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Mont-Rebei Canyon in Northern Spain
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carolina marìn ¡A SEMIS! Carolina Marin vence a Sung 21-12 y 21-16 y luchará por meterse en la final olímpica de los Juegos de Rio 2016.
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Juegos Olímpicos Río 2016
El español, que no hizo una gran salida, remontó para ser segundo
Ortega salta hacia la plata
El vallista corre los 110 vallas en 13.17, a 12 centésimas del oro
Actualizado 17/08/2016 04:32 CET
El atletismo español exploró un horizonte prohibido con Orlando Ortega, el cubano nacionalizado que es una estrella mundial. En una disciplina, en la que España sólo había registrado dos finalistas, en 1980 y 1984, cuando existía una colección de vallistas europeos fabulosa en la que estaban integrados Javier Moracho y Carlos Sala, Ortega proporcionó a España una plata. La medalla puso fin a 12 años de sequía en el caladero olímpico del atletismo español, huérfano de éxitos desde la medalla de otro cubano de origen, Joan Lino, que logró el bronce en longitud.Su imagen fue emotiva. Arrodillado en el suelo al borde del llanto, se abrazaba a todo el que se le acercaba. A Devon Allen, el primero en felicitarlo, el joven que no pudo suceder a su compatriota Aries Merritt; a Bascou, el sorprendente francés que se coló en el podio con un bronce, sin pedigrí. Y a McLeod, el nervioso jamaicano que no para de mover la rodilla mientras habla y que ha extendido el dominio de las islas a las vallas. Miró al cielo, se santiguó y señaló arriba donde los homenajes salen del corazón.Luego cogió una bandera y se perdió por la pista a celebrarlo a su manera, pensando en su abuela Cristina, la que defendió a Cuba en los Juegos de Mëxico 68 y en cosas muy profundas. Le llamaron desertor, cuando en 2013 se fue de Cuba harto de la Federación tras los Mundiales de Moscú hacia Padova primero y luego a Guadalajara. Ahora le llaman medallista olímpico. Y de plata.En la prueba de la doble aceleración, primero hasta los 30 metros y después de los 70 hasta el final, Ortega se quedó atrapado en el comienzo. En el mundo de los hipermusculados como McLeod, Orlando parece un tirillas. Es alto, fibroso y magro, pinta de boxeador del peso pluma. Con esas nociones de la infancia había entrado en el Engenhao. Le faltó tirar un puño al aire para que el estadio cobrase aspecto de cuadrilátero.
Su salida fue horrible. Reaccionó bien (127 milésimas), pero sus primeros pasos, las siete zancadas hasta la primera valla, el momento de más tensión en esta prueba, fueron malísimas. Quedaban 100 metros por delante y parecía vencido. Pero el chico es valiente y ataca los obstáculos a cuchillo. Además se benefició de una carrera lenta, la peor desde 1996. Nadie bajó de 13 segundos. Dio el primer salto, una distancia de ataque de 1,50, tres pasos y pasó el segundo, y la tercera y fue rebasando rivales. McLeod ya se había escapado, pero ahí estaban todos los demás. Sobre todo Bascou, el otro francés, el de la coleta, Martinot-Lagarde y el estadounidense Ronnie Ash, que entraría en meta rodando por los suelos. Ortega, que dice que sólo tiene como rival a Orlando Ortega, siguió mirando para delante hasta que cruzó la meta. Ahí estaba la plata.
http://www.marca.com/juegos-olimpicos/2016/08/17/57b3c3de46163f07368b45f7.html
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