanco , el asesino atrapado por su adn 18 años despuès



Foto: Fotografía de archivo de la joven Eva Blanco, asesinada en Algete en 1997.



Carné de identidad de 1991 del presunto asesino de Algete.


QUEDABAN MENOS DE DOS AÑOS PARA QUE PRESCRIBIERA EL DELITO
Así se atrapó al asesino de Eva Blanco: tenacidad y las últimas técnicas de ADN

La perseverancia de los agentes durante 18 años ha sido clave para detener al sospechoso; algunos de ellos dedicaban sus días libres a la investigación. La conservación del censo de 1997, también

AUTOR ROBERTO R. BALLESTEROS
02.10.2015 – 05:00 H.

Los investigadores del Grupo de Homicidios de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid nunca se dieron por vencidos. Alguno de ellos incluso llegó a dedicar muchos de sus días libres a buscar pistas, a tratar de revivir la escena, a ponerse en la piel del asesino para tratar de averiguar cualquier cosa que ayudase a resolver el caso. Eva Blanco, una joven de 17 años que vivía en Algete (Madrid), regresaba aquella noche del 20 de abril de 1997 de salir con sus amigos. Cuando estaba ya a pocos metros de su casa, alguien la abordó, la metió en un coche y se la llevó, la violó y le asestó 20 puñaladas en la espalda y en la nuca. Tras la agresión, el cuerpo sin vida de la chica fue arrojado a una cuneta situada a siete kilómetros de su domicilio. [Aquí puede leer una cronología del caso].
El asesinato conmocionó a toda España. Hubo manifestaciones y muestras de solidaridad desde el último rincón del país. La mitad de los varones del municipio se ofrecieron voluntarios a colaborar con la investigación dejando que les hicieran pruebas de ADN para facilitar el trabajo a la Guardia Civil, que podía así ir descartando sospechosos. Estas pruebas nunca llegaron a realizarse porque no lo permitió el Juzgado número 4 de Torrejón de Ardoz, que instruye la causa.


Los agentes comenzaron a indagar en el entorno de la familia y de los amigos, donde en la mayor parte de los casos suele estar el culpable de este tipo de delitos. En concreto, investigaron a los 20 chicos que conformaban el grupo de la joven, lo que provocó que la operación se denominara Pandilla. Sin embargo, poco a poco fueron abriendo el abanico, ya que descubrieron que el autor del crimen conducía un coche y los chavales aún no tenían carné. La Guardia Civil interrogó a los padres, a los compañeros de trabajo de éstos últimos, a sus compañeros de clase, a los profesores, incluso a los policías que trabajaban en la zona.

Vídeo: Detenido en Francia el presunto asesino de Eva Blanco
No encontraron, sin embargo, pistas determinantes en ningún sitio. La investigación se situó en un punto muerto, pero los miembros del Grupo de Homicidios nunca echaron la llave del cajón que almacenaba la carpeta con el caso de Eva Blanco. Siguieron con los ojos abiertos, preguntando, rastreando cualquier atisbo de pista que pudiera surgir y que hiciera avanzar las pesquisas, solicitando la colaboración ciudadana.
La gente respondía, decenas de personas llamaron por teléfono a la Comandancia para aportar lo que creían que eran datos que servirían a la causa. Hasta cien líneas de investigación diferentes llegaron a abrir los agentes en este tiempo de enormes dificultades y frustraciones profesionales.
Finalmente, llegó el rastro correcto. El Instituto de Ciencias Forenses de la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago de Compostela elaboró un minucioso análisis de las muestras de ADN extraídas del cuerpo de la joven. En concreto, del semen que introdujo el violador. El estudio, realizado en colaboración con miembros del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil, dio como resultado un perfil genético del asesino.

Hasta ese momento, al no haber sospechoso identificado, no se podía cotejar el ADN del violador hallado en la niña con ninguna persona. La novedosa utilización del sistema realizada por los investigadores de la Universidad de Santiago ofreció datos que resultaron de enorme utilidad para la causa. El informe científico resolvió que el asesino era un hombre de rasgos norteafricanos que presentaba unas características determinadas.
Afortunadamente, y gracias a ese espíritu de esperanza que mantuvieron los agentes durante los 18 años que ha durado la investigación, los responsables del Grupo de Homicidios guardaban el censo de la localidad de Algete de 1997, el año en el que se produjo el homicidio. Había 300 hombres marroquíes que podían cumplir con el perfil ofrecido por el ADN. Eran muchos todavía y el tiempo apremiaba, ya que apenas quedaban dos años para que prescribiera el delito.

Los agentes comenzaron entonces una ardua investigación de campo al más puro estilo de las películas policiacas. Había que interrogar a los sospechosos, descartar a los que tuvieran coartada y seleccionar a los que presentaban más posibilidades. Así fueron desechando a decenas de ciudadanos hasta quedarse con uno, A. C. G., que había abandonado España en 1999, dos años después del asesinato.
El hombre vivía en Algete cuando se produjeron los hechos. Se dedicaba a hacer trabajos esporádicos en el sector de la construcción, de la albañilería o del transporte. Tras huir de la localidad madrileña, se instaló en Francia, se casó y tuvo tres hijos. Ayer fue detenido en Pierrefontaine Les Varans, gracias también al testimonio de su hermano, que vivía en Algete cuando tuvo lugar el asesinato y que aún reside allí. El perfil genético desarrollado por la Universidad de Santiago apuntó al hermano, que fue quien derivó finalmente a los agentes hacia el detenido.
El presunto asesino viajará ahora a Madrid para ser puesto a disposición del Juzgado número 4 de Torrejón, cuando apenas quedan 16 meses para que prescriba el delito de asesinato que durante 18 años ha mantenido en vilo a toda una población.
http://www.elconfidencial.com/espana/2015-10-02/asi-se-atrapo-al-asesino-de-eva-blanco-tenacidad-y-las-ultimas-tecnicas-de-adn_1044657/
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CASO EVA BLANCO »
La apacible guarida del asesino de Algete
En Pierrefontaine-Les-Varans, la esposa y los vecinos de Ahmed Chehl no asimilan la doble cara del presunto criminal de Eva Blanco
La casa de Ahmed Chehl Gerj
CARLOS YÁRNOZ Pierrefontaine-Les-Varans 6 OCT 2015 - 18:06 CEST

En el extremo nordeste de Francia, Pierrefontaine-Les-Varans, con sus 1.500 habitantes, responde a la idílica imagen de pueblecito suizo de vida apacible. A solo 20 kilómetros de la frontera, la mayoría de las casas son unifamiliares de piedra o buenos materiales para aguantar las nieves que las cubren en invierno. Las vacas pastan en las praderas próximas a las viviendas. Ahora, sus vecinos no terminan de superar el impacto: en la parte alta del municipio, en una casita con un rosal a la puerta, ha vivido un monstruo durante los últimos 15 años. Es Ahmed Chehl Gerj, de 52 años, el presunto violador y asesino de Eva Blanco. Ocurrió en 1997 en Algete (Madrid), a 1.505 kilómetros de este paraíso.

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“Dios existe. Hay justicia”. De negro de la cabeza a los pies, cara aniñada, con los gemidos de su bebé de pocos meses de fondo, Fátima, de 36 años, es la esposa del detenido como autor de un crimen que conmocionó a Madrid y a toda España. Conoció a Ahmed en la ciudad francesa de Besançon, a 50 kilómetros de Pierrefontaine, a donde ella, marroquí, se había trasladado para estudiar electrónica. Pensaba volver a su casa, pero Ahmed se le cruzó en el camino. Se casaron en 2003.

Pequeña y delgada, la señora Chehl se asoma a la puerta con gran timidez al escuchar el timbre. Su casa, también unifamiliar, es de las menos lujosas del pueblo, como las de sus vecinos del barrio. Al conocer el motivo de la visita, rompe a llorar. “Pobre niña, pobre niña”. “Eva Blanco, Eva Blanco”, repite entre lloros. Su primer impulso es no hablar. Dice que se tiene que ir a trabajar enseguida. Segundos después, rectifica. Está tan sola, tan lejos de quien le puede ayudar, que necesita alguna mínima compañía. “Pasen, pasen… Estoy con mi niño pequeño”. Su otro hijo, de 6 años, está en la escuela.

La casa de un obrero con niños

La casa en la que ha vivido Ahmed Chehl tiene una sola planta de unos 150 metros cuadrados con un descuidado jardín de unos 100. Ahmed y Fátima la han tenido alquilada varios años, pero en junio pasado decidieron comprarla. Por unos 100.000 euros, calculan los vecinos. La mujer asegura que, pese a la desgracia que ha caído sobre su familia, no tendrá problemas para pagarla gracias a su trabajo como experta en electrónica.
El jardín refleja cómo y quién vive ahí. Tres cortacéspedes, una máquina para mezclar cemento, piezas para levantar vallas metálicas, tela verde para evitar miradas ajenas… y, sobre todo, juguetes. Dos pequeños todoterrenos —uno rojo, el otro, verde— para el hijo mayor, de seis años, tres camioncitos de miniatura, un balón amarillo, una pequeña cama elástica redonda…
Ahmed había empezado a colocar unas piedras para separar tierra y césped. Todo lo ha dejado a medias. Atrás deja tres familias destrozadas. Una en España y dos en Francia.
En el humilde salón, el desorden refleja que la esposa de Ahmed, también nacido en Marruecos y desde los noventa con nacionalidad española, atraviesa días de estrés. Junto al sofá preferido de Ahmed, recubierto con una tela marrón oscura, la mujer no puede evitar las contradictorias sensaciones que le brotan al hablar de su esposo, ahora encerrado en Besançon a la espera de su inmediata entrega a España. “Es un buen padre. Un buen marido”. ¿Ha hablado con él tras su detención? “No, pero quiero hacerlo cuanto antes. Quiero que me cuente qué paso. ¡Me lo tiene que contar!”. “Pobre niña…, y pobres padres…”. Le gustaría que el arresto del padre de sus hijos fuera fruto de una equivocación.

¿No hablaba de su época en Algete? Se marchó de allí en 1999. Tenía ya dos hijos y una hija con Encarnación Cantos Sánchez, su entonces esposa, que ahora vive precisamente en un barrio de Besançon. Luego tuvo otros dos niños con Fátima. El mayor tiene seis años. “Le he dicho que su padre hizo una tontería en el pasado y que se lo ha llevado la policía”, dice Fátima. “El problema es que nos conocemos todos y los compañeros en el colegio acabarán diciéndole”, añade una vecina.

“No, apenas hablaba de Algete. Las veces que hemos ido a España, vamos directamente a la costa a casa de uno de sus hermanos y no pasamos por Madrid. Seguimos directos a Marruecos”. En su soledad, la mujer habla estos días de vez en cuando con Encarnación. Y esta, con la que también ha hablado EL PAÍS, afirma: “No me encaja nada, ni las fechas, ni los datos, ni los coches que dice la policía”. “El tenía un BMW y Alfa Romeo en aquella época, no un R-12. Me parece todo muy raro. Nunca me maltrató y a mi hija tampoco”, indica la primera esposa de Ahmed, que ha intentado visitar sin éxito al detenido con el que sigue oficialmente casada en España. Este le pasa 200 euros al mes para los hijos.



Ahmed Chehl es soldador. Hasta hace dos años trabajó en Sermap, una empresa de construcción de maquinaria agrícola en Pierrefontaine en la que trabajan unas 80 personas. “No tenía buena relación con sus compañeros de trabajo…, le incordiaban”, dice el farmacéutico Yvan.

Su imagen en el pueblo, en general, es positiva. Se le considera educado y amable. La panadera del lugar le tenía mucho afecto y, por ello, prefiere no hablar de él, aún conmocionada por las noticias que llegan de España. Chehl tenía últimamente trabajos temporales en Besançon, a 50 kilómetros de su casa. Allí fue detenido el jueves por miembros de la Guardia Civil y la Gendarmería. Cuentan que se mostró frío durante su arresto. Llevaba 18 años manteniendo un terrible secreto sobre su conciencia.

Regresaba por la tarde a su domicilio, a Pierrefontaine, y entonces pasaba a veces por la farmacia de Yvan. “Es un tipo normal. Jamás ha dado problemas”, cuenta el farmacéutico. “Por el pueblo, siempre iba con su hijo mayor”. La mayoría de los vecinos repiten similares comentarios. “Normal, educado, agradable”, dicen dos elegantes mujeres que pasean en cochecitos con sus bebés. “¿Me nota mi acento suizo?”, comenta una al preguntarle a qué distancia está la frontera.

El alcalde quiere saber

François Cucherrousset, alcalde de Pierrrefontaine-les-Varans, dice estar reponiéndose del impacto por el que su pueblo se ha hecho famoso en España. Como sus vecinos, reitera que Ahmed Chehl nunca llamó la atención. “Todo ha ido siempre normal. Su hijo mayor está escolarizado, el pequeño, que nació el año pasado, aún no tiene edad…”. Pero es él quien quiere saber más. “¿Cómo se le descubrió finalmente? He leído algo de las pruebas de ADN, pero la policía ya las tenía desde el principio…” Cuando se le explican los detalles, su reacción es de gran asombro. “Y lo hemos tenido aquí todos estos años…”.
La persistencia de la Guardia Civil pone fin a 18 años de ocultamiento. El 20 de abril de 2017, dos décadas después del crimen de Algete, el caso habría prescrito. “¿En serio?”, pregunta el alcalde. “Hay justicia”. Las mismas palabras que la esposa de Chehl había dicho media hora antes.
Chehl aún no tiene abogado. El miércoles, las autoridades francesas cerrarán los trámites para trasladarlo a Madrid.
En Besançon, la capital del departamento de Doubs donde fue detenido el jueves Chehl, los periódicos han dado más importancia a la historia de la investigación que al hecho de que el presunto asesino viviera en la zona. La despedida de Fátima es, como ha sido la conversación, entre lágrimas. En el adiós, no puede evitar un emotivo abrazo. Es otra prueba de su soledad. ¿Es religioso Ahmed? “¿Cómo va a ser religioso alguien que hizo eso? ¿Cómo podía dormir?”.

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/10/05/madrid/1444064178_484869.html

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