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lunes, noviembre 07, 2011
anda la osa
Fauna
Bajo las faldas de mamá osa
01.11.11 - TERESA COBO
Diez cachorros nacidos este año en el Parque de Cabárceno (Cantábrico) logran sobrevivir a los ataques de los machos gracias a la defensa de sus progenitoras
Bajo las faldas de mamá osa
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osos conviven en el parque de Cabárceno (Cantabria). Disponen de un recitno de 40 hectáreas por el que se mueven en régimen de semilibertad.
210de estos plantígrados viven en libertad en la cordillera Cantábrica. Su población se ha duplicado en los últimos 15 años.
Tres progenitoras se han asociado y forman un triángulo protector para sus seis oseznos
Abulta la mitad que el más pequeño de los otros nueve oseznos de Cabárceno, pero también ella se ha salvado. La osita 'Ruin' ha llegado viva a agosto. Estos diez cachorros esquivaron los ataques de los machos durante la etapa en la que los ejemplares dominantes, alterados por el celo, se muestran más agresivos e intentan matar a los hijos de las hembras con las que no han copulado. En esta ocasión, las madres han sabido proteger a sus oseznos. Tres osas se han asociado para defenderlos mejor, lo que ofrece la insólita oportunidad de ver jugar juntas a sus seis retoños.
Siete de las crías son hembras y tres machos. El más chiquitín ha resultado ser chiquitina, aunque permanece tan apartada con su madre que el equipo veterinario no puede afirmarlo al cien por cien. Que haya mayoría de ositas es oportuno. Ya eran demasiados los machos jóvenes en este parque natural cántabro, por lo que la futura presión sobre las osas en época de celo iba a resultar excesiva.
Además, estas oseznas han sido preservadas por sus progenitoras, por lo que ellas también sabrán amparar a sus hijos cuando llegue el momento. Ese aprendizaje incrementa las posibilidades de supervivencia de las crías en semilibertad.
Hora del almuerzo
Antes, los plantígrados adultos esperaban impacientes la llegada del camión de la comida detrás de las enormes puertas con barrotes. Las crías aguardaban ocultas con sus madres en cavidades y recovecos hasta que los demás se habían servido. Solo entonces asomaban, con todas las cautelas, para conseguir sus raciones. Ahora la estampa es muy distinta. Cuatro oseznos están plantados en primera fila, pegados a la verja. Derrochan gracia. Se yerguen sobre sus patas traseras, y aguantan tiesos, como niños. Están dispuestos a pelear por sus bocados. No parecen inquietos por estar rodeados de grandes osos.
Los cuatro intrépidos cachorros son hijos de dos hembras que se aliaron poco después de abandonar sus oseras. Una de ellas es «la mejor madre», según el criterio del equipo veterinario de Cabárceno. Desde el principio disputó la comida con los machos para alimentar a sus crías y los mantuvo alejados con firmeza y valentía. La osa que se asoció con ella se volvió comodona y le dejó casi todo el trabajo a la corajuda. En el último mes, una tercera madre con dos crías más pequeñas se ha unido a ellas y funcionan como un potente triángulo protector que permite a su media docena de cachorros jugar tranquilos y mezclados. Es un placer observarlos.
Son seis las osas con crías. Cuatro tienen una pareja de oseznos, entre ellas, las tres socias. La cuarta se apaña por su cuenta con sus dos hijos, que no están tan desarrollados como los más fuertes. Las otras dos hembras que han parido este año conservan una sola cría. Una de ellas ya baja con asiduidad a la pradera central, frente al mirador. Los oseznos que forman grupo se acercan a este hijo único con curiosidad y se pelean con él en juegos. Pero su madre los mantiene a raya: «No te pases ni un pelo, mocoso», parece bufarle a un osito. «De uno en uno y con cuidadín, ¡con mucho cuidadito!, ¿vale?», advierte a los cachorros con un gruñido que deja al descubierto sus impresionantes colmillos.
La primeriza
La sexta madre es la que parió al cachorrito raquítico. Joven y primípara, quizá no tenga suficiente leche para amamantar a su cría en condiciones. Es inexperta y menos decidida que las demás osas para conseguir tajadas cuando entra la camioneta de reparto. Teme por la suerte de su hija, que ya se ha llevado varios sustos, por lo que se mantienen apartadas y refugiadas en peñascos y oquedades. La primeriza no deja que su osezna juegue con las demás crías porque algunas la triplican en tamaño y podría salir lesionada de los lances.
El jefe de los servicios veterinarios del parque, Santiago Borragán, tiene dudas sobre la capacidad de la osita raquítica para salir adelante. Pero la pequeñaja pelea. No se despega de su madre, que planta cara con arrojo a cualquier macho que se acerque, mientras la canija trepa como un rayo por el peñasco más cercano. Puede que esté desnutrida, pero es la mejor escaladora de Cabárceno. Su madre la ha entrenado con tesón para que busque vías de escape por las rocas más inaccesibles.
Los ositos del Parque de la Naturaleza de Cabárceno han cumplido varios meses y es «muy poco probable» que los machos les agredan a partir de ahora, indica Borragán. Pero aún les queda una dura prueba que impide cantar victoria. Cuando tengan entre 18 y 22 meses, sus madres dejarán de cuidarlos. Les habrá llegado el momento de independizarse y tendrán que enfrentarse solos a la animadversión de los individuos dominantes.
Cuando las siete oseznas hayan roto el vínculo con sus madres, quizá una de ellas se convierta en compañera de 'Aragón'. El equipo veterinario se plantea esa posibilidad. El osezno que fue hallado por la Guardia Civil de Zaragoza en el maletero de un coche de presuntos traficantes está muy solo. Ha cumplido un año y siete meses. Si le meten en su recinto a una pequeña amiga, se acortará su periodo de aislamiento antes de que alcance el tamaño suficiente para convivir con los demás. Y la osita eludirá la etapa en la que debe afrontar sin tutela posibles ataques de osos abusones. Eso sí, tendrá que pasar el trance de la reintegración, pero, llegado ese momento, en pareja será más llevadero. 'Aragón' está muy necesitado de una 'Cantabria'.
http://nuestra-tierra.laverdad.es/naturaleza/fauna/2455-bajo-las-faldas-de-mama-osa
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