lunes, octubre 05, 2009

zugzwang,zeitnot :11M



Informe de situación

5 de Octubre de 2009 - 12:01:03 - Luis del Pino
En ajedrez, se utiliza el término alemán zugzwang para aquellas situaciones en las que un jugador pierde la partida (o una pieza, o una posición) porque le toca mover y todas las jugadas de las que dispone son malas. El término podría perfectamente aplicarse a la situación actual en relación con las investigaciones del 11-M.

Repasemos brevemente cuál es la posición en que nos encontramos:

1) La sentencia y el juicio del 11-M, lejos de acabar con las críticas a la versión oficial de los atentados, tan sólo sirvió para que muchas víctimas, que hasta ese momento habían confiado en la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo, se dieran cuenta de que nadie iba a impartir justicia si ellas no presionaban.

2) El juicio, además, sirvió para que los promotores de la versión oficial se "retrataran". Antes del juicio, habían conseguido mantener la versión oficial en una especie de nebulosa mutable, intentando proporcionar el menor número posible de detalles, para que no afloraran las contradicciones inherentes a una historia manifiestamente falsa. Pero en el juicio fueron muchos los funcionarios que se vieron obligados a testificar, "esculpiendo en piedra" una versión que ya dejó de poder mutar y que era, por fin, directamente atacable.

3) Las informaciones periodísticas, lejos de acabar una vez que el juicio terminó, continuaron con su goteo, socavando pacientemente la confianza de muchas personas en esa versión oficial. Y, lo que es más importante, socavando también la confianza de muchos responsables políticos en que el tema del 11-M podía cerrarse con una faena de aliño.

4) Los intentos por neutralizar a los distintos sectores "empecinados" (ciertos medios de comunicación, ciertos movimientos ciudadanos, determinados sectores del Partido Popular), puestos en marcha después de las últimas elecciones, han fracasado de manera estrepitosa. No sólo no se ha conseguido silenciar a nadie, sino que los esfuerzos realizados para ello han consumido buena parte de las escasas fuerzas de quienes aún confiaban en imponer el cambio de régimen por la vía de los hechos consumados.

5) Las iniciativas judiciales de algunas víctimas del 11-M han abierto un nuevo frente en el que la Audiencia Nacional no puede ejercer ya de tapón. El agua se escapa gota a gota por las grietas del dique y es sólo cuestión de tiempo que el goteo se convierta en torrente.

6) Por contra, las iniciativas judiciales emprendidas para tratar de amedrentar a determinados medios de comunicación y a determinados movimientos ciudadanos, no sólo no han dado fruto, sino que han tenido un efecto boomerang, al permitir constatar por vía judicial indirecta varias de las principales manipulaciones de pruebas efectuadas durante los primeros días después del 11-M.

7) Para colmo, la crisis económica ha venido a complicar las cosas de modo sustancial. En primer lugar, ha reducido el margen de maniobra de quienes se apoyan en los recursos del estado para intentar mantener a la sociedad española (una vez más) en la inopia respecto a un hecho grave (el más grave, sin ninguna duda) de nuestra historia democrática. En segundo lugar, ha hecho aflorar las contradicciones internas de los sectores que apoyaban al actual gobierno. Y, finalmente, ha erosionado las expectativas electorales de Zapatero hasta el punto de que se intuye ya el cambio de ciclo, de modo que el PP podría alcanzar la Moncloa antes de que el 11-M se consiga cerrar definitivamente, con lo que la situación se volvería explosiva.

En estos momentos, la iniciativa está en manos de quienes venimos denunciando, desde hace tanto tiempo, la completa falsedad de la versión oficial de los atentados. Por el contrario, quienes intentan por todos los medios imponer una versión oficial (en estos momentos se conformarían con "cualquier" versión oficial) se encuentran, en términos ajedrecísticos, en situación de zugzwang. Porque cualquier movimiento que hagan es malo.

Si aceptan las solicitudes de investigación planteadas por las víctimas, malo, porque las falsedades de la versión oficial irían constatándose judicialmente una a una. Si no las aceptan, peor, porque cada negativa será percibida por la opinión pública como un intento de hurtar a los españoles el conocimiento de una realidad que cada día se intuye más siniestra.

Si dejan que los medios de comunicación independientes hagan su trabajo y continúen investigando el 11-M, malo, porque el cambio de ciclo político hará, inevitablemente, que antes o después entremos en la carrera de a ver quién "canta" más deprisa. Pero si tratan de perseguir a esos medios, peor, porque cada ataque será percibido por la opinión pública como un intento de censura motivado por lo mucho que hay que ocultar.

Si tratan de recurrir al silencio para ningunear a las víctimas que exigen justicia y a los medios que investigan, malo, porque ese silencio es interpretado por la opinión pública como un demoledor "quien calla, otorga". Pero si intentan responder, peor, porque la versión oficial es tan infumable que sólo un auténtico hooligan podría aceptarla de manera acrítica, y porque cualquier intercambio argumental termina conduciendo a que más gente conozca los datos que nos permiten sostener que la versión oficial es falsa.

Los promotores de la versión oficial no pueden ya ganar la partida. Y lo saben. De modo que lo único que les queda es intentar no perderla, es decir, conseguir un empate. El problema es que, a estas alturas, también eso lo tienen difícil.

Si hubieran aprovechado la Comisión de Investigación del 11-M, hace ahora cinco años, para imponer un final en tablas (por ejemplo, vendiéndonos a los españoles que el atentado había sido fruto de la colaboración entre ETA y un grupo de islamistas), quizá hubieran podido cerrar el asunto. Y es muy probable que la opinión pública se hubiera tragado esa versión. Pero trataron de forzar la máquina y perdieron. Y ese tipo de "versiones oficiales intermedias" son ahora imposibles de "colocar". Dejaron pasar el tiempo sin solucionar el problema, y ahora que se ha desplazado el foco hacia la cuestión de la falsedad de las pruebas, va a ser prácticamente imposible rescatar ni un mísero fragmento de una versión oficial que está ya muerta.

Pero eso no quiere decir que se vayan a estar quietos. Todas las jugadas que tienen son malas, pero están forzados a jugar la partida. Así que, antes o después, tendrán que mover ficha. Y tienen todavía muchos recursos.

Lo que no tienen es demasiadas fichas donde escoger. Disponen de varios caminos de acción posibles, aunque hay tres particularmente obvios y que no son necesariamente excluyentes entre sí: el de la intoxicación (resucitando, por ejemplo, a algún "suicida" en Marruecos que confiese que él organizó el 11-M), el del descrédito (recurriendo, por ejemplo, a alguna campaña de desprestigio para intentar neutralizar a alguno de los medios o a alguna de las asociaciones que más peligro suponen) o el del cortafuegos (cediendo alguna pieza, por ejemplo, para intentar imponer como solución que, debido a la destrucción de las pruebas originales, nunca sabremos quién organizó el 11-M).

Sin embargo, a la situación de zugzwang se le añade otra circunstancia, muy típica del ajedrez, que también se describe con un término alemán: zeitnot.

El zeitnot es esa situación en la que la bandera está a punto de caer porque el tiempo se te agota. Y en la que te ves forzado, por tanto, a mover sin pensar demasiado, para no perder la partida por tiempo.

Y cuando tienes que elegir entre varias jugadas, todas malas, y encima no dispones de tiempo suficiente para valorar con calma cuál de esas jugadas es la que menos daño puede hacerte, la probabilidad de cometer un error fatal se incrementa de modo inversamente proporcional al tiempo que te queda.
http://blogs.libertaddigital.com/enigmas-del-11-m/informe-de-situacion-5273/

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