martes, noviembre 01, 2011

robot escalador


TBCP-II se adapta a las esquinas.

Scientists reach the heights with gecko-inspired robot


Researchers have developed a tank-like robot that has the ability to scale smooth walls, opening up a series of applications ranging from inspecting pipes, buildings, aircraft and nuclear power plants to deployment in search and rescue operations.

J Krahn et al 2011 A tailless timing belt climbing platform utilizing dry adhesives with mushroom caps
Smart Mater. Struct. 20 115021
doi:10.1088/0964-1726/20/11/115021

Released from Tuesday 1 November, this paper can be downloaded for free from http://iopscience.iop.org/0964-1726/20/11/115021



TECNOLOGÍA | Puede trepar por muros
Un pequeño robot escalador inspirado en la lagartija

Científicos de Canadá diseñan un robot escalador con forma de tanque
Podrá usarse en rescates y para inspeccionar centrales nucleares o edificios

Teresa Guerrero | Madrid
Actualizado martes 01/11/2011 02:10 horas

La naturaleza es una constante inspiración para los científicos, que intentan reproducir en los laboratorios las extraordinarias habilidades de algunas especies. La capacidad de las lagartijas para trepar por superficies y desplazarse por los techos ha ayudado a un grupo de investigadores canadienses a diseñar un pequeño robot escalador con forma de tanque. Sus características se describen esta semana en 'Smart Materials and Structures'.

La versatilidad de este robot, bautizado como Timeless Belt Climbing Platform (TBCP-II), lo convierte en una herramienta con un amplio potencial de aplicaciones. Por ejemplo, podrá utilizarse en operaciones de limpieza y rescate y para inspeccionar centrales nucleares, edificios, oleoductos y aviones sin poner en riesgo a personas.

Se trata de un robot muy ligero que recuerda a un tanque en miniatura. Pesa sólo 240 gramos y se desplaza a una velocidad de 3,4 centímetros por segundo. Asimismo, TBCP-II cuenta con un equipo de sensores capaces de detectar la zona en la que se mueve y cambiar de ruta cuando encuentra un obstáculo.
Material adhesivo



Los científicos lograron crear una especie de pegatinas inspiradas en las almohadillas adhesivas de las plantas de las patas de las salamanquesas, gracias a las cuales estos pequeños reptiles pueden trepar por superficies verticales y desplazarse por los techos.

Los científicos creen que esta habilidad se debe a las denominadas fuerzas o interacciones de Van der Waals (movimientos muy débiles que se producen entre moléculas o entre partes de una misma molécula, tanto de atracción como de repulsión).

Los investigadores lograron imitar este material en el laboratorio a partir de un polímero (PDMS), consiguiendo una estructura de capas similar al de las lagartijas. Las almohadillas de estos reptiles están compuestas por miles de pelillos microscópicos que están en contacto entre sí y que dotan a sus patas de la capacidad de adherirse a superficies con firmeza.
Superficies lisas o de cristal

Según señalan los científicos, de la Universidad Simon Fraser, este material adhesivo demostró ser una alternativa eficaz a otros mecanismos ideados con anterioridad (como imanes o dispositivos de succión) que no funcionaron a la hora de conseguir que el robot trepara por superficies lisas de cristal o plástico.

Sin embargo, estas pegatinas que recubren las ruedas con los que se desplaza TBCP-II sí le permiten adherirse a paredes verticales de plástico o cristal y pasar de una superficie vertical a otra horizontal sin caerse, ya que es capaz de adaptarse a las esquinas.

Los autores del estudio destacan que los robots que utilizan para desplazarse un sistema de rodillos similar al de los tanques, en lugar de piernas, presentan varias ventajas, como un diseño mecánico más sencillo y la posibilidad de incrementar su superficie en el caso de que haya que aumentar la carga que transporte (como si fuera un tren).

Asimismo, confían en que con una fuente de energía adecuada, el robot será capaz de funcionar de forma independiente cuando se tope con grandes objetos, como cajas o paredes.


http://www.elmundo.es/elmundo/2011/10/31/ciencia/1320065642.html

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