lunes, diciembre 14, 2009

hombre ? = culpable!


Revisar la Ley de Violencia de Género, cuestión de justicia

* 13.12.2009
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UN JUEZ de Sevilla se ha atrevido a romper el tabú sobre la violencia de género al denunciar la unidireccionalidad de la ley, enfocada únicamente a perseguir los malos tratos de los hombres por encima incluso de algunas de las más elementales garantías jurídicas.
El magistrado Francisco Serrano lleva años recopilando informaciones que demuestran el tratamiento desigual a la violencia de género, de suerte que si una mujer presenta una denuncia el juez dicta medidas cautelares casi siempre de forma inmediata, lo que jamás sucede cuando el afectado es un varón.
Miles de hombres han sido detenidos en estos últimos años por denuncias de mujeres, pero no hay ni un solo caso en el que las acusadoras hayan sido procesadas por denuncias falsas, a pesar de que, como declaró públicamente la jueza de Barcelona María Sanahuja, hay constancia de que muchas esposas se inventan esos malos tratos para mejorar las condiciones del divorcio.
Serrano ha estudiado especialmente la violencia de género en Andalucía. Señala que, según datos de la Fiscalía, en esta comunidad se incoaron 9.800 procedimientos por malos tratos en 2008, de los cuales más de un 90% se han archivado o han acabado en absolución.
Se ignora, por el contrario, que este año la violencia doméstica ha provocado la muerte de 30 hombres, pero ese último dato no está registrado en las estadísticas oficiales, según afirma el juez Serrano en un informe que hoy publica nuestro suplemento Crónica.
No ya sólo la casuística pone en evidencia la existencia de un doble rasero. La Ley de Violencia de Género, aprobada en diciembre de 2004, es un ejemplo de desigualdad. Si alguien se tomara la molestia de dedicar diez minutos a ojear el articulado de la norma, podría ver que la violencia de género se circunscribe solamente al mal trato de los hombres contra las mujeres.
Así lo dice la exposición de motivos y numerosos artículos de la ley. Cuando se habla de medidas preventivas, de apoyo y de reinserción social sólo se considera posibles beneficiarias a las mujeres. Según el legislador, o no hay hombres que sufren agresiones o no merecen esas ayudas.
Como es sabido, esta norma establece además una serie de castigos penales que son mucho más graves si los maltratadores son hombres que si son mujeres, en clara violación del principio de igualdad ante la ley.
Basta, como decíamos, una denuncia de una mujer para que la Justicia actúe, muchas veces bajo la presunción de que el hombre es culpable. Apenas hay casos, contados con los dedos de la mano, de mujeres que han sido condenadas por agredir a sus maridos.
Es cierto que las mujeres son víctimas de malos tratos con mayor frecuencia que los hombres, pero también lo es que hay hombres injustamente condenados que han tenido que sufrir un calvario personal. Ahí está el caso de Miguel Ángel Torres, que ha padecido un infierno de seis años hasta que se ha demostrado que fue falsamente acusado por su mujer de abusar de una hija. Torres perdió su trabajo, sufre una depresión crónica y está siendo hoy tratado de un cáncer.
Muchos hombres han padecido la estigmatización de verse acusados de maltratadores y luego han sido absueltos, tras sufrir un daño moral irreparable. Es una realidad silenciada, pero no por ello menos grave.
Al margen de que algunas cosas de las que dice este juez sean exageradas o estén influidas por sus sentimientos, la racionalidad indica que hay que revisar la Ley de Violencia de Género. Primero, estableciendo la igualdad de las penas, con independencia del sexo del agresor. En segundo lugar, evitando la discriminación del hombre a la hora de obtener protección de las autoridades. Es de estricta justicia, por mucho que la propaganda oficial se empeñe en criminalizar a los hombres sin reconocer que las mujeres también pueden ser maltratadoras.
Que el PSOE votara a favor de esta ley no resulta extraño, teniendo en cuenta el feminismo superficial de Zapatero, pero lo que no se entiende es que le secundara el PP a costa de renunciar a sus más elementales principios.
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/12/13/opinion/21506262.html

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