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El auge de las carreras de montaña plantea hasta dónde llegar sin riesgo
"La mejor arma de seguridad es el miedo y escucharse a uno mismo", afirma Kilian Jornet | "La montaña es peligrosa y algunas personas iban mal equipadas", sentencia el corredor Josep Pera
08/10/2012 - 00:00h ROSA M. BOSCH.Barcelona
Kilian Jornet sólo tardó ocho horas y 42 minutos en recorrer los 84,2 kilómetros, con 6.098 metros de desnivel positivo, del Cavalls del Vent, en el parque natural Cadí-Moixeró. Òscar Figueras precisó 22 horas y 42 minutos en salvar la misma distancia, en un fin de semana, el último de septiembre, de lluvia, frío y viento. Los cada vez más populares ultramaratones de montaña, como el Cavalls del Vent, reúnen a un heterogéneo grupo de corredores, desde superatletas como Jornet hasta aficionados con más o menos experiencia en busca de sensaciones extremas. ¿Están todos preparados para aguantar, física y mentalmente, un día entero corriendo?
El espectacular boom de los ultratrails y desgraciados accidentes han llevado a las federaciones a acelerar el proceso para reglamentar estas pruebas y exigir que todos los participantes avalen con un certificado médico que reúnen las condiciones para afrontar retos impensables para la mayoría de los mortales. Goyo Larrañaga, director del área de carreras de la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (Fedme), apunta que el año que viene los ultratrails ya tendrán un reglamento. La norma, entre otras cuestiones, exigirá "un completo certificado médico; prohibir a alguien que siga corriendo si la organización detecta que no está bien; establecer un recorrido alternativo en caso de mal tiempo y, quizás, pedir experiencia en otras carreras", detalla Larrañaga. Actualmente, y en general, no se solicita que los participantes acrediten un cierto nivel ni tampoco que presenten un examen médico que minimice el riesgo de accidentes fatales.
"Para asegurar la excelencia de los organizadores quizás deberíamos plantearnos pedir a los corredores marcas, experiencia en otras carreras, además de superar una prueba de esfuerzo por temporada. Lo que está claro es que no se pueden saltar peldaños, no se puede pasar de golpe de una carrera de 10 kilómetros a una de 80", opina Juanjo Garra, director técnico de la Federació d'Entitats Excursionistes de Catalunya (FEEC). Garra considera que cada año hay un nivel más alto, "pero hay que tener en cuenta que este es quizás el único deporte en el que los profesionales, cracks como Kilian Jornet, compiten con modestos aficionados".
La conveniencia de poner filtros no logra el consenso. El propio Jornet considera que es el participante el que debe realizar un acto de autorresponsabilidad, ser sincero consigo mismo y ver hasta dónde puede llegar. Lo que pasa es que cuando el cuerpo y la mente están al límite no es tan fácil tomar decisiones sensatas. "Cuando salimos a la montaña no buscamos la muerte, pero ya decía Reinhold Messner que la montaña no es justa ni injusta, es peligrosa". El escenario es lo que marca la diferencia, no es lo mismo correr un maratón urbano que salvar desniveles de vértigo en un terreno pedregoso a 2.000 metros de altura, de noche y en medio de ninguna parte. "Hay que saber escuchar a la montaña, en este entorno cada carrera es distinta. ¿Pedir puntos? En el ultratrail del Montblanc los piden y mucha gente los consigue participando en carreras cerca de París. Y claro, llegan a Chamonix muy fuertes físicamente, pero sin conocer el medio. Esta gente sí es peligrosa", afirma Jornet. Para este corredor, considerado el mejor del mundo y que está a punto de cumplir los 25 años, "la mejor arma de seguridad es el miedo y escucharse a uno mismo".
A juicio de Jornet, la política que se debe seguir para reducir riesgos consiste en la educación y la formación. "La gente flipa mucho y enseguida quiere apuntarse a pruebas de 100 kilómetros antes de correr un maratón, y la experiencia, en el medio en que nos movemos, es determinante". Jornet contestaba las preguntas de La Vanguardia este sábado a más de 4.000 metros de altura, mientras descendía el monte Montblanc, en uno de sus exigentes entrenamientos.
De la misma opinión es el doctor Daniel Brotons, especialista en medicina del deporte. "Más que de poner filtros, se trata de sensibilizar a la gente asumiendo que no se puede controlar todo al 100%. El reto de los médicos es reducir los elementos que generan riesgos cardiovasculares, pero aunque pongas límites siempre pueden producirse accidentes", indica Brotons. En los ultratrails, a juicio de Brotons, juegan tres factores decisivos: el atleta, la organización logística del sistema sanitario y la montaña. "Podemos buscar la excelencia en los dos primeros, controlando al deportista con electrocardiogramas y un buen entrenamiento, y diseñando un gran dispositivo de seguridad, pero siempre nos queda el entorno, que es incontrolable. Las fatalidades pueden pasar". Teresa Farriol, experimentada corredora, murió en el último Cavalls del Vent tras sufrir una hipotermia en una jornada de frío y lluvia. Los 673 abandonos del total de 896 participantes evidencian la dureza de una prueba por un factor incontrolable, el tiempo.
Josep Pera, de 45 años, sí acabó y fue testigo del extremo sufrimiento de mucha gente, "que llegaba muy mal y temblando al refugio de Prat d'Aguiló, cuando todavía faltaban otros dos para el final. La montaña es peligrosa y algunas personas iban mal equipadas, creo que hay que poner filtros". Pera corre ultratrails desde hace diez años y sabe que en este entorno, cambiante e incierto, la experiencia es un grado: "Tenía frío, pero llevaba ropa seca y pude cambiarme, si no, no hubiera seguido, y siempre iba con alguien al lado, de noche es básico".
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Chequeo al ultrafondista. El proyecto Summit compara la salud de atletas de élite que corren largas distancias con la de personas con poca actividad física
Otros deportes | 08/10/2012 - 00:00h
Qué tiene más riesgo para la salud: correr 10 kilómetros sin estar entrenado u 85 con una buena preparación? Este es el punto de partida del Proyecto Summit (Salud en los Ultramaratones y sus Límites), impulsado por un equipo de médicos y la corredora y doctoranda del departamento de Bioquímica de la UAB Emma Roca. Los investigadores seguirán a 160 personas, entre atletas de élite que se entrenan más de diez horas semanales, un segundo grupo que dedica a la preparación física entre dos horas y media y diez, y un tercero que no alcanza las dos y media. El espectacular crecimiento de los ultramaratones, cada vez de más distancia y desnivel, ha planteado si encarrilar 80, 100, 160 kilómetros seguidos es bueno para la salud.
Roca, con una larga experiencia en este tipo de pruebas, lo tiene claro: "Quiero llegar a la conclusión de que daña más su cuerpo quien corre distancias cortas pero sin haberse entrenado que aquel que acaba 85 kilómetros pero con una preparación adecuada". En el reciente Cavalls del Vent, el proyecto Summit ya siguió a varios participantes, entre ellos Kilian Jornet, y observaron unos primeros indicadores a favor de esta tesis. "Antes de empezar, colocamos unos electrodos a los corredores y comprobamos que los deportistas de élite tenían una buena hidratación en las dos partes del cuerpo, el resto, no. Y al acabar también vimos que la deshidratación y la rotura muscular era superior entre los menos entrenados", explica Roca, que también participó en el Cavalls del Vent finalizando en la cuarta posición femenina.
Roca considera que en esta prueba había gente poco preparada. "Una de las cosas que he aprendido es que cuando empiezo a templar debo comer porque el cuerpo necesita energía; un error bastante común es que al llover y hacer frío los participantes no beben lo suficiente y se van deshidratando". Su reflexión post-Cavalls del Vent es que "no se puede subestimar el riesgo, muchos corredores llegaban tiritando a los refugios y una hipotermia puede provocar un paro cardiaco". Por eso el objetivo del estudio, que se prevé concluir el próximo año, es elaborar un protocolo médico que alerte a estos deportistas de las consecuencias que entraña un ultramaratón sin estar preparado a todos los niveles.
Las modas no deberían banalizar carreras tan exigentes. Los aspirantes tienen que ir paso a paso, acometer una lógica evolución hasta desembocar en un ultramaratón. "Yo quería hacer el ultratrail del Montblanc [166 kilómetros y 9.500 metros de desnivel positivo] en 26 horas, entonces mi entrenador me dijo que tenía que entrenarme durante un mínimo de 260 horas antes de la prueba para que mi cuerpo estuviera en condiciones de aguantar". Al entreno hay que sumar una dieta adecuada, en función del número de horas y la intensidad del ejercicio diario. En todo caso, el doctor Daniel Brotons advierte que lo que sí mata es el sedentarismo
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Tòfol Castanyer: «Mi cuerpo bajó hasta los 32º y vi el límite»
C. M. D. BAGÀ
Padre de un niño y una niña de 2 y 5 años, y trabajador de ocho horas diarias en una empresa familiar en Sóller (Mallorca). Tòfol Castanyer, a sus 40 años y con una vida corriente, es uno de los mejores corredores de trail gracias a una gran disciplina de entreno. Fue campeón del mundo de carreras de montaña en el 2010 y hace un mes ganó la CCC, la mitad de la vuelta al Mont-Blanc. En la Cavalls del Vent, sin embargo, la montaña le dio un buen revolcón cuando iba líder.
—Tuvo que dejarlo, ¿qué pasó? —En el kilómetro 27 pedí unos guantes. Casi no podía mover las manos y estaba helado. A partir de ahí, la sensación de frío no hizo más que aumentar. Le dije a Kilian que tirara, que yo no podía seguirle. Empecé a correr de manera extraña, sin técnica alguna. Sabía que en Prat d’Aguiló tenía camiseta y pantalones secos y solo pensaba en cambiarme y tirar. La verdad es que tengo ciertas lagunas de mi llegada al refugio. Me tomaron la temperatura y estaba a 33,4 grados. Me taparon con mantas pero seguía bajando. Llegué a 32º y me pusieron suero. Ahí se acabó la Cavalls del Vent para mí.
—Un susto de esta magnitud no debió de dejarle indiferente...
—No. Llegué en condiciones muy delicadas al refugio. Cometí dos errores que no se volverán a repetir. Por un lado, en algún control no comí ni bebí lo suficiente. Quizá pensé que al ir mojado podía hidratarme menos. De hecho, sucedió lo contrario. Empecé a quemar reservas de mi cuerpo para mantener la temperatura y me vacié. Me ha hecho pensar en el límite, creo que lo tuve muy cerca.
—¿Ha aprendido alguna lección?
—A veces no damos la suficiente importancia al medio en el que corremos. La montaña no es matemática, quizá olvidé que es imprevisible. Y a veces llevamos demasiado al extremo lo de correr con el mínimo peso posible.
—En el motociclismo suele decirse que el corredor con hijos pierde unas décimas por vuelta. ¿Pasa lo mismo con el ultrafondo?
—No lo había pensado, pero sí es verdad que tienes un plus de responsabilidad. Cuando te pasa esto lo primero en lo que piensas es en tu mujer y tus hijos. En las redes sociales ya se hablaba de mi abandono a la una del mediodía, pero hasta las cinco de la tarde no pude hablar con ellos.
—¿Qué le dijeron?
—Recuerdo bien la conversación con Toni, mi hijo de 5 años. Me preguntó si me había caído corriendo. Le dije que no, que había abandonado por el frío. ‘Hombre, papá, ¿por el frío dejas la carrera?’. Me puse a reír cuando todavía llevaba la vía de suero puesta en la mano izquierda.
—¿Ha sido su reto más exigente?
—Ha sido sin duda la carrera más dura de mi carrera deportiva. Y no solo eso: marca un antes y un después. Me hará pensar mucho cara a futuras competiciones. Si hay la mínima opción de tormenta, la montaña no me volverá a coger sin la ropa y la alimentación necesarias. Las condiciones fueron inesperadas, pero eso no debe ser excusa para todos los que, como yo, tuvieron que retirarse con síntomas de hipotermia.
—¿Le quedan ganas de volver?
—Sin duda, seguro que volveré. El ambientillo de la plaza de Bagà antes de salir, la meta con gente recibiendo a familiares y amigos hasta la madrugada..., esto es increíble.
—¿Por qué enganchan tanto las pruebas de ultrafondo?
—Te das cuenta de que tu cuerpo tiene una resistencia brutal. Eso te hace sentir libre. Te hace sentir vivo.
La seguridad mejorarìa obligando a llevar material de supervivencia: Una manta plástica aluminizada (60grs), una vela de cera (para encenderla bajo la manta en el interior),un encendedor , un silbato,si se corre de noche una bengala, cinta americana ,chubasquero, y repuesto de ropa seca dentro de una bolsa de plástico.
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