Telecinco y el 11M
3 de Julio de 2011 - 11:32:06 - Luis del Pino
Como probablemente sepan ustedes, la cadena de televisión Telecinco comenzará a emitir mañana una miniserie sobre los atentados del 11-M.
La película, que ha costado un millón y medio de euros, está dirigida, según la propia web de Telecinco, por Daniel C. Torallas. En realidad, esa C. quiere decir Cebrián, y el director de la película no es otro que el hijo de Juan Luis Cebrián, hombre fuerte de ese grupo de comunicación que inventó, en la noche del 11 al 12 de marzo de 2004, el concepto de los terroristas suicidas rasurados e inexistentes con tres capas de calzoncillos.
La productora de la película es la empresa Plural Entertainment que, como no podía ser menos, es una compañía fundada por el Grupo Prisa en el año 2001. Todo queda en casa.
Por si fuera poco, para la producción de la serie se ha contado únicamente con la asociación presidida por Pilar Manjón. A las otras dos asociaciones de víctimas del 11-M - entre ellas a esa asociación que está librando la batalla jurídica por ver quién manipuló las pruebas en el mayor atentado terrorista de nuestra historia - tan sólo se las invitó después de hecha la película a un pase privado.
Según El Mundo de hoy, el Departamento de comunicación de Telecinco confirmó a ese periódico oficialmente que el juez Gómez Bermúdez había asesorado en persona a los guionistas de la serie, aunque luego Telecinco se desdijo y atribuyó dicha información a "un malentendido".
Con esos mimbres, Telecinco ha pretendido presentar la serie como un intento de narrar lo que según la productora serían los hechos probados del 11-M.
Sin embargo, conociendo lo que se ha publicado del guión y los testimonios de aquellos que han visto la película, podemos afirmar sin ningún género de dudas que la miniserie que Telecinco va a emitir no es sino un nuevo intento de hacer que la sociedad trague con una versión oficial radicalmente falsa. Y podemos afirmar también que los guionistas de la serie distorsionan de forma grave las sentencias emitidas por la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo.
Y eso es así por una sencilla razón: en la miniserie, se atribuye la ideación, organización, planificación y ejecución de la matanza a ese grupo de musulmanes que aparecieron muertos en Leganés semanas después del 11-M y cuyos nombres les sonarán a ustedes: el Chino, el Tunecino, Allekema Lamari...
Sin embargo, lo cierto es que la sentencia del Tribunal Supremo estableció, con toda claridad, que nada podía afirmarse acerca de la participación de esos muertos de Leganés en la masacre, puesto que en el juicio de la Casa de Campo ni siquiera se permitió analizar los indicios incriminatorios o exculpatorios que contra ellos hubiera.
Tan es así, que la propia Fiscalía General del Estado se vio obligada a aclarar públicamente, tras la sentencia del Supremo, que las víctimas del 11-M no tenían derecho a reclamar nada por vía civil a los herederos de esos muertos de Leganés.
Es decir, fíjense ustedes en lo que se hace con las víctimas del 11-M: a la hora de hacer películas para seguir vendiendo a la opinión pública la mentira islamista oficial, los muertos de Leganés son culpables; pero a la hora de que las víctimas del 11-M puedan reclamar por vía civil a sus herederos, los muertos de Leganés son inocentes, por sentencia firme.
No sé qué les parecerá a ustedes. A mi, personalmente, me parece una canallada que se juegue de esa manera con las víctimas de aquella masacre.
Claro que tampoco esperaba mucho más, a la vista de quiénes están detrás de esta nueva manipulación.
No esperen ustedes ver en la serie de Telecinco, por supuesto, ninguna mención a las querellas por manipulación de pruebas y falso testimonio que una de las asociaciones de víctimas presentó en su día contra dos mandos policiales presuntamente responsables de la desaparición de las pruebas originales del caso, querella a la que se han sumado ya como acusación dos sindicatos de miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Tampoco esperen ustedes ver en la serie ninguna mención a las sentencias judiciales que han validado las investigaciones de los medios de comunicación independientes, que llevamos años poniendo sobre la mesa dato tras dato acerca de las falsedades clamorosas de la versión oficial del 11-M.
De lo que se trata es de seguir agitando el espantajo islamista en relación con el 11-M, aunque para ello se requiera retorcer incluso las sentencias en las que la propia versión oficial se basa.
Y, sin embargo, a pesar de todo, les invito a ver esa serie que empezará a emitir mañana Telecinco. Por una razón muy sencilla: cuanto más familiarizados estén ustedes con la versión oficial de aquella masacre que cambió la Historia de España, más fácilmente podrán entender los argumentos de quienes sostenemos, con datos en la mano, que esa versión oficial es falsa de principio a fin.
El martes, después de la proyección del primer capítulo de esa miniserie de Telecinco, tendremos la oportunidad de comentar largo y tendido acerca de este nuevo ejercicio de manipulación de quienes, desde el minuto uno, no dudaron en intoxicar a la opinión pública española para convencerla de un atentado islamista que nunca fue tal.
Un atentado, el del 11-M, que lo único que perseguía en realidad era abrir la puerta al proceso de descomposición en el que se España se sumergió hace ya casi ocho años. Con las consecuencias que todos conocemos.
http://blogs.libertaddigital.com/enigmas-del-11-m/telecinco-y-el-11m-9924/
.-.-..-.-...-
Versión de t5 sobre el 11-m
Una serie respetuosa... con una versión oficial absurda
Telecinco sólo contó con la asociación de Manjón
2011-07-05
Imprimir Enviar Corregir Comentar
luis del pino
La serie de Telecinco se inicia con un cartel sobre fondo negro en el que se afirma, con toda solemnidad, que el guión está basado exclusivamente en las sentencias de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo sobre el macrojuicio del 11-M. Y, por supuesto, no es así. El guión ha necesitado, forzosamente, recurrir a la ficción para componer un relato de los hechos coherente.
En principio, no hay nada malo en ese recurso a la ficción, siempre que ésta sea respetuosa con el espíritu de los hechos que se pretenden narrar. Y he de decir que la película es respetuosa, en efecto, con la versión oficial de los atentados. La ficción se lleva en ocasiones hasta extremos innecesarios, para rellenar huecos, y se incurre en ciertas incongruencias con los hechos narrados en las sentencias y en el sumario, pero son incongruencias de carácter menor. La única excepción es la insistencia de la película en vincular los atentados del 11-M con la guerra de Irak, cuando la sentencia de la Audiencia Nacional desvincula expresamente el atentado de esa guerra.
Pero, en conjunto, el guión está muy bien elaborado y se nota que los guionistas han contado con asesoramiento de alguien que ha estudiado a fondo el sumario instruido por el juez Del Olmo. Muy posiblemente, aquellos espectadores que no estén familiarizados con las investigaciones del 11-M hayan encontrado el relato de los hechos confuso, deshilvanado y caótico, pero es que así es la versión oficial de los atentados: confusa, deshilvanada y caótica.
La elección y caracterización de los personajes es también realmente acertada. Especialmente conseguidos están los personajes de Rafá Zouhier y Emilio Suárez Trashorras. Y también la dirección de Daniel Cebrián me parece buena, aunque supongo que alguien con mayores conocimientos de cine que yo podrá juzgar este punto con más criterio.
En resumen: que la película narra, al menos en este primer capítulo, lo que la versión oficial de los atentados sostiene. Y esa es su mayor virtud. Porque, viendo la película, queda clara la estupidez que trataron de vendernos a los españoles con esa versión oficial: que tres yonquis y cuatro pringados muertos de hambre (uno de ellos confidente de la Guardia Civil y otro, confidente de la Policía) montaron con toda tranquilidad el mayor atentado de la historia de Europa, sin contar con infraestructura, sin contar con organización, sin contar con apoyos exteriores y estando infiltrados por varios confidentes de nuestros propios servicios de información. Si eso fuera cierto, querría decir que, en cualquier momento, cualquier a podría organizar un macroatentado en cualquier punto de España y matar a 200 personas, sin que los más de cien mil policías y guardias civiles cuyos sueldos pagamos a escote pudieran evitarlo. Para echarse a temblar.
Hay dos escenas particularmente hilarantes en el relato de los hechos presentado en el primer capítulo. Una de ellas es esa reunión celebrada en una hamburguesería, en la que se supone que se pactó la entrega de los explosivos para la masacre. La película muestra (de acuerdo con el sumario) que en esa reunión estaban presentes tres partes: el marroquí comprador de la mercancía, otro marroquí que actuaba como intermediario y que era colaborador de la Guardia Civil, y el asturiano que suministraba la dinamita y que era colaborador de la Policía.
La pregunta que cualquier persona normal se haría es: ¿cómo es posible que se pudiera llevar a cabo el atentado del 11-M, si de las tres personas presentes en la reunión clave de preparación de ese atentado, dos trabajaban para nuestros propios servicios de información? Si damos por buena la versión oficial, la respuesta es muy sencilla: porque nuestros servicios de información están compuestos por perfectos inútiles o estaban compinchados con los terroristas.
Pero, obviamente, existe otra explicación mucho más lógica: que dicha reunión no existió nunca. Y que esa reunión no es sino una manera de tratar de explicar, dentro de la versión oficial, de dónde salieron los explosivos.
La otra escena memorable de este primer capítulo es la secuencia con la que se abre la serie. En esa escena, Abdelmahid Bouchar (uno de los supuestos terroristas refugiados en el piso de Leganés que saltó por los aires tres semanas después del 11-M) baja a tirar la basura. Al llegar a la calle, observa a dos policías de paisano que están de pie en la acera y a otros dos policías de paisano que están metidos en un coche.
Mosqueado, ese marroquí deja la basura en un contendedor y sale corriendo. ¿Y qué sucede entonces? Lo lógico es que los dos policías del coche persiguieran en coche al supuesto terrorista que trata de huir corriendo, ¿verdad? Pues no. Lo que la película muestra (en consonancia con el sumario instruido por el juez Del Olmo) es que los dos policías que van a pie se dedican a perseguir a pie al terrorista que huye corriendo (con lo que el terrorista acaba escapando), mientras que los dos policías del coche se bajan y se acercan a pie al contenedor de basura, para recoger la bolsa que el terrorista ha tirado, Supongo que sería por si a la bolsa de basura le daba por escaparse corriendo también.
Por supuesto, en la película se omiten muchos detalles que el sumario no recoge, pero que sí que han sido puestos de manifiesto por las investigaciones periodísticas. Detalles que contribuyen a hacer aún más infumable el relato oficial de los hechos. Así, por ejemplo,
- En la película podemos ver cómo los terroristas disparan desde el piso de Leganés a los policías que rodean el piso. Pero se omite que, en realidad, ni en la calle ni en el piso se encontró ningún casquillo de los subfusiles con los que supuestamente disparaban esos terroristas.
- En la película se observa cómo se recibe en el periódico ABC un fax manuscrito en árabe supuestamente enviado desde el piso de Leganés. Pero se olvida el guionista de contar que en el piso de Leganés no apareció ninguna máquina de fax después de la explosión.
- En la película se comenta cómo en el piso contiguo al de Leganés en el que los terroristas estaban refugiados vivía un policía. Pero se omite el pequeño detalle de que no se trataba de un policía cualquiera, sino de uno experto en lucha antiterrorista y con experiencia en escuchas y seguimientos.
- En la película se escenifica el supuesto suicidio de los terroristas de Leganés mediante una escena en que todos se ponen dinamita alrededor de la cintura. Pero se olvida el guionista de mencionar que ninguno de los cadáveres apareció cortado por la cintura, cono hubiera sido lo lógico.
En resumen: se trata de una serie respetuosa con la versión oficial, sin ninguna duda. Y que refleja una realidad tan ridícula como la que la propia versión oficial describe.
http://www.libertaddigital.com/sociedad/2011-07-05/una-serie-respetuosa-con-una-version-oficial-absurda-1276428615/
.-.-.-.-.-..-.-.-.-.-.-.
Manipulaciones de la serie de Telecinco (I): ¿Quién colocó las bombas?
7 de Julio de 2011 - 09:14:16 - Luis del Pino
Compartir:
Menéame Tuenti
Si en la primera parte de la serie de Telecinco (véase el hilo anterior) se mantenía un relativo respeto por el contenido de las sentencias de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo, en la segunda mitad el guión se va apartando progresivamente de los hechos probados, a medida que la acción se va acercando a la fecha fatídica del 11M.
Comencemos por lo fundamental: la identidad de quienes montaron y colocaron las bombas en los trenes. En la serie, se presenta como encargados de la colocación y montaje a los siete muertos de Leganés y a otros seis sujetos que no se sabe quiénes son.
¿Fue así, según la versión oficial? Pues resulta que no. La sentencia de la Audiencia Nacional no afirma en ningún momento que ninguno de los muertos de Leganés pusiera ninguna bomba concreta en los trenes; es decir, guarda silencio sobre este punto de si tal o cual de los muertos de Leganés actuó como colocador de tal o cual bomba. El Tribunal Supremo fue aún más lejos, al establecer explícitamente que no se sabe qué participación pudiera haber tenido en el atentado cada uno de los muertos de Leganés y que no se puede asignar ninguna responsabilidad penal individual a ninguno de ellos.
Ese posicionamiento de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo tiene su razón de ser, porque lo cierto es que no hay ningún testigo que sitúe a los muertos de Leganés en los trenes del 11M.
Por el contrario, la serie omite el nombre de la única persona que sí que está condenada por poner una bomba en los trenes: Jamal Zougham.
"¡Un momento!", dirá el lector. "¿La serie evita presentar como colocador de bombas al único que está condenado por colocar una bomba y presenta como colocadores, en su lugar, a los muertos de Leganés, de los que no existe ninguna evidencia judicial que diga que colocaron ninguna bomba?".
Pues sí, así es.
"¿Y, puestos a manipular, no podía la serie haber presentado como colocadores de bombas tanto a Jamal Zougham como a los muertos de Leganés?", se preguntará el lector. "¡Así, sin eliminar a Zougham de la historia, la manipulación habría sido menos evidente!".
Hubiera sido una alternativa, por supuesto. Pero lo que pasa es que, entonces, los guionistas se habrían arriesgado a las posibles consecuencias judiciales. Porque si algo ha quedado establecido claramente en las sentencias de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo es que entre Jamal Zougham y los muertos de Leganés no consta el más mínimo contacto previo (ni posterior) al atentado. No ha podido acreditarse ninguna reunión entre ellos, no ha podido acreditarse ninguna llamada cruzada entre ellos y no ha podido acreditarse la presencia de Jamal Zougham en ninguna de las casas donde se supone que los muertos de Leganés estuvieron antes o después del 11-M.
Es decir, si los guionistas hubieran mencionado el nombre de Jamal Zougham, se habrían visto forzados a presentar escenas con reuniones donde aparecerían simultáneamente tanto los muertos de Leganés como Jamal Zougham: por ejemplo, la reunión en la que se preparan las bombas o la reunión en la que las cogen para ir hacia las estaciones a colocarlas. Y entonces se arriesgarían a que Jamal Zougham les pidiera cuentas, por atribuirle unos contactos con los muertos de Leganés que ni las investigaciones policiales ni las judiciales han podido acreditar.
En consecuencia, los guionistas tenían dos opciones:
1) o presentar a Jamal Zougham como colocador de bombas junto a otros doce desconocidos, y reconocer ante la opinión pública la verdad, que es que, siete años después del atentado, sólo conocemos el nombre de un único colocador de las bombas del 11M.
2) o prescindir de Jamal Zougham y atribuir la colocación de las bombas (falsamente) a los siete muertos de Leganés y a otros seis desconocidos, con lo cual se puede simular ante la opinión pública que sabemos la identidad de bastantes de los que depositaron las bombas.
Obviamente, los guionistas prefirieron la segunda opción. No sólo porque la cruda realidad (que es que la versión oficial ni siquiera identifica a quienes colocaron las bombas en los trenes) resulta demasiado dura de digerir por la opinión pública, sino también por otra razón: imagínense ustedes que los guionistas hubieran optado por la primera solución. ¿A quién presentamos entonces en la serie (además de a Zougham) montando las bombas? ¿A quién presentamos (además de a Zougham) llevándolas hasta las estaciones? ¿Cómo enlazamos esas escenas con el resto de retazos de la versión oficial: Leganés, el transporte de explosivos desde Asturias, etc?
Ése es uno de los principales problemas de la absurda versión oficial del 11-M que nos llevan intentado colar a los españoles desde hace siete años: su total desconexión. O te montas un guión en torno a Jamal Zougham, o te lo montas en torno a los muertos de Leganés. Pero la inexistencia de contactos entre el uno y los otros hace imposible crear un guión unificado.
De todos modos, con ser grave, la de la identidad de los colocadores de las bombas no es la más grave de las manipulaciones efectuadas por los guionistas de la serie. En el siguiente hilo del blog comentaré algunas otras cosas que me resultaron enormemente llamativas, por la implicaciones que tienen.
http://blogs.libertaddigital.com/enigmas-del-11-m/manipulaciones-de-la-serie-de-telecinco-i-quien-coloco-las-bombas-9949/
.-.-.-.-.-.-.-.-.--.-
Una petición inadmisible... por ahora
JOSÉ LUIS MARTÍN La noticia es de hace muy pocos días. Un grupo de «víctimas del 11 M» han solicitado de la Audiencia Nacional la reapertura del «caso del 11 M», en atención a algunas circunstancias importantes comprobadas con posterioridad a la sentencia, ampliamente controvertida, que emitió el tribunal presidido por el Juez Gómez Bermúdez, actualmente con destino en Murcia. Las circunstancias se refieren al «arma del crimen» -clase de explosivo utilizado- y exculpación de presuntos autores (materiales y, sobre todo, intelectual). La clase de explosivo influye de tal manera que anularía la atribución de «colaboración necesaria», en la autoría material, al asturiano condenado a una pena gravísima; y trasladaría la sospecha hacia quienes poseen, habitualmente, el «tytadine». Y, en cuanto al autor o autores intelectuales, descartados los que fueron imputados en un principio, habría que investigar, en otro sentido y a través de los «nuevos» autores materiales, para llegar al verdadero, o verdaderos, autores intelectuales. Las dudas que han surgido son muy interesantes y decisivas: ¿Quién actuó materialmente, poniendo los explosivos en los «trenes de la muerte»? ¿Quién ideó todo el plan, de la A a la Z, para una masacre tan enorme -aunque hay que suponer que «se le fue la mano»-?. A la primera pregunta, creo que está clara la respuesta: Quien poseía el explosivo empleado. Y a esta respuesta tan categórica podría añadirse: quien utiliza, de una manera habitual, el «modus operandi» que se empleó: colocar los explosivos y huir, para actuar desde lejos, mediante temporizadores o excitadores distantes -sean móviles u otros artilugios-. Es mucho más compleja la respuesta a la segunda pregunta y exige una investigación minuciosa y que procure no incurrir en error. No querría yo, ni persona de bien alguna, ser sospechoso (siquiera), de haber maquinado la muerte de 191 personas y las heridas, algunas tan salvajes e irreparables, de otras cerca de 2.000 víctimas.
La petición de esas 19 personas ha sido desestimada por tres magistrados de la Sala Tercera de lo Penal de la Audiencia Nacional. Y eso es lo fundamental de la noticia. La petición es natural en una clase de las víctimas. Yo clasificaría a éstas (a las víctimas) en unas que, como Dª Pilar Manjón, prefieren echar la tierra del olvido, para tranquilidad, sobre lo ocurrido; y las que pretenden que todo se esclarezca hasta el mínimo detalle. Confieso que entraría en este grupo. Tengo una hija y, si hubiera estado entre los muertos de aquella luctuosa mañana, no cejaría hasta saber todos y cada uno de los detalles de lo ocurrido; y dedicaría a tal descubrimiento el resto de mi vida y todas las pocas posesiones que tengo y los medios que pudiera recabar, aunque fuera poniéndome a las puertas del Metro o rompiendo zapatos para recorrer todas las puertas de España y las que pudiera del Extranjero, solicitando ayudas. Debo respetar (y respeto) la actitud, aparentemente conformista, de la señora Manjón y de los que prefieren la «tranquilidad». ¡Faltaría más! Pero prefiero la actitud de los que pretenden que se indague y paguen los culpables, «Caiga quien caiga».
Su llamada ante la Audiencia Nacional no ha sido admitida. Es comprensible: se trata de «cosa juzgada» y, precisamente, uno de los magistrados que han rechazado la petición formó parte del tribunal que «cerró» -parece ser que «en falso»-, con su sentencia, el «caso 11 M». Aparte del «corporativismo» que existe entre los profesionales de la Justicia y el Derecho, a no ser que se dé el caso de una oposición propiciada por quien ordena en esta «in-distinción de Poderes» que caracteriza a nuestra Democracia. (De esta particularidad da fe la anulación de la sentencia del Tribunal Supremo, llevada a cabo por eso que se llama «Tribunal» Constitucional, en el «caso Bildu»; y, (ya se anuncia) se dará, probablemente, con el caso Sortu. Sin llegar a los Jueces, conozco la actitud «corporativa» de una Facultad de Derecho española: Convocada una plaza de Profesor, había candidato de esa Facultad y se anunciaba otro aspirante venido de fuera. Los Profesores de la Facultad de Derecho, unidos como una piña, se dirigieron, sin ambages, al «intruso» y lo amenazaron con incluirlo en una «lista negra», que, enviada a todas las Universidades, le cerraría las puertas en el futuro. Naturalmente, el «foráneo» se retiró y la oposición fue un paseo triunfal para el candidato de la casa.
Existen otros dos motivos para que no sea oportuna la petición de esas 19 «víctimas» del 11 M. Uno es que, indirectamente, está actuando una Juez valiente, que tiene encausado al Jefe de los Tedax, Sr. Sánchez Manzano, responsable máximo (por ahora) de la desaparición de las pruebas que podían haber conducido al «núcleo» de la masacre. Declaraciones de testigos pueden llevar al conocimiento de lo que estas 19 víctimas quieren saber. Y otro motivo fundamental: No quiero ni pensar el «cataclismo» que se produciría, si el descubrimiento llevara a persona o personas hoy situadas en las alturas. Del extranjero están llegando correos electrónicos muy inquietantes, que, afortunadamente, serán «falsas alarmas». Sólo el hecho de que un Tribunal iniciara un seguimiento de tales pistas, supondría una verdadera hecatombe.
Para el esclarecimiento de la verdad hay que esperar. Tiene que darse una genuína y completa «separación de Poderes», en virtud de la cual la Justicia pudiera actuar con total independencia y sin temor a injerencias malsanas. Debería existir una absoluta colaboración de los tres Poderes del Estado para que las investigaciones se llevaran a cabo con total y clara profesionalidad; y que el Tribunal actuante(o Tribunales actuantes) no estuvieran presionados por personas o Instituciones que pudieran torcer su recto proceder. Hasta que eso no llegue, será inútil todo intento de profundizar en ese pozo oscuro que es el «11 M». El proceder de los Poderes actuales parece ser -sería temerario afirmar que lo sea- el de un Gobierno, y unos miembros recomendados por el mismo para las Instituciones de Justicia, «rehenes» de quienes hay sospechas de que pudieron ser los autores materiales de la terrible masacre, cuya utilización echó por tierra las encuestas, acreditadas el día anterior, que daban la victoria a quienes perdieron las Elecciones Generales del día 14 de Marzo del año 2004. ¡Paciencia, pues, señores peticionarios de justa indagación judicial!
http://www.laopiniondezamora.es/opinion/2011/07/07/peticion-inadmisible-ahora/530244.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario