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miércoles, mayo 05, 2010
prosti-niñas perù
PERÚ | Trata de blancas
Las niñas del oro
Beatriz Jiménez | Lima
Actualizado martes 04/05/2010 13:25 horas
Los campamentos mineros informales de la región amazónica de Madre de Dios son el paraíso de los tratantes de niñas. Más de 30 mil mineros con un gramo de oro diario en el bolsillo garantizan un negocio más suculento que la extracción y venta de este metal, que brilla para pocos en los contaminados y míseros lavaderos.
Huepetuhe, Laberinto o Delta 1 son algunos de las decenas de asentamientos mineros ilegales que se reproducen en la zona y a los que se llega en canoa o a través de sendas selváticas. Todos los campamentos tienen en común sus construcciones de madera y plástico, sus calles caóticas llenas de barro con mercurio y sus decenas de prostíbulos.
Sólo en Delta 1 existen 100 prostibares, contabilizados por la Asociación Huarayo, una organización que rescata niñas de estas mafias. 3 de cada 5 jóvenes que son explotadas sexualmente en los campamentos mineros son menores de edad. Siguiendo esta proporción, en Delta 1 más de 200 adolescentes serían forzadas a la prostitución.
Los prostibares se clasifican en dos categorías según la etnia de las jóvenes. En los más baratos explotan a adolescentes de zonas altoandinas, a quienes apodan "ojotitas", en referencia a las ojotas o sandalias campesinas que se utilizan en los Andes. Los mineros con más dinero acuden a cantinas de "cocoteras" o "chicas", en los que pueden encontrar jóvenes selváticas o costeñas.
En los operativos contra la trata de personas que se han realizado en los campamentos mineros en los últimos dos años, 62 menores de edad han sido rescatadas y acogidas en el albergue para adolescentes víctimas de explotación sexual que Huarayo posee en el pueblo de Mazuko, la puerta de entrada a los lavaderos de oro.
Cada una de las víctimas tiene su propia historia, pero todas tienen en común el engaño, el rapto, el endeudamiento y las amenazas. También el maltrato físico en los campamentos, los embarazos tempranos y las ETS. Gracias a Huarayo, ELMUNDO.es ha accedido a los testimonios que han permitido redactar este reportaje.
Alicia en el infierno
'Alicia' tiene 13 años y fue rescatada en un operativo policial en Delta 1. Estudiaba cuarto de primaria en la ciudad andina de Cusco cuando fue enganchada por los tratantes a través de una oferta de empleo en un periódico. La citaron en una calle céntrica.
"Es para un refrigerio (restaurante), me dijo la señora", cuenta Alicia. "Biencito te voy a pagar pero hay que salir hoy día".
La señora -en realidad dueña de un prostíbulo- le ofrecía 400 soles (unos 150 dólares), mucho más de los 60 soles mensuales que Alicia ganaba como empleada doméstica.
-"Pero tengo que avisar a mi mamá antes de salir."
-"En Puerto Maldonado (capital de Madre de Dios) hay radio y teléfono. De ahí le podrás avisar".
"Entonces la señora me dio 50 soles (17 dólares) y me dijo que me comprara lo que quisiera. Yo no sabía que hacer y la señora llamó a un caballero que me dio miedo", prosigue su relato Alicia.
-"Ella va a trabajar con nosotros, acompáñala para que saque sus cosas. No te preocupes, con las otras chicas te acostumbrarás al toque".
Esa misma noche Alicia salió junto con otras niñas rumbo a Madre de Dios.
-"Si les preguntan a donde van, digan que a ver su papá. Ustedes tienen 18 años y si les piden sus papeles, digan que los perdieron".
"A la mañana, como en un sueño, estaba ya en la montaña", dice Alicia.
Nunca llegó a Puerto Maldonado. Su destino fue un prostíbulo de un lavadero de oro en medio de la selva, a 180 kilómetros de la ciudad más cercana.
Esclavizadas por deuda
La mayor parte de las niñas andinas cuentan que fueron trasladadas a Madre de Dios escondidas en camiones cisterna que pasan sin problemas los controles policiales.
"En las carreteras existen controles para evitar el contrabando pero nadie pide documentos de viaje a adolescentes a pesar de que la legislación es muy clara al respecto", denuncia Oscar Guadalupe, director de Huarayo. "Nos preocupa la inoperancia de las autoridades y la indiferencia de la población".
Una vez en los campamentos, las chicas que se niegan a prostituirse son obligadas a pagar los costos de viaje, de la ropa y del alojamiento, convirtiéndose en esclavas de la deuda contraída. Si quieren comer, tienen que aceptar "el pase", es decir, la venta de su virginidad. Otras, engañadas por personas de su entorno, son amenazadas. O acceden o su familia sufrirá las consecuencias.
Rescatarlas de los lavaderos de oro es una misión difícil. Muchos de los operativos policiales que se realizan contra la trata de personas fracasan porque las mafias reciben sospechosamente la alerta y huyen con las menores a la selva antes de la llegada de la policía.
Las jóvenes que logran ser rescatadas reciben apoyo legal y psicológico en el albergue que regenta Huarayo en el pueblo de Mazuko, donde permanecen hasta que contactan con sus familiares y pueden retornar a sus lugares de origen. Muchas nunca regresarán porque tras conocer su suerte son rechazadas por sus familias. Otras ni siquiera tienen donde regresar.
Casos de trata no llegan a los tribunales
Las organizaciones que trabajan contra la trata de personas piden que se instale una fiscalía y una dirección policial especializada en Mazuko porque la mayoría de los casos de trata en Madre de Dios no son denunciados ni mucho menos judicializados.
Perú lleva a cabo desde 2005 un registro nacional de casos de trata con base en información de la policía. Desde esa fecha hasta diciembre de 2009 sólo se han contabilizado 264 denuncias por trata de personas, según informa la ONG Capital Humano y Social (CHS). La mayor parte de las denuncias formalizadas proviene de la región policial que agrupa Cusco y Madre de Dios.
"Estas cifras son mínimas porque la mayoría de casos se quedan por el camino", explica Ricardo Valdés ex viceministro de interior y subdirector de CHS. "La policía no maneja el tema y muchos casos son procesados como proxenetismo porque no han agregado a la trata los conceptos de captación, traslado y explotación de personas".
http://www.elmundo.es/america/2010/05/04/noticias/1272993937.html
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