miércoles, agosto 10, 2016

Bicis personalizadas en oro



.-.-.-.-.-.-



Paulino garcìa casado con su Cinelli supercorsa 1986 piñòn y cadena everest nova , tubulares vittoria pro team foto luis de las alas

El leonès que hace negocio tuneando bicis para millonarios

Aparejador reconvertido en restaurador-customizador de motos, coches y bicicletas, Paulino García Casado ha hecho de su afición su medio de vida. Algunas de sus piezas bañadas en oro no las verá en la calle. Cuelgan, entre cuadros de Rothko y Mondrian, en salones con vistas a Hollywood. ¿Su precio? Entre 10.000 y 15.000 euros.

Pueden acabar al lado de la chimenea, en el salón de una casa con vistas a los Alpes o con panorámica sobre Hollywood. O colgadas en la pared junto a un Rothko o un Mondrian como si fuese un valioso cuadro comprado en subasta. También viajan para ornar alguna estancia en un hogar de Tokio, donde valoran la pulcra artesanía y el tiempo que haga falta dedicado a la filigrana y el detalle extremo para la restauración que exige una bicicleta. Piñones que espejean, relucientes radios de ruedas, manillares como salidos de fábrica, sillines sin mota ni mácula...


Bicicletas "joya"
Serían la envidia del barrio, pero a ninguno de sus compradores se les ocurriría salir a rodar con una bicicleta que cuesta entre 10.000 y 15.000 euros, dependiendo de si incluye o no baño de oro y de cómo cuantificar mano de obra tan suprema. "Podrían salir a la calle con ella sin problemas y disfrutarla en carretera, pero se trata de una joya y los compradores prefieren no estropearla con el uso, así que mejor contemplarla y enseñarla a las visitas", explica el leonés Paulino García Casado (León, 1969) desde su taller-hogar-refugio en pleno casco antiguo de León

Afuera, en las calles adyacentes al Museo de San Isidoro y a la Audiencia Provincial, el revuelo ruidoso de un juicio mediático que congrega a televisiones de todo el país; dentro, en su lugar de trabajo, silencio y mimo, absoluta falta de prisa para restaurar y reconstruir bicicletas de colección, amén de coches históricos o motos que fueron míticas y que vuelven a la vida por su propio prurito personal y su goce íntimo. "En España no se quedan, tampoco me importa demasiado. Tengo compradores en Las Vegas, en Tailandia, en Londres, en Chile, en Rusia, en Australia o Sudáfrica. He vendido dos cuadros de bicicleta a la Oficina de Proyectos de la familia real de Brunei, otra bici bañada en oro que ha ido para los Emiratos Árabes, unas bielas para bicicleta de pista que han ido para Irak... Algún comprador ha repetido ya encargo. Aquí este trabajo no se valora como se debería", lamenta.


Casco Buco decorado con la técnica de "pinstriping" por el propio Paulino. Luis de las Alas
Con su poblado mostacho del Siglo de Oro, su flequillo canoso de inventor excéntrico y sus paseos con las manos en los bolsillos en una chaqueta de lana (estampa que le confiere un aire de genio para nada impostado), a Paulino toda esta disciplina de customizar para gente pudiente le vendría enredada en las hélices del ADN. "Mi padre, que era ingeniero, tenía un taller de reparación de vehículos. Siempre le gustó el rollo de inventar, de montar cosas y arreglarlas. Yo tendría unos 5 años cuando él apareció por casa con un avión de aeromodelismo. Entonces aquello era una cosa impensable como hobby en España. Me he criado entre maquetasde la marca Tamiya", rebobina. "Mi padre tuvo mucha amistad con el padre de Pedro Martínez de la Rosa (expiloto de Fórmula 1). Yo tengo una foto con él cuando éramos unos críos", evoca.

Ejemplo paterno
Desafortunadamente, Paulino padre perdió la vida de modo trágico durante un vuelo. Se mató en un ultraligero en 1997, al sufrir un infarto durante el despegue, y posteriormente estrellarse y prenderse fuego el aparato. Se da la circunstancia de que Marcelino Elosúa Rojo, empresario leonés conocido por los aceites Elosúa, amigo y compañero de disciplina de Paulino, también perdió la vida en otro percance de avión en 1984 al chocar contra unos cables de alta tensión. "De mi padre también conservo una lancha con motor de Renault 12 que él marinizó para que pudiera echarse al agua. Llevaba una transmisión de Ford Fiesta y un motor de Renault 12", agrega sobre las viejas chaladuras paternas, siempre sumergida la saga en cuestiones de octanaje, vuelo, velocidad y modelismo. Su hermano Enrique, miembro del Club Leonés de Aeromodelismo, lo practica indoor a nivel europeo con grandes resultados.

Cuando salió al mercado laboral como arquitecto técnico, la obra no era como le habían contado a Paulino en la universidad. El boom de la construcción estaba en plena expansión, con las prisas de "más es siempre mucho mejor" sin importar el acabado. "Yo no soy de chapuzas. Si no me gusta lo que estoy trabajando, vuelvo a empezar desde el principio", sentencia.


Maqueta de radiocontrol Piper J3, que cuelga de su taller Luis de las Alas
Para entonces ya había acabado su primera moto, customizada durante sus días docentes en la habitación del Colegio Mayor San Jerónimo, en Burgos. "Era el año 88. Había sitio para mí y para la moto, nada más, y la hice en seis meses. Salí a probarla, sin casco, sin seguro..., y me paró la policía. Les dije que me la había hecho yo y me libré por pura casualidad y porque el colegio era religioso tal vez", recuerda. Entre tasaciones y peritaciones, en 1994 vendió una Vespa 125 L por 100.000 pesetas, la primera vez que cobró por encargo. Luego han llegado restauraciones de Minis Cooper, raras Yamahas SR de 1978, Triumph que parecían perdidas, coches históricos que han corrido en playas de Nueva York en los años 30...

Con estos antecedentes se explica cómo ha acabado este aparejador como uno de los mejores restauradores de bicicletas joya de España, quién sabe si uno de los más exquisitos del resto del planeta. En su taller pasa mucha parte de su tiempo, la pulcritud y ausencia de la proverbial grasa evidencia ese trato fino con el que eviscera bólidos, motos y, sobre todo, bicicletas. Lo suyo es un trabajo entre lo detectivesco y lo orfebre. "Comencé hace unos seis años, porque me hizo gracia y vi que la bici está más de moda que nunca con todo el mundo saliendo a rodar, en familia y en solitario, en pandillas. Es más, yo ni siquiera monto, que a mí me gustan mucho más la motos. Lo percibí como una oportunidad de negocio. Vendí muchas piezas y recambios de bici clásica a Asia porque hasta el boom de Internet no podías acceder a ellas, con la de millones de bicicletas que ellos tienen y las necesidades de arreglos que eso conlleva", explica.


Platos y bielas de una bicicleta "customizada" por Paulino con baño de oro Luis de las Alas
Así se sumergió en el mundo de los piñones, los cuadros y los desarrollos. Empezó vendiendo 0 a través de la web, piezas adquiridas en sus pesquisas por talleres de mecánica que echaban el cierre o aquellos que saldaban todo su inventario por renovación. Acaparaba repuestos de Colnago, de Campagnolo, de Cinelli, de míticas firmas italianas y alguna española como Zeus o Macario. Otras marcas más baratas o populares no las trabaja nunca.

Con el paso de los años, poco a poco, ha ido puliendo el leonés un olfato finísimo. Una pieza aquí; otro tesoro por Internet por allá, alguna joya rara por acullá a un precio de ganga... Se autodefine como un rastreador de tesoros. Siempre parte de un cuadro en muy buen estado, entero y sin abolladuras. El grupo completo lo forman bielas, manetas, pedales, cambio, frenos, dirección y tija del sillín; piñones, manillar y ruedas aparte. "Este cuadro que ves aquí, es un Cinelli Supercorsa del año 86. Se lo compré a un jubilado alemán que vive en Valencia. Es imprescindible que el cuadro sea muy bueno y emblemático de una época. El coleccionista está muy metido en el ajo y se percata de cualquier anacronismo. No empiezo a customizar una si no tengo al menos el 50% de los componentes, cadena y piñones Everest y ruedas de la época, por ejemplo. Luego empiezo a pensar qué se me va a ocurrir, cómo completo el conjunto, de qué color la pintaré...".

Réplica personalizada
Tras empaparse con viejos manuales y documentarse con todo lo que capta su interés, arranca su trabajo. Cuando adquiere el cuadro, fabricado en aluminio, supervisa que no tenga ningún golpe. Quita la pintura con decapante o con un chorreo a presión con bicarbonato porque no afecta al cromo (aunque si va a dorarse hay que quitarlo). Pinta en una sala habilitada para ello y para la imprimación utiliza pistola. "La fidelidad a los códigos de colores es una cosa muy relativa. Trabajo el rosa perlado, el rojo, el blanco... Estas bicis están hechas porque a la gente le gusta la combinación de elementos, para tener una réplica personalizada y única", detalla.


amaha SR 78', una de las motos modificada y customizada por Paulino Luis de las Alas
Para el baño de oro ("es jorobado, porque el aluminio se comporta de un modo muy temperamental", asegura), manda las piezas a un joyero cordobés experto en realizar objetos religiosos. Como remate, puede pagar unos 80 euros por un bidón de agua que encuentra por la Red..., en Taiwán. Para culminar todo el proceso puede tardar dos o tres meses, y asegura que si tarifara por horas su propio trabajo, tendría que vender la bici "no por 15.000, sino por 30.000 euros. A mí me hace feliz esto. Estoy más a gusto con el proceso que con el resultado. Pierdo el interés justo cuando la termino, aunque la tengo en el salón de casa unos días, la miro y la remiro".

Amigo del fotógrafo y motero, también leonés, Alberto García-Alix, asiduo de concentraciones y ferias del sector, irónicamente García Casado jamás se saltó una siesta por ver los demarrajes de Ángel Arroyo, Eduardo Chozas y Perico Delgado en el Mont Ventoux o camino de las destilerías DYC, aunque asegura que sí restauraría alguna de las bicicletas míticas de Indurain ("alguna de sus Tours o aquella con la que batió el récord de la hora") o de algún otro de nuestros mitos del ciclismo.

Envidia de la buena

El tema de las restauración de motos, coches o bicis en España es minoritario, una actividad entre el hobby y la pasión amateur que tampoco pretende profesionalizarse Luis de las Alas
Recuerda con entusiasmo el día que estuvo en el museo de la mejor marca del mundo (Colnago, en Cambiago, a las afueras de Milán), pero lo que más le conmueve es la cultura japonesa con las motos, siempre las motos. "Estaré de nuevo en diciembre en la feria que celebran en Yokohama. Allí me siento muy a gusto, creo que podría vivir en Japón. Valoran tu trabajo y tienen envidia de la buena, no como aquí, que es de la mala y te pueden soltar cualquier cosa, como: 'Menuda horterada'".

Si los directores artísticos, responsables de la puesta en escena de series como Cuéntame cómo pasó o El Caso se dieran un garbeo por la casa-taller de Paulino, hallarían más de una joya para ambientar secuencias y dotarlas de aun mayor atmósfera realista. Tras una puerta, te topas con una Vespa aparcada, literalmente, por no enumerar el sinfín de pósters de carreras de los 70 y 80, cartelería motociclista, anuncios con eslóganes ya olvidados, memorabilia, antiquísimas cámaras de fotos, sillones de peluquería, gafas de sol que podrían llevar los personajes de Mad Men, publicidad y luminosos de Bultaco, Ossa o Telefunken, recortes de prensa ya en sepia...

La casa familiar de Paulino fue fábrica de chocolate y sede de la editorial Everest antes de que la compraran sus abuelos en 1948. De sus techos cuelgan viejas avionetas Pipper de aeromodelismo. El tema de las restauración de motos, coches o bicis en España es minoritario, una actividad entre el hobby y la pasión amateur que tampoco pretende profesionalizarse, si bien sí le gustaría mayor visibilidad, reconocimiento a su consagrada tarea. Por ello, Paulino diversifica su tiempo con otros menesteres, negocios y locales diseminados por la ciudad de León y que nutren el sustento familiar. "En España casi todo es para echarse a llorar. La burocracia, lentísima, los papeleos, las pegas... Fui el primero en León en pasar la ITV a un coche histórico [trámite que depende del Ministerio de Industria], un MGB inglés biplaza de 1974, después de tenerme que ir a Asturias con él porque en León no me lo que querían hacer. Así todo".

-¿Qué será lo próximo, Paulino?

-Ahí ando ahora con una scooter japonesa. Alguna cosa la haré.

-¿Algún sueño por cumplir?

-Hombre, a mí me tira mucho el mundo Harley, así que por ahí irían los tiros...

Una carrera en la playa
Una de las joyas del taller de Paulino es un Ford Roadster, carrocería de 1922, chasis de 1925 y motor de 1936. Fue un chollo: 8.000 dólares pagó a un vendedor de Haddam (estado de Connecticut, Estados Unidos) que prepara coches clásicos de carreras. Este Ford, de ocho cilindros del año 34 y con el eje delantero de un Plymouth, corrió en la Race of the Gentlemen de 2014, una carrera que aún se celebra en las playas de Wilwood (Nueva Jersey) y que este año también tendrá una cita en paralelo en Pismo (California). La premisa para concurrir en la prueba, que los coches sean elaborados con componentes anteriores a 1936. El de Paulino no tiene suspensión trasera, el diferencial está soldado para que las ruedas no patinen en la arena de la playa, no tiene frenos delanteros, ofrece tres velocidades y marcha atrás y presta 70 CV.

Los aeroplanos cuelgan del techo y las motos y cascos se amontonan en las paredes en el estudio de Paulino, donde el leonés realiza los bocetos de sus diseños, que fabrica por encargo Luis de las Alas

http://www.expansion.com/fueradeserie/moda-y-caprichos/2016/08/08/5797504eca47419e208b45a7.html

No hay comentarios: