lunes, abril 06, 2015

¿por què ?









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Bread toasting knife

Bread toasting knife

Posted by Mavi Kocaeli on Domingo, 5 de abril de 2015

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¿Por qué?
Sufrir, sudar, cansarte, arañarte las piernas, si no más; maldecir un pinchazo o una avería, comer barritas energéticas y geles con sabores artificiales y prefabricados en un laboratorio químico, ingerir bebida isotónica o agua con sabor a plástico de un portabidón cubierto de polvo y barro. Madrugar el día de fiesta y descanso precisamente para no descansar. Esforzarte en cada subida para llegar a una cumbre sin premio. Machacarte físicamente hasta el límite, hasta la extenuación... sin sentido ni premio, sin una justificación para tanto esfuerzo más allá del efímero placer de una pequeña victoria sobre tu compañero de ruta... si es que lo hubiera.
¿Por qué? ¿Por qué tanto esfuerzo injustificado?, tanto castigo físico gratuito para ser uno más del montón, para no llegar a ser nada, para no obtener jamás una recompensa, un trofeo o un aplauso por tal desmesurado desgaste... curioso deporte el nuestro.
¿Deporte? Nuestros padres entendían que si había que gastar fuerzas tenía que ser por algo realmente provechoso y palpable. El deporte no entraba en esa escala de valores ni tan siquiera como diversión, pues la diversión de aquella época se entendía como descanso y una abundante y copiosa comida en familia, quizás en un intento de recuperar todo el terreno y tiempo perdido. La bicicleta no se asociaba a diversión, sencillamente era un medio de transporte barato... el que más.
¿Por qué salir a machacarte en bicicleta con el calor que hace? Pues, francamente, no se me ocurre ninguna respuesta racional, ninguna respuesta lógica que lo justifique y mucho menos en esta época del año, cuando descubres en tu primer día de playa que eres el hombre bicolor... una estampa ridícula, sin lugar a dudas.
¿Ridícula? Quizás para muchos, por suerte no para la totalidad. Cada una de esas marcas me traen a la mente infinidad de gratos recuerdos, incluso los arañazos y moratones traen asociados intensos momentos de emoción no exentos de cierto riesgo. Bien pensado, sí que sé me están ocurriendo docenas de razones por las que salir en bicicleta a pesar del calor y las muchas miradas de perplejidad de parte de nuestra sociedad.
Hay pocos deportes que te permitan disfrutar tanto de la naturaleza en estado puro, con un silencio roto tan solo por el resoplido de los pulmones o el ruido de la cadena, que te permite encuentros fugaces con conejos, zorros y demás fauna de nuestra geografía; un deporte que fomenta la unidad de grupo o aumenta el círculo de amistad gracias a un nexo común que te hace sentir diferente al resto. En la bici se siente la tierra como parte del propio cuerpo, como si las cosas más inertes tuvieran sentimiento. Te permite ver el mundo de distinta forma, a veces muy rápido, a veces muy lento, para descubrir cosas de las que nunca antes te habían llamado la atención. Llegar donde nadie o pocos llegan, esa es una de las grandes satisfacciones de la bicicleta. Conquistar una montaña que al mismo tiempo significa una nueva victoria de tu cuerpo. Admirar el paisaje infinito y comer un bocata en un lugar de ensueño que ni el mejor restaurante de la guía Michelin te puede ofrecer. Saborear el placer de una Coca Cola o una buena cerveza después de una jornada de esfuerzo o engullir con desespero un gel en un momento de apuro, sintiendo como sus componentes revitalizan un cuerpo tocado por el cansancio.
La bici es mucho más que un medio de transporte o un deporte, es una excusa para conocer mundo, para conocer personas, para vivir en tus propias carnes aquellos que otros te explican por la televisión; es una continua fuente de emociones, de sensaciones, de retos, de pruebas de superación, que al fin y al cabo son la salsa de la vida. Una forma diferente de abrir la mente y el corazón, de evadirte y sentirte más libre.
¿Por qué? Cuando alguien pregunte por qué, ya sé la respuesta; porque no hay mejor recompensa que la felicidad.

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